En
la fiesta de despedida de Jesse Rosenberg, capitán de la policía, en junio de
2014, se le acerca una joven periodista, Stephanie Mailer, que le insinúa que
su primer caso se cerró en falso, que el verdadero culpable sigue suelto porque
no supo ver algo evidente.
La
noche del 30 de julio de 1994, la apacible población de Orphea, en la región de
los Hamptons, asiste a la gran apertura del festival de teatro. Pero el alcalde
se retrasa... Mientras tanto, un hombre recorre las calles vacías buscando a su
mujer, hasta hallar su cadáver ante la casa del alcalde. Dentro, toda la
familia ha sido asesinada.
Este
caso que le catapultó le va a costar su equilibrio psicológico, su novia Natasha,
la amistad con su compañero; unos hechos que ha preferido sepultar en lo más
hondo de su conciencia.
A
los pocos días es denunciada la desaparición de Stephanie por sus padres. A
partir de este suceso, Jesse decide reabrir el caso, contando con la ayuda de Derek
Scott, su antiguo compañero, y de Anna Kanner, la actual subjefa de la policía
de Orphea, que viene huyendo de un pasado tormentoso en Nueva York, y es mal
vista por sus compañeros por ser mujer.
Joël
Dicker nos ofrece un thriller que se mueve en dos planos temporales,
por los que se mueven diferentes personajes, en un principio inconexos entre
sí, que se alternan para irnos dando su punto de vista sobre los acontecimientos
que ocurrieron y los secretos que prefirieron ocultar en su momento (poco a poco,
los iremos descubriendo todos), lo que nos permite introducirnos en la
personalidad de los narradores.
Todos
los elementos están tan perfectamente engranados, aunque a veces nos parezcan
previsibles, que nos recuerdan al cineasta inglés Alfred Hitchcock y una de
sus películas, basada en la novela de la americana Patricia Highsmith, Extraños
en un Tren (entenderéis esta referencia conforme vayáis leyendo la
novela).
Hay
más referencias literarias en la novela, aparte del festival de teatro que se
celebra en Orphea. Así nos encontramos con Meta Ostrovski, ese feroz crítico
literario que se considera un divo, a pesar que está en horas bajas. Las aspirantes
a escritoras, así Stephanie o Alice Filmore (la rubia “tonta” de Hitchcock).
La librería de Cody en Orphea, donde trabajaba la víctima inocente de los
asesinatos de 1994. O la obra de teatro La Noche Negra, escrita por Harvey
Kirk, el sheriff de la localidad en los primeros asesinatos, que desapareció de
repente y en cuyo libreto se encuentra la solución del enigma.
A
pesar de que la novela no está a la altura de El Libro de los Baltimore, Dicker
ha encontrado una fórmula que nos atrapa desde las primeras páginas, queriendo
averiguar los secretos que nos esconden los distintos personajes.
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