Ayer por la
noche pudimos contemplar el último montaje de Yllana, donde desde el primer
minuto nos arrancaron la sonrisa y la carcajada en esa irreverente visión sobre
la gastronomía y todo lo que le rodea.
La historia se
centra en un chef de gran prestigio que ha perdido la inspiración y que tiene
que confiar en un disparatado equipo de cocineros o en su familia para crear
una receta espectacular y novedosa y así mantener las estrellas de su
restaurante. Al mismo tiempo vemos distintas facetas del mundo de la cocina,
como nuestra relación con los alimentos que ingerimos, los animales que nos alimentan
(en la granja de mi tío, iiia, iiia, iiio), las diferentes cocinas y sabores
del mundo. Vemos los egos, la competición entre estos “cocineros estrella” y es
crítica final al mundo de los críticos.
La
historia se nos cuenta a través de ocho escenas disparatadas, con una escenografía
sencilla, que nos lleva desde una cocina a distintos restaurantes, pasando por
una granja. Los gags son continuos, y aún no hemos terminado de disfrutar uno,
cuando ya estamos esperando el siguiente.
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