Una
apasionante novela ambientada en nuestro Siglo de Oro, en la época de las
brujas y las beatas, de los exorcismos y los milagros, cuando la mística y el
fervor religioso convivían con la sensualidad y la magia.
Toledo, 1625.
Una mujer se encuentra presa en la cárcel secreta del Tribunal de la Santa
Inquisición, acusada de hechicería. Varias personas aseguran que causa
enfermedades y desgracias con la sola imposición de sus manos desnudas. ¿Es una
bruja o una santa? ¿O quizás solamente una farsante?
La testigo
principal es Berenjena, una lavandera del Hospicio de la Santa Soledad de la
Villa de Madrid. Su relato se remonta al día en que la acusada, entonces un
bebé indefenso, llegó al hospicio envuelta en un chal azul con unos extraños
bordados. Tenía una fiebre tan alta que enseguida se temió por su vida. Eran
tiempos aciagos en los que la peste negra sembraba el terror. Berenjena quiso
indagar en el misterioso origen de la niña pero, a medida que se acercaba a la
verdad, más peligrosa era su investigación, y varias personas relacionadas con
su nacimiento aparecieron muertas... Las revelaciones sobre su pasado decidirán
el veredicto que sellará su destino.
Cristina
López Barrio toma de un verso de Lope de Vega el título de su libro.
Es más, cada una de las dos partes de su libro comienzan con los tercetos de
dos sonetos que mejor reflejan el sentimiento amoroso en lengua castellana; la
primera parte, con el de Lope (esto es amor, quién lo probó lo sabe); la segunda, con el de Quevedo
(polvo serán, mas polvo enamorado).
En
la primera parte, Berenjena, movida por viejos rencores y malentendidos, cuenta
ante el tribunal de la Inquisición la infancia de Bárbara y Diego, dos niños
que ingresan en el orfanato, en un momento que la peste hace estragos en
Madrid; cómo los pequeños se van a hacer inseparables; como las manos de la
niña tienen el poder de curar las enfermedades o de emponzoñarlo todo, según su
estado de ánimo, y todos los hechos extraños que rodean el nacimiento de Bárbara,
que Berenjena intentará desentrañar a lo largo del tiempo.
En
la segunda parte, Berenjena es introducida en la celda de Bárbara como espía, y
será ésta quien cuente a la vieja lavandera cómo huyo del hospicio junto con
Diego, cómo los acoge una hermandad secreta herética, cómo, movida por los
celos, rompe con Diego y se distancia de él, y vemos cómo la magia va
adquiriendo un papel principal.
Cada
una de las tramas se va alternando con el proceso que tiene lugar en Toledo, ante
esa tribunal Inquisitorial, donde destacan dos figuras: Iñigo, el joven y
misterioso fiscal, y Pedro Gómez de Ayala, un segundón de familia noble que ha
tenido que meterse en la Iglesia y espera encabezar una causa contra alguna
corriente herética para catapultarse políticamente.
A
lo largo de las dos tramas, desfilan distintos personajes secundarios, todos
ellos muy bien trabajados: la Blasa, la nodriza que amamantará a los dos niños;
la hermana Ludóvica, que es más que la herbolaria y enfermera del orfanato;
Tomás, el pilluelo de la calle que muchas noches velará los sueños de Bárbara;
Berta, la leal criada de la madre de bárbara; Goliat, ese gigante-golem cuya
aparición anticipa la muerte…
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