Lo sé, lo sé,
Shakespeare gusta a todos. Pero ¿cómo podría no gustar? Vamos que… Mercucio y
Bottom y «Es el ruiseñor» y el bosque de Birnam y «¡Nuestra banda de hermanos!»
y La ratonera y «¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!» y
Dogberry y «Bésame, Kate» y la pobre Cordelia. ¿Qué podría no encantarnos? Mi
obra favorita es Noche de reyes, que logra ser hilarante y emotiva a un tiempo.
(Recomiendo la versión de Imogen Stubbs y Ben Kingsley). Tom Stoppard tiene
razón: Viola es la mejor heroína de la literatura.
También odio a
Shakespeare. Se le da todo tan bien: personajes, tramas, diálogos, la comedia,
la tragedia, el suspense, el romance, las réplicas ingeniosas, la ironía. Está
claro que todas las hadas madrinas asistieron a su bautizo. (Evidentemente, la
maldición del hada malvada fue más o menos: «Nadie creerá que un chico de
Stratford-on-Avon pueda escribir algo así, y te volverán loco afirmando que tus
obras fueron escritas por Christopher Marlowe, la reina Isabel o un comité»).
La mayoría de
los autores se defienden con uno o dos talentos, o se limitan a contar la misma
historia una y otra vez, como F. Scott Fitzgerald con Zelda, o sólo escriben un
libro, como Margaret Mitchell o Harper Lee. Pero Shakespeare escribió un montón
de cosas, todas geniales. Podía escribir vodevil, luchas a espada, escenas
amorosas y filosofía. Sus personajes secundarios son geniales —Feste, Puck,
Polonio y Falstaff— y sus mujeres son las mejores de la literatura: Beatriz,
Porcia, Helena, lady Macbeth y Rosalinda. Su estructura narrativa es
deslumbrante, sus escenas de muerte son inolvidables. Lear diciendo: «Tan
cierto estoy de ser un hombre como de que esta dama es mi hija Cordelia» y
«Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca». Podía tomar exactamente la misma historia
de amantes desventurados y contarla en clave de tragedia (Romeo y Julieta),
luego en clave de farsa (la obra de Píramo y Tisbe en El sueño de una noche de
verano), en clave de comedia romántica (Mucho ruido y pocas nueces) y en clave
de tragicomedia (Cuento de invierno), y en cada ocasión transmitir algo nuevo y
original. Y, por si eso no fuese suficiente, inventó toda la lengua inglesa. Es
por completo injusto.
Incluso se le
dan bien las comedias alocadas.
Connie Willis, Lo Mejor de Connie
Willis I
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