domingo, 21 de febrero de 2021

NO CUMPLEAÑOS


Algunos sabéis por qué este texto

Sin embargo, lo único que le ocurrió al huevo es que se iba haciendo cada vez mayor y más y más humano: cuando Alicia llegó a unos metros de donde estaba pudo observar que tenía ojos, nariz y boca; y cuando se hubo acercado del todo vio claramente que se trataba nada menos que del mismo Humpty Dumpty.

«¡No puede ser nadie más que él!» —pensó Alicia—. «¡Estoy tan segura como si llevara el nombre escrito por toda la cara!»

Tan enorme era aquella cara, que con facilidad habría podido llevar su nombre escrito sobre ella un centenar de veces. Humpty Dumpty estaba sentado con las piernas cruzadas, como si fuera un turco, en lo alto de una pared... pero era tan estrecha que Alicia se asombró de que pudiese mantener el equilibrio sobre ella... y como los ojos los tenía fijos, mirando en la dirección contraria a Alicia, y como todo él estaba ahí sin hacerle el menor caso, pensó que, después de todo, no podía ser más que un pelele.

—¡Es la mismísima imagen de un huevo! —dijo Alicia en voz alta, de pie delante de él y con los brazos preparados para cogerlo en el aire, tan segura estaba de que se iba a caer de un momento a otro.

—¡No te fastidia...! —dijo Humpty Dumpty después de un largo silencio y cuidando de mirar hacia otro lado mientras hablaba—. ¡Qué lo llamen a uno un huevo...!, ¡Es el colmo!

—Sólo dije, señor mío, que usted se parece a un huevo —explicó Alicia muy amablemente— y ya sabe usted que hay huevos que son muy bonitos, —añadió esperando que la inconveniencia que había dicho pudiera pasar incluso por un cumplido.

—¡Hay gente —sentenció Humpty Dumpty mirando hacia otro lado, como de costumbre— que no tiene más sentido que una criatura! (...)

—¡Qué hermoso cinturón tiene usted! —observo Alicia súbitamente (pues pensó que ya habían hablado más que suficientemente del tema de la edad; y además, si de verdad iban a turnarse escogiendo temas, ahora le tocaba a ella). Digo más bien... —se corrigió pensándolo mejor— qué hermosa corbata, eso es lo que quise decir...no, un cinturón, me parece... ¡Ay, mil perdones, no sé lo que estoy diciendo! —añadió muy apurada al ver que a Humpty Dumpty le estaba dando un ataque irremediable de indignación, y empezó a desear que nunca hubiese escogido ese tema—. «¡Si solamente supiera —concluyó para sí misma— cual es su cuello y cuál su cintura!»

Evidentemente, Humpty Dumpty estaba enfadadísimo, aunque no dijo nada durante un minuto o dos. Pero cuando volvió a abrir la boca fue para lanzar un bronco gruñido.

—¡Es... el colmo... del fastidio —pudo decir al fin— esto de que la gente no sepa distinguir una corbata de un cinturón!

—Sé que revela una gran ignorancia por mi parte —confesó Alicia con un tono de voz tan humilde que Humpty Dumpty se apiadó.

—Es una corbata, niña; y bien bonita que es, como tu bien has dicho. Es un regalo del Rey y de la Reina. ¿Qué te parece eso?

—¿De veras? —dijo Alicia encantada de ver que había escogido después de todo un buen tema.

—Me la dieron —continuó diciendo Humpty Dumpty con mucha prosopopeya, cruzando un pierna sobre la otra y luego ambas manos por encima de una rodilla —me la dieron... como regalo de no cumpleaños.

—¿Perdón? —le preguntó Alicia con un aire muy intrigado.

—No estoy ofendido —le aseguró Humpty Dumpty.

—Quiero decir que, ¿qué es un regalo de no cumpleaños?

—Pues un regalo que se hace en un día que no es de cumpleaños, naturalmente.

Alicia se quedó considerando la idea un poco, pero al fin dijo:

—Prefiero los regalos de cumpleaños.

—¡No sabes lo que estás diciendo! —gritó Humpty Dumpty—. A ver: ¿cuántos días tiene el año?

—Trescientos sesenta y cinco —respondió Alicia. —¿Y cuántos días de cumpleaños tienes tú?

—Uno.

—Bueno, pues si le restas uno a esos trescientos sesenta y cinco días, ¿cuántos te quedan?

—Trescientos sesenta y cuatro, naturalmente.

Humpty Dumpty no parecía estar muy convencido de este cálculo.

—Me gustaría ver eso por escrito —dijo.

Alicia no pudo menos de sonreir mientras sacaba su cuaderno de notas y escribía en él la operación aritmética en cuestión:

365 -1 = 364

Humpty Dumpty tomó el cuaderno y lo consideró con atención.

—Sí, me parece que está bien... —empezó a decir.

—Pero, ¡si lo está leyendo al revés! —interrumpió Alicia.

—¡Anda! Pues es verdad, ¿quién lo habría dicho? —admitió Humpty Dumpty con jovial ligereza mientras Alicia le daba la vuelta al cuaderno.

—Ya decía yo que me parecía que tenía un aspecto algo rarillo. Pero en fin, como estaba diciendo, me parece que está bien hecha la resta... aunque, por supuesto no he tenido tiempo de examinarla debidamente... pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta y cuatro días para recibir regalos de no cumpleaños...

—Desde luego —asintió Alicia.

—¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!

—No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» —observó Alicia.

Humpty Dumpty sonrió despectivamente.

—Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada».

—Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» —objetó Alicia.

—Cuando yo uso una palabra —insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso— quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.

Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí

 


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