Casi han acabado el trabajo de condensar a los clásicos. Se trata
de un pequeño grupo de entusiastas condensadores, supuestamente subvencionados
por Andrew
Carnagie, que han trabajado durante los últimos cinco años para reducir
la literatura mundial a bocados comestibles para consumición del agotado hombre
de negocios.
Los Miserables ha sido reducido a diez páginas. Parece que Don
Quijote ocupa una columna y media. Las obras teatrales de Shakespeare
no pasan de ochocientas palabras cada una. La
Iliada y La Odisea cabrán en el texto de un componedor y medio cada una.
Es algo magnífico poner a los clásicos al alcance del hombre de
negocios cansado o retirado, aunque estigmatice el intento de colegios y
universidades de poner al hombre de negocios al alcance de los clásicos. Pero
aún hay un modo más rápido de presentar el asunto a quienes han de correr
mientras leen: reducir toda la literatura a titulares de prensa, seguidos de
una pequeña nota que resuma el argumento.
Por ejemplo, El Quijote:
CABALLERO DEMENTE EN UNA LUCHA ESPECTRAL
Madrid, España (Agencia de Noticias Clásicas) (Especial). Se
atribuye a histerismo de guerra la extraña conducta de don Quijote, un
caballero local que ayer por la mañana fue arrestado mientras «combatía» con un
molino. Quijote no supo dar una explicación de sus actos. [...]
Ernest
Hemingway
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