Alosna y
Moriana están en guerra constante. En la primera viven los magos, que con sus
hechizos impiden que los ejércitos del otro reino entren en su país. En la
segunda reina Lobo, que se dedica a quemar magos, porque un mago no logró
salvar a su mujer durante el parto y le maldijo a no tener hijos varones que le
sucedan, y nadie es capaz de romper esa maldición.
Soledad, su
hija mayor, quiere ser el hijo que su padre no tiene; por ello se educará como
un joven príncipe en el gobierno de las armas, en cacerías y combates simulados.
Para ella sólo existe el honor, la valentía, la lealtad… que guiaran su
conducta.
Ámbar es una
joven campesina de Moriana que vive cerca del territorio de los magos. Díscola
con sus padres, se cría con su abuela, una vieja curandera, que le cuenta
viejas historias llenas de magia y alimenta su resentimiento contra la familia
real y los nobles.
Cuervo, un
aprendiz de mago, rabioso por el trato que se le dispensa a su gente en el
reino vecino, despierta a Tengri, el dragón, para usarlo contra sus enemigos,
pero el hechizo no sale como esperaba, pues el dragón se despertará, pero nadie
lo puede gobernar.
Cuando la
noticia de una amenaza terrible llega a la corte, Soledad acepta la
responsabilidad de partir a los confines del reino para ver cuánto hay de
verdad en los rumores, pues no cree en la magia, sino que piensa que es obra de
los tungros, un pueblo nomada, otro enemigo tradicional de Moriana.
A la vez, el
Unicornio, un ser ancestral, también ha sentido el despertar del dragón y
partirá en busca de una muchacha virgen de corazón puro que le ayudará a
derrotarlo.
Verónica
Murguía nos ofrece una historia de fantasía y amor, no propia de una
novela juvenil, sino de un público más adulto. Me explico: está muy bien
narrada con una prosa muy cuidada; a lo largo de sus quinientas páginas no hay
nada superfluo, ni descripciones ni reflexiones; todos los personajes, tanto
principales como secundarios, están muy bien trabajados, son complejos como
cualquiera de nosotros, y llegamos a comprender perfectamente sus motivaciones;
toma elementos de la tradición literaria
medieval, pero sin utilizarlos como los típicos arquetipos.
Soledad
hace honor a su nombre; es un personaje solitario. Quiere buscar el cariño de su
padre, ser el hijo que no puede tener. El orgullo de su clase social le hace
distanciarse de los demás a los que considera inferiores, no les considera
iguales. Es más se nos presenta como una joven poco atractiva (más tarde, a
partir de los ojos de Cuervo, cambiará nuestra perspectiva). En realidad, toda
la novela es el viaje iniciático de Soledad para que ésta acepte su destino,
que no tiene nada que ver ni con lo que ella esperaba ni quería.
Cuervo
es el otro protagonista de la historia, y va a encarnar al perfecto antihéroe:
tras despertar al dragón, será desterrado por los suyos y se le prohibirá
practicar la magia; cuando le envían a ayudar a Soledad y los suyos, en el
momento crucial queda paralizado y en varios momentos cree que ha perdido sus
poderes mágicos. En muchos momentos, el sentimiento de culpa y el deseo de
expiación por el mal que ha liberado le asaltan y teme no estar a la altura y
ayudar a la princesa. Siempre ha reprimido el deseo, el mostrar afecto hacia
las muchachas, y se debatirá entre la princesa Soledad y la campesina Ámbar
PREMIO GRAN ANGULAR 2013
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