Este
apasionante thriller de Nando López nos sumerge con realismo
en algunos de los conflictos más acuciantes de nuestra sociedad.
Tras perder el
partido más importante de su vida, un joven de diecisiete años aparece muerto a
causa de una terrible paliza.
No hay
testigos ni pruebas que señalen a los culpables, aunque los recientes
enfrentamientos entre el Zayas y el Távora, los dos institutos de la zona,
apuntan a que se trata de un nuevo episodio en la escalada de violencia entre
ambos centros por motivos xenófobos, pues la mayoría de los estudiantes del
Távora son de origen magrebí.
Sólo dos
personas próximas a la víctima poseen las claves para desentrañar lo sucedido:
Quique, uno de sus compañeros de clase y miembro de su mismo equipo de
waterpolo, el Stark; y Emma, una psicóloga contratada por el club para asesorar
a sus jugadores adolescentes. A partir de ellos comprenderemos unos hechos
sobre los que pesan demasiados miedos, demasiados fantasmas, demasiados
silencios
Llamativo
el título que alude a esa falta de comunicación por la que se pueden agravar
los problemas: por una parte, que nadie de nuestro entorno sea capaz de
interesarse por nuestras inquietudes, nuestras dudas; por otra, nuestra
incapacidad de manifestarlas en voz alta, de gritarlas, de proclamarlas; o
guardar en silencio aquello que nos atormenta y que no somos capaces de
asimilar o comprender. Pues con esos silencios es muy fácil que los demás tengan una idea equivocada de lo que somos, de lo que nos gusta, de los valores en los que creemos.
Nando
nos devuelve a un entorno educativo como en Los Nombres del Fuego o La Edad de la Ira, y en él los personajes de la novela con sus silencios y sus
palabras nos transmiten su realidad: el machismo, la violencia de género, el
racismo, la traición al amigo, la homofobia, el temor a ser rechazado o
quedarse solo, la incomprensión, la amistad…
Tenemos
tres personajes centrales: los dos narradores, Emma y Quique, y la víctima,
Asier, y es la investigación de su muerte la que hace que los secretos afloren;
los latentes, los que estaban a la vista, primero (machismo, racismo, amistad);
luego, los ocultos, los que los personajes intentan esconder. Con un ritmo
ágil, dinámico, gran parte de la novela avanza, más que por la acción, por las
constantes reflexiones que se hacen los narradores.
Emma,
la psicóloga, que viene huyendo de su pasado, pues uno de los casos que llevaba
en su punto de violencia de género ha terminado con tres muertos. Quique, cuyo
padre es jefe de estudios en el Távora, el instituto rival, y cuya madre murió
en el 11-M, no para de rayarse y ve cómo sus mejores amigos le ocultan lo que
hacen y se muestran fríos y distantes. Javi, cuya actitud a veces chulesca
esconde sus inseguridades, sus miedos y su determinación. Vero, que hasta su
llegada al Zayas y al Stark ha querido pasar desapercibida, pero ahí es una de
las estrellas, aunque en realidad está destrozada por dentro por lo ocurrido el
último verano. Izan, una de las estrellas del equipo masculino, que quiere
manipular a los demás con su rabia desenfrenada. Marta, la recién llegada, por
cuyos huesos Quique suspira… Esos son algunos de los personajes, de los cuales
es difícil hablar sin soltar algún spoiler.
¡Ah,
por cierto! El nombre del equipo no tiene nada que ver con la saga Juego deTronos de G. R. R. Martin, aunque
hay bastantes referencias (Emma esperando el fuego purificador de un dragón,
por ejemplo).
Leed
el libro y sabréis de dónde viene ese Stark.
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