¿Qué ocurre
cuando, recién cumplidos 17 años, una descubre que acaba de enamorarse como una
tonta de uno de sus profes del instituto?
La respuesta
está en esta novela, que narra la historia de Lola, una guapa chica de primero
de bachillerato que, el día de su cumpleaños, despierta con la sensación de que
algo muy especial está a punto de ocurrirle, tal vez su primera historia de
amor. Lo que no puede imaginar es que esa historia tendrá como protagonista a
David, su nuevo profesor de Filosofía, y que las consecuencias van a suponer un
auténtico cataclismo en una vida en la que, hasta ahora, todo le ha sonreído.
Y para
complicar las cosas aún más aparece en escena Pedro, un compañero de clase
enamorado de Lola en secreto. Y también el Heavy, su inseparable camarada, un
muchacho inconformista y algo cínico, pero a la vez sensible y tremendamente
inteligente. ¿Qué pasará cuando el Heavy decida convertirse en el consejero
amoroso de su tímido amigo? ¿Cómo acabará todo este embrollo?
El drama está
servido, y también la diversión.
La novela de Eloy
M. Cebrián se sitúa en Albacete (no se nombra como tal la ciudad, pero
es fácilmente reconocible por el instituto, los paseos, el parque…) a finales
de los 90 (concretamente en el primer trimestre de 1999), un mundo, como se
indica en la nota inicial, donde los jóvenes carecen de móvil, no conocen las
redes sociales, llevar un aro en la oreja era impensable para un chico y
tendencioso, pero que son iguales que los de ahora. El eje de la historia son
las relaciones sentimentales de Lola y sus consecuencias (ilusiones,
desengaños, apatía, maledicencia…).
Los
personajes principales son los tres adolescentes, fácilmente reconocibles en
nuestras aulas. Primero tenemos a Laura: se considera mayor pues acaba de
cumplir diecisiete años, un tanto creída (tanto por su físico como por sus
resultados académicos), con cierto miedo a Esther, su mejor amiga, pues la
considera una cotilla; cuando llegan los problemas, reacciona como lo haría la
mayor parte de las chicas de su edad, ocultando la situación a sus padres. Pedro, el compañero enamorado de Lola (y todo
el mundo sabe su secreto), ante la
presencia de ella es incapaz de hablar o hilvanar dos frases seguidas;
en el fondo, es un capullo, por no aplicarle otro adjetivo más fuerte, que
cuando se le tuercen las cosas no sabe reaccionar bien y actúa de forma
desproporcionada (¿a un colegio de curas? A la legión, lo mandaba). Mi
personaje favorito es el que nos queda, “El Heavy” (lástima no conocer su
nombre), el mejor amigo de Pedro desde el parvulario; por su forma de vestir,
sus gustos musicales, mucha gente le mira mal (el padre de Pedro, por ejemplo,
cree que es una mala influencia para su hijo), pero todo eso no es más que una
fachada, pues en el fondo es un sentimental al que le gusta leer (y nos lo va a
demostrar) y escribir (lo que va a ocultar a todo el mundo).
Otros
personajes que vale la pena destacar: David, el profesor de Filosofía, que al
final le van a caer todos los palos y sin saber por qué. El padre de Lola,
conocido político comunista (recordemos que el nombre de su hija es un homenaje
a la Pasionaria), que, conforme han ido pasado los años, se ha ido aburguesando
y cree que su hija es todavía una niña pequeña a la que hay que proteger de
todo mal.
Hay
varias referencias literarias en el libro; destacan la novela de Vladimir
Nabokov, Lolita (apelativo que odia Lola, y que emplean su padre y
David), o Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas, o ese Cyrano
que encarnará el Heavy.
Os
dejo con la canción Thunder Road, de Bruce Springsteen, que suena al comienzo
de la segunda parte cuando Lola comienza a darle vueltas a lo que ha pasado la
noche anterior.
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