jueves, 28 de junio de 2018

LEADENHALL MARKET



En Gracechurch Street, inaugurado por vez primera a mediados del siglo XVI, es uno de los mercados más antiguos de Londres. Sin embargo, debe su aspecto victoriano a las remodelaciones de siglos posteriores y a la actual profunda restauración —que respetó el estilo inglés del XIX— de sus elementos decorativos y arquitectónicos. Su peculiar belleza reside en la capacidad de trasladar en el tiempo a sus visitantes, en cuanto desembocan en sus galerías abovedadas, y en el encanto mágico que desprenden sus vidrieras y molduras de madera pintada. Situado en la City, barrio habituado a las oficinas de acero y cristal, constituye un oasis extraño y maravilloso en plena arquitectura del siglo XXI.

Consideraciones victorianas aparte, al señor Livingstone le gustaba Leadenhall, sobre todo bajo la luz tamizada que se colaba por sus bóvedas acristaladas durante los atardeceres de otoño. Le parecía un lugar tan decadente y nostálgico, tan cargado de recuerdos y glorias de otros tiempos, que a menudo se sorprendía imaginando a Geralt de Rivia tomándose un té en alguno de sus pequeños cafés. En secreto se alegraba de que las películas de Harry Potter hubiesen contribuido a localizar el Caldero Chorreante y el Callejón Diagon en aquellas galerías comerciales. Un par de tardes al mes, si conseguía irse temprano de Moonlight Books, no era una novedad verle visitando con ensimismada curiosidad las librerías, papelerías y tiendas de regalos que poblaban el peculiar mercado.


La noche antes de Navidad, la bellísima iluminación cenital de Leadenhall Market envolvía en calidez su particular atmósfera. La entrega de los Bookers Prizes del año tenía lugar en la plaza central del mercado, justo en la confluencia de sus cuatro galerías, frente a The Pen Shop.

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