Una trepidante
intriga por las calles de una Barcelona modernista en la que se toparán, por
extraños azares del destino, Picasso, Jack el Destripador y un extravagante
detective inglés obsesionado con atrapar al asesino.
El pintor sin
dinero, tras haber perdido el apoyo de su familia y obsesionado sólo con
pintar, encontrará cobijo en un burdel situado en la calle Aviñón donde se
reencontrará con el amor de su vida. Pero, una a una, las prostitutas que lo
amparaban son degolladas y destripadas brutalmente y todas las pistas lo
señalan como culpable.
¿Cómo demostrar ante la policía su inocencia?
¿Cómo hacerles ver que se enfrentan a uno de los mayores genios del crimen que
haya conocido la historia? ¿Cómo convencerles de que él es realmente el único
que conoce el rostro del asesino porque lo ha dibujado? ¿Qué puede ocurrir
cuando el mayor genio del mal se topa con el más brillante genio del arte? Sólo
el amor y el horror pueden explicar el secreto de una de las pinturas más
famosas de la historia.
Esteban
Martín nos ofrece una interpretación del cuadro de Picasso, Las
Señoritas de Aviñon. Para ello nos ofrece una historia con dos partes bien
diferenciadas con dos puntos de vista distintos, en tercera persona cuando el
punto de vista es el de Picasso, en primera, bajo la óptica del doctor
Sherrinford, cuando el protagonista es el detective inglés.
En la primera
(Pablo Picasso), nos encontramos en la Barcelona de finales del XIX, donde vemos
los primeros años del pintor en esta ciudad, sus primeras obras, sus amigos, su
deseo de hacer algo distinto lejos de la pintura académica, cómo se rompe la
relación con su familia y se refugia en el burdel de la calle de Aviñón. Aquí
el autor nos va introduciendo en la vida bohemia barcelonesa, además de datos
de crítica social. Luego dos de las prostitutas son asesinadas de una forma tan
brutal que nos recuerda a los crímenes de Jack el Destripador.
La segunda
parte del libro lleva el título de Empieza el Juego, lo cual tendría que darnos
una pista sobre lo que va a ocurrir: contratan para esclarecer el caso a un
detective consultor londinense, Steven Arrow, que ya estuvo implicado en la investigación
de Jack el Destripador; vendrá acompañado por el doctor Sherrinford, y, para
más señas, vive en el 221 B de Baker Street, y es amigo de Arthur Conan Doyle, quien
utiliza sus casos verídicos para el personaje que va a crear. Efectivamente,
aparece Sherlock Holmes.
El
estilo de Esteban Martín es cuidado, con un ritmo ágil, más rápido en la
segunda parte, con unos diálogos trabajados, unos personajes bien elaborados y
trabajados psicológicamente (por ejemplo, las motivaciones de Jack, o la
aversión de Arrow hacia su trabajo…).
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