Con un título
que parodia a otro mítico de Gerald Durrell, Mi Familia y Otros Animales,
Maite
Carranza y su hija Júlia Prats escriben este divertido
libro donde los enredos se van sucediendo continuamente.
La perfecta
Ángela, la mejor hija y la más guay en todo, según su hermana pequeña Marina, no puede viajar a
Irlanda este verano por una enfermedad. Marina es normalita, una experta en
líos y enredos, y, por si fuera poco, este verano debe estudiar matemáticas,
pues las ha suspendido.
Ni corta ni
perezosa, Marina decide, con ayuda de un tinte y unas lentillas, tomar el
pasaporte de su hermana y embarcarse con destino Dublín. En el avión conocerá a
Cicerón, C.C., un friki apasionado de los videojuegos enviado por sus padres
para desintoxicarse del mundo virtual; a Antaviana, otra lianta de un calibre
parecido al de Marina, y Luci, una chica tranquila.
Ya en Dublín, Marina
se ve envuelta en un absurdo malentendido con Patrick, el novio cachas irlandés
de su hermana, pues le encarga el adiestramiento de un perro familiar; ha de pasear los perros, con el cariño que les
tiene de Mrs. Higgins, su patrona; a esto, hay que añadir a sus compañeros de
piso sicilianos, que parecen mafiosos y se verán envueltos en varios de los
enredos, y a una lunática familia de activistas animalistas con ideas bastante
peculiares.
Los capítulos
son cortos, y la forma de narrar sencilla, lo que hace que nos veamos atrapados
por esos enredos de unos y otros y las
situaciones disparatas que se van planteando.
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