Érase una vez
una princesa, un hada enfadada, un conjuro y un pueblo condenado a dormir cien
años.
Rébecca
Dautremer señala que su idea original no era trabajar sobre el cuento
de La
Bella Durmiente de Charles Perrault, sino sobre un
lugar donde todo el mundo se hubiera quedado dormido y esperara a ser
despertado. ", explica la artista a Efe. Intenta hacer un guiño, una
vuelta de tuerca, a la historia tradicional para producir un efecto diferente y
atractivo: despertar al lector. Aunque pensó en realizar todas las
ilustraciones a color, cuando escribió el texto se dio cuenta de que necesitaba
mostrar la diferencia entre los dos mundos, los protagonistas como espectadores
en blanco y negro, de pequeño tamaño, y el resto dormido, a todo color y a toda
página.
"Quería
mostrar que tenemos que formar parte del mundo, que no nos podemos apartar y
ser solo espectadores de lo que ocurre. Hay que participar", insiste
Dautremer, que señala cómo los dos espectadores tienen que introducirse en la
historia.
Al comienzo, Rébecca
Dautremer sitúa a dos personajes apenas delineados a lápiz sobre un
inmenso fondo blanco. Un simpático anciano es el encargado de enseñarle a un
apuesto joven el extraño suceso que ocurre en la página contigua. Se cuestionan
sobre la veracidad de lo que observan: un pueblo en el que todos duermen. ¿Es
acaso posible? ¿Puede ser verdad? se preguntan y, al hacerlo, ponen en duda el
universo de ficción.
A diferencia
de los personajes, las ilustraciones del pueblo cuentan con todo el peso del
realismo. Están a color y muestran todo tipo de detalles, con cuidadosos
encuadres y elaboradas escenografías. Tienen un aire vintage y están dentro de
un marco fotográfico, propio de las cámaras polaroid. Un recurso divertido de
la autora para conferir verosimilitud a un pueblo gobernado por la magia.
La acción
parece situarse en los años 20, haciendos referencias a otras manifestaciones
artísticas: los carteles, el cine, la música, el circo… Así veremos la orquesta
de mujeres "Las 7 hadas", los boxeadores abrazados en medio del
combate, la mujer del restaurante con el cartel de Boggart al fondo.
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