Yo siempre quise ser
una mujer de bien,
ser alguien de
provecho, valiente, emprendedora,
mesurada en las
fobias, estable en los afectos,
brillante en los
estudios, por poner un ejemplo.
Yo siempre quise ser
una mujer de bien
y tenerlos a todos
felices y contentos,
a mis padres y
amigos, a Fulano y a Mengano,
a Diestro y a
Siniestro…
Pero hay alguien en
mí que todo lo estropea,
que tuerce los
caminos, equivoca las cosas,
desbarata mis planes,
incumple mis promesas.
Alguien que pisa
antes que yo sobre mis huellas.
En fin, visto lo
visto, ya lo dicen mis padres:
a este paso, hija
mía, no llegarás a nada.
Está bien, os lo
debo, lo siento, lo confieso:
aludiendo a un
anuncio, no soy como Farala.
Soñadora, insegura,
mitómana, algo vaga,
con vocación de
hormiga y verano de cigarra,
contradictoria y
harta de conciliar extremos
en mi defensa alego
que siempre quise ser
una mujer de bien
pero que en su
defecto
soy, en el buen
sentido de la palabra, mala.
Silvia Ugidos
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