Harry bajó la
vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un
taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso
un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy
sucio. Tía Petunia no lo habría admitido en su casa.
Tal vez tenían
que intentar sacar un conejo del sombrero, pensó Harry algo irreflexiblemente,
eso era lo típico de... Al darse cuenta de que todos los del comedor
contemplaban el sombrero, Harry también lo hizo. Durante unos pocos segundos,
se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura
cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que
no soy bonito,
pero no juzgues por
lo que ves.
Me comeré a mí mismo
si puedes encontrar
un sombrero más
inteligente que yo.
Puedes tener bombines
negros,
sombreros altos y
elegantes.
Pero yo soy el
Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a
todos.
No hay nada escondido
en tu cabeza
que el Sombrero
Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te
diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a
Gryffindor,
donde habitan los
valientes.
Su osadía, temple y
caballerosidad
ponen aparte a los de
Gryffindor
Puedes pertenecer a
Hufflepuff
donde son justos y
leales.
Esos perseverantes
Hufflepuff
de verdad no temen el
trabajo pesado.
O tal vez a la
antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente
dispuesta,
porque los de
inteligencia y erudición
siempre encontrarán
allí a sus semejantes.
O tal vez en
Slytherin
harás tus verdaderos
amigos.
Esa gente astuta
utiliza cualquier medio
para lograr sus
fines.
¡Así que pruébame!
¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una
bofetada!
Estás en buenas manos
(aunque yo no las tenga).
Porque soy el
Sombrero Pensante.
J.K. Rowling, Harry Potter y la
Piedra Filosofal
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