miércoles, 11 de octubre de 2017

INVITACIÓN AL CLUB DE LECTURA


—¡Bex, mira esto!
Cuando escuchó a Andy gritar, se dio cuenta de que había seguido caminando sin él. Tenía la vista fija en el escaparate de una tienda, leyendo un cartel que habían colgado en él.
—¿Qué es? —preguntó.
—Ven a ver —le dijo Andy mientras sonreía abiertamente.
Sin muchas ganas, Rebecca volvió sobre sus pasos. Conociendo como conocía a Andy, seguramente sería el anuncio de una venta de plantas en la parroquia. O que los cines Fénix iban a reponer La guerra de las galaxias.
—A ver, dime qué es —preguntó con indiferencia cuando estuvo junto a él.
Con un gesto triunfal, Andy señaló el cartel en el escaparate del café.

¿Hambre de libros?
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Café y tarta gratis en la primera reunión

—¿Quieres hacerte de un club de lectura? —preguntó confusa Rebecca. Andy era más bien de leer periódicos y biografías de deportistas famosos. Jamás lo había visto coger una novela.
—¡No es para mí! —exclamó este—. ¡Es para ti!
Rebecca lo miró sorprendida.
—¿Y por qué iba a interesarme eso? —Sentía cómo una nueva oleada de decepción la invadía. Su marido era un caso perdido—. Seguramente es un hatajo de carcamales que se reúnen para hablar de Guerra y Paz —dijo mientras echaba a andar.
Andy parecía herido mientras corría para ponerse a su altura. Se detuvieron a la altura de la carnicería.
—Vaya, pues pensaba que te gustaría. Es una manera de salir de casa y conocer gente nueva. Y a ti te gusta leer, ¿no?
—Eso sí —admitió Rebecca.
No es que tuviera mucho tiempo libre. Desde hacía unos meses lo único que leía eran los trabajos de historia pésimamente escritos de sus alumnos.
—Déjalo, era solo una idea —dijo Andy con su voz cariñosa de siempre. A veces era este tono de voz lo que más le molestaba a Rebecca de él. Le hubiera gustado que mostrara algún tipo de pasión.
Recordó cuando comenzaron a quedar y Andy no parecía cansarse nunca de ella. Se acordaba de que, al salir de un bar o de un club nocturno, la empujaba hacia un callejón para besarla y meterle mano... ¡Había sido tan emocionante, la sensación de estar haciendo algo ilícito! Sentir sus manos sobre la piel y pensar que alguien podía descubrirlos en cualquier momento. Solo con pensar en ello ya se sentía excitada, valoró mientras pasaban por delante de las puertas cerradas del café. Deseaba que Andy volviera a agarrarla con fuerza, la atrajera hacia sí y después... Pero aquellos días parecían haberse quedado atrás y a ella solo le quedaban sus fantasías.
Se detuvo y se giró de nuevo hacia la cafetería. Había una mujer joven en la puerta, llevaba un vestido negro, una chaqueta de pata de gallo, una bufanda roja y zapatos de tacón chupete. Tenía las piernas enfundadas en unas medias negras de red, y el pelo estaba teñido de negro y peinado estilo años cincuenta.
Parecía divertida, interesante y lo mejor de todo es que estaba leyendo el cartel con intensa concentración.
La mujer sacó un iPhone de su bolso (que era rojo y tenía la forma de unos labios) y comenzó a teclear las instrucciones del cartel.
Rebecca sonrió para sus adentros. Después de todo, quizá no fuera un club para carcamales.

Sophie Hart, El Club de Lectura de las Chicas Traviesas

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