LA CHICA QUE CONOCÍ
EN UNA BODA
fue la prima que
entonces se casó
luego hubo baile
piano y batería mucho
vino
yo diría que gentes
más bien pobres
con los trajes de
muerto de las fiestas
nevaba muchos viejos
que echaban la
colilla en un barreño
y sacudían la mota
mucha música
la pizpireta que se
está
bajando las bragas
se pone de puntillas
mira la galería
con aquellos ojazos
virgen santa
y aquel reír el vino
estuvo luego haciendo
lo restante
hasta que ya no pude
contenerme y se lo dije
no a ella
a mis amigos
y estuve enamorado
como un mes
¡Qué delicia escarbar
en la pelambre
hasta dar con el
cuero cabelludo
y allí cientos de
liendres eruditas
ahítas de la sangre
eminentísima
de tal o tal talento
alejandrino!
Felices con sus
propias deyecciones
plasman en un papel
los grumos últimos.
Como un rayo lo
imprimen en itálicas,
y tras uso de zafa y
toalla sucia,
y una vez ajustados
busto y medias,
instalan su real
cuerpo en Boulevard Cavafís
y les ingresa en
cuenta el señor March.
Qué dispendioso
pulular de nombres,
de ateridas esperas
mientras la madrugada
difuminaba taxis en
una sucia niebla.
Qué lástima de tiempo
barajando
naipes ya de textura
ala de mosca
cuando el sol
meridiano, más de un punto granado,
no sabe de demoras,
admite alistamientos
sin requisito alguno,
por ahogado de sombra
que llegue el aspirante,
para entregar a
cambio manos como paneles,
ríos de campanillas,
zureos de palomas,
terco mundo presente,
que fulgura y se
esfuma tan tranquilo,
negándose de plano -y
con cuánto derecho-
al deshonesto oficio
de pañuelo de lágrimas.
MINUTOS
Consérvanse, hasta
ahora, las raíces capilares,
la molestia periódica
en la boca
que requiere de
frontes muy seguidos.
La loca de la casa
revolotea en cenizas,
el moscardón aguarda
inútilmente el mes de
abril, la sangre
se licúa como en
Nápoles,
adelgaza la mugre en
la rafia, en el brillo.
El resplandor del
mundo cada vez menos claro.
La llama, un día
viva,
gotea regularmente
por sucios y borrosos baldosines.
Agorera, la luz,
parpadea, tuerce el
gesto, me rindo:
roja, ahora negra,
roja.
Abre la nicotina
muescas en el diencéfalo.
Los libros me
prometen no bostezar ya más.
A vueltas con la
cuerda, con el musgo
que la lluvia ha
logrado en el alféizar.
Ruego al cielo que
pare el artefacto
o que rompa en las
rosas más azules.
DUCHESSE DE NORMANDIE
Con lunares postizos
como las Silenciosas
paseas por la vulgar
barriada de los ricos
vibrando en los
incendios del color amarillo
fichando marquesinas
y criados
para la fiesta
tentacular del fuego.
A pie firme resistes
el verano. Mientes
en danés. Acabas la
noche ¡oh loca de ojos húmedos!
en imposibles barras
de bares periféricos
pidiendo con voz
ronca una copa no más la última copa
de espesa menta y una
mirada amable
que borre tanta
llaga, tanta
bajada a los
infiernos, deseados lo sabes,
desde los días
dorados de Palm Beach.
EL CINE DE LOS SÁBADOS
maravillas del cine
galerías
de luz parpadeante
entre silbidos
niños con su mamá que
iban abajo
entre panteras un
indio se esfuerza
por alcanzar los
frutos más dorados
ivonne de carlo baila
en scherezade
no sé si danza
musulmana o tango
amor de mis quince
años marilyn
ríos de la memoria
tan margos
luego la cena
desabrida y fría
y los ojos ardiendo
como faros
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