y el mundo se quebró, pensé que mi vida se
quedaría siempre rota por aquella noche en las montañas: el día anterior, el
día posterior. Nada volvería a ser igual. Recuerdo ese ruido como de trueno
cuando llegó el terremoto, el olor a sangre y cenizas en el aire, la sensación
granulosa en mi piel debido al polvo del palacio destruido y el sabor metálico del
miedo y la pérdida en la lengua. Recuerdo la sorpresa que sentí al ver salir el
sol aquella mañana. Pero el sol salió, como siempre bacía, como siempre baria.
Yo viví y el mundo que conocía murió.
Crecí en este
mundo nuevo y pensé que nada volvería jamás a hacerme daño.
Era tan
joven..., muy, muy joven.
Pero pronto
aprendí que hay muchos lugares donde el dolor se puede esconder en esta vida terrenal
que nos dan para vivir, fuera del reino bendito de Cahan, los Tres Cielos donde
moran los Inmortales. Fui amada por aquellos que nacieron para amarme, mi
madre, mis hijos, y por los que decidieron amarme, mi esposo y las hermanas de
mi corazón. Los perdí o sobreviví a todos; ahora soy una anciana y a la luz de
las estrellas espero a que el sol salga otra vez en un nuevo día, aguardo el
momento en que salga el sol y vea el amanecer en las orillas de ese ríoque debo
cruzar antes de estar de nuevo con aquellos a los que he amado.
He vivido en
tres reinos imperiales. La mía fue una época de amor y fuego, de dolor, de
pérdida, de alegría, de pesar, de risas, de codicia y arrogancia, de sueños y
traiciones. Era el mundo de la familia, de los antepasados y del vínculo del
jin shei, la hermandad de mujeres que confirmaron la sociedad en la que yo
nací. Pertenecí a mi mundo y éste me pertenecía a mí; y, sin embargo, no era
más que un diminuto rincón del Imperio en el que también yo desempeñé un pequeño
papel.
Todas las
mujeres de Syai reciben el don del juramento secreto, la promesa eterna, el
vínculo que no se rompe. Compartí mi vida con una alquimista, una sabia, una
guerrera, una nómada, una cabecilla de los rebeldes, un espíritu amoroso y una
Emperatriz que soñaba con la inmortalidad y estuvo a punto de destruirnos a
todas. Los años de la hermandad. Los años del jin-shei.
Alma Alexander, El Lenguaje
Secreto del Jin-Shei
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