Libro escrito por David Byrne, guitarrista y uno de los fundadores del mítico grupo Talking Heads. Veamos que nos dice en el prologo:
He tenido relación con la música toda mi vida adulta. No lo planeé
así, y al principio ni siquiera fue una ambición seria, pero así acabó siendo.
Un muy feliz accidente, tengo que decir. Es un poco extraño, sin embargo, que
gran parte de mi identidad esté atada a una cosa completamente efímera. La
música es intangible, existe solo en el momento en que es aprehendida, pero aun
así puede alterar profundamente nuestra manera de ver el mundo y nuestro lugar
en él. La música puede ayudarnos a superar momentos difíciles de la vida,
cambiando no solo cómo nos sentimos por dentro, sino también cómo sentimos todo
lo que nos rodea. Es muy poderosa.
Ya
en mis inicios, no obstante, me di cuenta de que la misma música puesta en un contexto
diferente puede cambiar no solo la manera en que el oyente la percibe, sino que
puede también darle un significado enteramente nuevo. Según dónde la oigas —en
una sala de conciertos o en la calle— o cuál sea la intención, la misma pieza
musical puede resultar una intromisión molesta, desagradable y ultrajante, o
puede hacerte bailar. Cómo —o cómo no— funciona la música depende no solo de lo
que es aisladamente (si se puede decir que tal condición existe), sino en gran
parte de lo que la rodea, de dónde y cuándo la escuchas, de cómo es ejecutada o
reproducida, de cómo se vende y se distribuye, de cómo está grabada, de quién
la interpreta, de con quién la escuchas, y finalmente, por supuesto, de cómo
suena: estas son las cosas que determinan si una pieza musical funciona —si
logra lo que se propone conseguir— y qué es.
Cada
capítulo de este libro se centra en un aspecto diferente de la música y su
contexto. En uno se plantea cómo ha afectado la tecnología al sonido de la
música y a lo que pensamos de ella. En otro se considera la influencia de los
sitios donde la escuchamos. Los capítulos no están ordenados cronológicamente
ni siguen una secuencia. Los podéis leer en cualquier orden, aunque creo que el
orden por el que mis editores y yo nos hemos decidido tiene cierta fluidez: no
está hecho al azar. Para esta edición en rústica he añadido secciones a varios
capítulos; son actualizaciones cosechadas de mi experiencia en la gira de
promoción del libro en tapa dura, correspondencias recientes, tecnologías emergentes
y un par de nuevas colaboraciones. Mis ideas sobre todos los temas aquí
contenidos evolucionan constantemente a medida que aprendo más cosas.
Esto
no es un relato autobiográfico de mi vida como cantante y músico, aunque sin
duda gran parte de mi forma de entender la música ha resultado de muchos años
de grabaciones y conciertos. En este libro recurro a esa experiencia para
ilustrar los cambios en la tecnología y en mi manera de entender la música y
los conciertos. Muchas de mis ideas sobre qué implica aparecer en un escenario,
por ejemplo, han cambiado completamente a lo largo de los años, y mi propio
historial de conciertos es una manera de contar la historia de una filosofía en
constante evolución.
Otros
han escrito en profundidad sobre los efectos fisiológicos y neurológicos de la
música; algunos científicos han empezado a examinar los mecanismos exactos del
efecto de la música en nuestras emociones y percepciones.
Pero
no es de esto de lo que hablo aquí; me he centrado en cómo puede moldearse la
música antes de que llegue a nosotros, qué hace que nos llegue realmente o no,
y qué factores externos a la música misma hacen que nos haga vibrar. ¿Hay un
bar cerca del escenario? ¿Puedes guardarte esa música en el bolsillo? ¿Les
gusta a las chicas? ¿Es asequible?
He
evitado, en gran medida, los aspectos ideológicos de la creación musical y de
la producción. Queda fuera del ámbito de este libro el hecho de que la música
puede servir a intereses nacionalistas o escribirse para incitar a la rebelión
o derrocar una cultura establecida, tanto si el motivo es político o
generacional. Tampoco estoy muy interesado en estilos y géneros específicos,
pues me parece que ciertos modelos y modos de comportamiento a menudo se
repiten en círculos completamente diferentes. Espero que encontréis aquí algo
de que disfrutar, aunque mi propia música no os interese. Tampoco tengo interés
en el desmesurado ego que mueve a algunos artistas, aunque el maquillaje
psicológico de músicos y compositores da forma a la música en por lo menos
igual medida que cualquiera de los fenómenos que me fascinan. He preferido
buscar modelos de cómo se escribe la música, cómo se graba, distribuye y
percibe, para preguntarme después si las fuerzas que crearon y configuraron
esos modelos han guiado mi propia obra… y quizá también la obra de otros. ¡Se
espera que en este libro no solo hable de mí! En la mayoría de los casos la
respuesta es que sí; no soy diferente de los demás.
¿Arruina
el deleite hacerse tales preguntas en un intento de ver cómo funciona la
máquina? Para mí no. La música no es frágil. Saber cómo funciona el cuerpo
humano no impide disfrutar de la vida. La música ha existido desde que la gente
empezó a juntarse en comunidades. No va a desaparecer, pero sus usos y
significados evolucionan. Actualmente me siento conmovido por más música que
nunca. Tratar de verla con una perspectiva más amplia y profunda pone de
manifiesto que el lago es más amplio y profundo de lo que creíamos.
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