A
mí me gusta leer desde que era muy pequeña. No fui una de esas niñas tan
precoces que con tres o cuatro años ya leen solas; yo, en realidad, aprendí a
leer en el colegio, como todo el mundo. Pero, en cuanto empecé a juntar letras
y descubrí que formaban palabras, y que esas palabras contaban historias, ya
nada pudo pararme. Y comencé a devorar cuentos, y después libros. No tardé en
darme cuenta de que los que más me gustaban eran los de aventuras y fantasía, aquellos
que me transportaban muy lejos, a mundos mágicos y reinos de leyenda. Y así,
poco a poco y casi sin percatarme de ello, fui seleccionando mis primeras
lecturas. Por supuesto, había algunos libros que no me gustaban, que me
parecían aburridos o demasiado complicados. Pero no pasaba nada: yo sabía muy
bien que, igual que había libros aburridos, había otros apasionantes, así que
simplemente seguía buscando. Y encontrando.
Probablemente
mi primer libro “gordo” fue La Historia Interminable, de Michael
Ende, que leí con ocho años más o menos. Mis padres me dijeron que no
era para niños y que no lo iba a entender. Pero a pesar de todo me apasionó y,
en cuanto lo terminé, volví a empezarlo de nuevo desde la primera página, para
vivir otra vez las maravillosas aventuras de Bastian y Atreyu en Fantasía. Y
así una y otra vez. Creo que no exagero si digo que debo de haber leído La
historia interminable veinte veces por lo menos.
Porque La
historia interminable es mi libro especial.
Todos tenemos
uno. Algunos lo descubren muy pronto, otros tardan más y otros,
desgraciadamente, no llegan a encontrarlo nunca, porque apenas han dedicado
tiempo a buscarlo. El libro especial es el primero que te engancha hasta el
punto de no poder soltarlo. El primero que te emociona de verdad. El que
recuerdas mucho después de haberlo acabado. El que releerías una y mil veces,
descubriendo nuevos matices en cada ocasión. El que te hace sentir que tú y sus
personajes sois, y seréis, amigos para siempre, por muchos años que pasen.
¿Y cuál es ese
libro especial? Lo cierto es que no se puede contestar a esta pregunta
ofreciendo un solo título, ni siquiera una lista. El libro especial no tiene
por qué ser el gran clásico de la literatura que todos los expertos
recomiendan, ni el último best-seller que todo el mundo conoce aunque solo sea
de oídas. Podría serlo. O tal vez no.
Podría ser ese
libro que te llama la atención desde el expositor de una librería. El que está
leyendo tu vecino de pupitre, tal vez sin mucho interés. El que te regala tu
tía por tu cumpleaños. El que se esconde en el rincón perdido de una
biblioteca. Incluso -sí, sí- el que te mandan como lectura en el colegio.
Podría ser
cualquiera. Porque el libro especial, el que te llega al corazón y te engancha
a la lectura para siempre, es distinto para cada persona.
Por eso no me
gusta recomendar libros. La lectura es algo tan personal y subjetivo que nunca
sabes si vas a acertar o no. ¿Y si tu libro especial le parece un tostón a tu
mejor amigo? ¿Y si el libro que tú no pudiste acabar resulta ser más adelante
el libro especial de tu hermana?
No se puede
saber. Por eso, averiguar cuál es tu libro especial es algo parecido a partir
en busca de un gran tesoro. Y por eso es bueno dar una oportunidad a todos los
libros que caen en tus manos. ¿Qué este es aburrido? Mala suerte, pero no te
rindas; déjalo a un lado y elige otro. Ve a una librería, o a una biblioteca, y
déjate llevar por tu intuición. Casi seguro que acertarás, porque tu libro
especial quiere dejarse encontrar. Y, si esos primeros libros no son el que
estabas buscando, no desesperes: cada libro leído te acerca un paso más al libro
perfecto para ti.
Porque hay
millones de libros en el mundo. Algunos no te gustarán, otros te resultarán
entretenidos, otros los disfrutarás mucho... y uno de ellos te abrirá la puerta
a un mundo sin fronteras
.
.
Si ya has
encontrado tu libro especial, sabes de qué estoy hablando. Y si no... ¿a qué
esperas para empezar a buscarlo?
Laura Gallego
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