Un año
decisivo: 1492. Dos ciudades singulares: Granada y Barcelona.
Luis
García Jambrina nos presenta en su novela a tres mujeres que son las
narradoras y protagonistas de tres historias que se van entrelazando hasta
converger en un acontecimiento histórico que pudo cambiar el rumbo de España y
de Europa: el atentado sufrido en Barcelona por el rey Fernando II de Aragón.
Por un instante, el destino del hombre más poderoso de su tiempo estuvo en las
manos de tres mujeres que habían sido víctimas de sus decisiones y tropelías.
Su esposa, Isabel I de Castilla, tratará de sacar partido de tan sangriento
hecho.
Amores, odios,
pasiones, crímenes, venganzas, injusticias, persecuciones, intrigas, conflictos
políticos y religiosos y abusos de poder, sobre el telón de fondo de la toma de
Granada, la expulsión de los judíos, el descubrimiento de un nuevo mundo y el
alumbramiento de una nueva época. En definitiva, un animado tapiz histórico
tejido con los hilos de muchas vidas particulares que muestra las diferentes
caras de una verdad pronto eclipsada por la versión oficial. Una mirada
distinta sobre la corte de los Reyes Católicos.
Beatriz
Galindo, más conocida como la Latina, maestra de latín de la reina, que será
violada por un borracho Fernando II; de resultas, queda embarazada y se ve
obligada a casarse deprisa y corriendo, con un noble del que se muestra
recelosa. Siempre será fiel a la Corona, pero nunca podrá perdonar al rey.
Hay años en los que los
acontecimientos se suceden y eslabonan de tal forma que apenas tenemos tiempo
de asimilarlos; años en los que las vidas y destinos se entrelazan y bifurcan
una y otra vez; años en los que todo parece pender de un hilo tan sutil que en
cualquier momento podría romperse. Años, en fin, de incertidumbre, de
encrucijada, de expectación… El de 1492 fue uno de esos periodos. Naturalmente,
no todo lo que en él ocurrió fue bueno ni justo ni encomiable; de hecho, yo aún
no sé muy bien cómo calificarlo. Annus mirabilis aut horribilis? (¿Año
maravilloso u horrible?). Para unos, sin duda, fue un annus mirabilis; para
otros, más bien horribilis. Para mí, Beatriz Galindo, fue el mejor y el peor de
los tiempos, pues en él se entremezclan hebras de oro con las de lana negra, lo
que me ha dejado, desde entonces, una extraña sensación agridulce en la
memoria…
Catalina de
Dalt, una aristocrata levántisca catalana, que odia a Fernando II por la muerte
de su padre y el trato dado a la nobleza catalana, altanera, ambiciosa y sin
escrúpulos, no duda en emplear sus artes (fuerza, inteligencia, cultura,
belleza, sexo…) para manipular a cualquiera con objeto de lograr sus propósitos (que se lo pregunten a
Omar). Es una mujer rebelde para la sociedad de su tiempo: le gusta su independencia
y es la amante de su hermano gemelo, quien le persuade para camelarse al rey y
llevárselo a la cama. La humillación que sufrirá en un momento dado y su
posterior abandono harán que su odio se acreciente.
Con razón dicen que las malas
noticias viajan a caballo y las buenas a pie. La de la caída de Granada debió
de hacerlo en un corcel volador, pues llegó a Barcelona al poco tiempo de
haberse producido, cogiéndonos a todos por sorpresa y con el pie cambiado.
Cuando digo a todos, me refiero, claro está, a los míos, a los de mi estirpe,
y, por extensión, a los pocos nobles levantiscos que aún quedaban en Cataluña.
Después de tantos años de campaña, la mayoría de nosotros pensábamos que la
guerra contra el reino de Granada se había estancado de forma indefinida. Y
hete aquí que, de repente, nos llegaban nuevas de que Isabel y Fernando,
Fernando e Isabel, pues la verdad es que estaban hechos el uno para el otro,
aunque en un principio ninguno de los dos estuviera destinado a ser rey,
acababan de entrar en la Alhambra con grandes muestras de poderío y
magnanimidad…
Sara Dertosa,
una joven judía, odiará al rey tras ver morir a su padre por consecuencia del
edicto de la expulsión de los judíos. Cree que es el instrumento de la venganza
de Yavhe y no cejará en su empeño. Es más, después de encontrarse con Omar, el
joven moro converso que quiere cobrarse la muerte de su padre, su idea se
ratifica
Los recuerdos se agolpan y
entremezclan de tal forma en mi corazón que me resulta muy difícil ordenarlos e
insertarlos, como si fueran las cuentas de un collar, en este relato al que
ahora doy comienzo para que, en el futuro, puedan leerlo mis hijos y los hijos
de mis hijos y las sucesivas generaciones, porque ellos tienen derecho a saber
de dónde vienen y quiénes fueron sus antepasados, los lugares en los que hemos
vivido y lo mucho que hemos sufrido hasta llegar aquí. Corría el año 5252 de la
Creación, que, en el calendario vulgar, se correspondía con el de 1492 de la
era cristiana, de infausta memoria para nuestro pueblo por lo que aconteció en
Sefarad. En los meses previos, pocos fueron los que presagiaron que algo así
iba a suceder. Ninguno de nuestros sabios astrólogos observó nada extraño en la
disposición de las estrellas. Ningún profeta nos avisó con la debida antelación
de que debíamos prepararnos…
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