domingo, 26 de agosto de 2018

ROMANCE DE LA CAMPANA DE HUESCA



Don Ramiro de Aragón,
el rey monje que llamaban,
caballeros de sus reinos
muchos lo menospreciaban,
porque era manso y humilde
y no sabidor de armas,
por lo que no le obedecen,
por lo que le desacatan.
Ha enviado un mensajero
al monje que lo criara,
a San Ponce de Tomeras
donde el buen abad moraba,
para que le diese consejo
que ninguno le acataba.
El mensajero se parte
y al abad le da una carta.
El abad no le responde;
en la huerta sólo entraba
el mensajero con él,
que respuesta le demanda.
El abad le despachó
sin hablarle una palabra.
La respuesta que le diera
fuera cifra bien cerrada,
que sacando allí un cuchillo,
las ramas altas cortaba.
Despedido el mensajero,
mal contento se tornaba.
Como fue llegado al rey,
le dijera estas palabras:
-“Mal recado os traigo, rey,
que el monje no vos preciaba,
ni me quiso dar respuesta;
creo que de vos burlaba;
entróse luego a una huerta
en leyendo vuestra carta,
y afilando allí un cuchillo,
las ramas emparejaba.”
Oyendo estas razones
el rey las disimulara:
Entendió bien la respuesta
y el consejo que le daba.
Hizo llamar a las Cortes,
a Cortes que celebraba:
dice que hacer quería
una solemne campana
que se oyese por el reino
y sonase en toda España.
Viérades de esto gran risa;
los grandes de ello mofaban.
En esa ciudad de Huesca
muchas gentes se juntaban;
Llamó un día a los señores,
y en su cámara les habla,
y a sus hijos herederos
hizo quedar en la sala.
En entrando, todos ellos
viéronse entre gente de armas;
mandó cortar las cabezas
a los que más se burlaban.
Quince fueron sentenciados,
a los otros perdonara.
Mandó sacar las cabezas
a los mozos de la sala:
díjoles que eran sus padres
todas las que allí miraban,
porque le tenían en poco
y en su presencia burlaban;
que viesen aquel ejemplo,
y ellos mojasen la barba.
Así fue temido el monje
con el son de esta campana.

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