No fue fácil
para Isla cambiar de ciudad y empezar de cero en un nuevo instituto.
El primer día
de clase, conoce a Carballo, un adolescente problemático, y su grupo de amigos que
le harán la vida imposible. También conoce a Mar, que será su nueva mejor amiga
y le ayudará en esa situación de acoso, y a Ángel, por el que siente algo.
Pero Isla es
también Casiopea, su nick en los foros sobre astronomía en los que participaba.
Allí fue donde conoció a Júpiter, alguien que parecía saber mucho sobre las
estrellas. Las largas conversaciones que ambos mantenían hasta bien entrada la
madrugada, encendieron una luz. Entre los dos existía una magia que traspasaba
las fronteras del ciberespacio. Isla sentía la necesidad de saberlo todo sobre Júpiter:
dónde vivía, a qué instituto iba, su nombre real... Se citaron para conocerse
una noche de San Juan de hogueras y mar embravecido.
Fue entonces,
después de despedirse de su amiga Mar, cuando Isla se precipitó en la
oscuridad. Su vida estaba a punto de cambiar para siempre.
Ledicia
Costas nos sorprende con esta historia, en la que deja de lado la
fantasía para centrarse en un tema cercano y actual como el acoso y el
maltrato, entre otros. Con una estructura circular, pues el libro comienza y
termina con la cita entre Casiopea y Júpiter, nos encontramos con un relato, a
veces, duro (la autora no se anda con tapujos), pero que enseguida nos atrapa
(la forma, por ejemplo, de reproducir los chats entre Casiopea y Júpiter). A
ello, hay que sumar las referencias a la astronomía o la mitología, sin
olvidarnos de las citas que introducen cada capítulo.
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