Mañana se celebra el Día Internacional de Libro Infantil 2016; por ese motivo os dejo aquí el cartel y el mensaje de este año:
ERASE UNA VEZ UNA…
¿Princesa? No.
Érase una vez
una biblioteca. Y érase también una vez una niña llamada Luisa que fue a la
biblioteca por primera vez. La niña caminaba despacio, tirando de una mochila
de rueditas enoooorme. Observaba todo con admiración: estantes y más estantes
repletos de libros. Mesas, sillas, almohadas de colores, dibujos y carteles en
las paredes.
— Traje la
foto — le dijo tímidamente a la bibliotecaria.
— ¡Muy bien
Luisa! Voy a inscribirte. Mientras tanto puedes ir escogiendo el libro. ¿Sabes
que puedes llevarte un libro a casa?
— ¿Uno sólo? —
Preguntó decepcionada.
En ese mismo
instante sonó el teléfono y la bibliotecaria dejó a la niña con la tan difícil
tarea de elegir un único libro en la infinidad de estantes. Luisa arrastró su
mochila y buscó, buscó hasta que encontró su libro favorito: Blancanieves. Se
trataba de una edición de tapa dura, con hermosas ilustraciones. Con el libro
en la mano empujó su mochila de nuevo y, cuando ya estaba a punto de salir
salir, alguien le tocó el hombro. La niña se dio la vuelta y casi se cae para
atrás del susto: nada más y nada menos era el Gato con Botas con su libro en la
mano, ¡digo, entre las patas!
— Buenos días,
¿Cómo estás? — le dijo haciendo una reverencia.
— Luisa,
¿Acaso no te sabes de memoria todas esas historias de princesas? ¿Por qué no te
llevas mi libro El Gato con Botas, que es mucho más divertido?
Luisa con la
boca abierta no sabía qué decir.
— ¿Qué te
pasa? ¿Te comió la lengua el gato? — Bromeó.
— ¿Eres el
Gato con Botas de verdad, verdad?
— ¡Si, en
persona, digo, de carne y hueso! Llévame a tu casa y sabrás todo sobre mi
historia y la del Marqués de Carabas.
La niña, de
tan perpleja, solo conseguía asentir con la cabeza. El Gato con Botas, con un
toque de magia regresó a su libro y, cuando Luisa estaba a punto de salir de la
biblioteca, volvió a sentir un toque en el hombro. Era ella: "blanca como
la nieve, colorada como la sangre y con cabellos negros como el ébano".
¿Adivinaste?
—
¡¿Blancanieves!? — dijo Luisa anonadada.
— Luisa,
llévame contigo también. Esta edición — dijo mostrándole su propio libro — es
una adaptación auténtica del cuento de los hermanos Grimm.
Cuando la niña
estaba a punto de coger el libro, el Gato con Botas apareció molesto:
—
Blancanieves, Luisa ya escogió. Vete con tus seis enanos.
— ¡Son siete y
no seis! ¡ Y ella aún no ha escogido! — le dijo Blancanieves roja de cólera.
Los dos
miraban a la niña esperando una respuesta:
— No sé cuál
llevar...quería llevármelos todos...
De repente,
sucedió algo increíble: fueron saliendo de los libros… Cenicienta, Caperucita
Roja, Rapunzel. Un equipo completo de princesas de verdad:
— Luisa
llévame a tu casa — le suplicaban todas.
— Yo sólo
necesito una cama para dormir un rato — dijo la Bella Durmiente mientras
bostezaba.
— Solo cien
años — dijo el Gato burlándose.
— Puedo
limpiar tu casa, pero de noche tengo una fiesta en el castillo del ....
— ¡Príncipe! —
gritaron todos.
— En mi cesta
tengo torta y vino. ¿Quién quiere? — Ofreció Caperucita.
Y continuaron
apareciendo más personajes: el Patito Feo, la Vendedora de Fósforos, el
Soldadito de Plomo y la Bailarina:
— ¿Luisa
podemos ir contigo? Somos los personajes de Andersen — pidió el Patito Feo que
tan feo… no era.
— ¿ Tu casa
está calentita? — preguntó la Vendedora de los Fósforos.
De repente,
delante de todos, apareció un lobo enorme, peludo, muy peludo, con los dientes
afilados: ¡El lobo feroz!
— Lobo ¿por
qué tienes esa boca tan grande? — le preguntó Caperucita por costumbre.
— Yo les
protejo — dijo valientemente el Soldadito de Plomo.
El Lobo abrió
la boca y… ¿Se los comió a todos? No. Solo bostezó de tanto sueño y les dijo
con calma:
— Tranquilos.
Sólo quería darles una idea. Luisa se lleva el libro de Blancanieves y nosotros
entramos en su mochila que es muy grande.
A todos les
gustó su idea.
— ¿Luisa nos
dejas ir contigo?
— ¡Claro que
sí! — Dijo Luisa abriendo la mochila.
Los personajes
hicieron fila y fueron entrando uno a uno:
— ¡Primero las
princesas! — dijo la Cenicienta.
Al final aparecieron
también los personajes brasileños: el Sací, el Caipora, una muñeca de tela que
no para de hablar, un niño muy loquito, una niña con una cartera amarilla, otra
con la foto de su bisabuela pegada al cuerpo, un pequeño rey mandón. Todos
entraron.
La mochila
pesaba más que nunca. ¡Cómo pesan los personajes! Luisa llevo el libro de
Blancanieves y la bibliotecaria anotó todo en su ficha.
Poco después
la niña llegó a casa feliz. Su mamá le preguntó desde la cocina.
— ¿Hija,
llegaste?
— Síííí, mami,
llegamos.
Luciana Sandroni
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