Enviado por Laura
Morcillo e Isabel Salinas (S2C)
Esta
exposición la pudimos ver en Madrid, en la Biblioteca Nacional. Nada más
llegar, fuimos recibidos por un guía, que nos dio un folleto explicativo de la
exposición y un cuadernillo de actividades.
Pasa
Página, como podemos leer en el cuadernillo de actividades que nos dieron, es,
ante todo, un homenaje a la lectura. Un recorrido cómplice por los libros, por
quienes los hacen y por las historias que se esconden en ellos. Vidas que solo
cobran sentido cuando los lectores las hacemos nuestras y las convertimos en
parte de nuestra propia existencia.
Y como la
lectura es un ámbito de libertad y de intimidad, no hay un único camino en este
viaje. Al revés: en él encontramos tantos itinerarios como queramos inventar,
de modo que cada visitante pueda elegir su propio rumbo a través de las
diferentes secciones de esta exposición. Los organizadores nos proponían cuatro
diferentes: el viaje literario, el viaje emocional, el viaje creativo y el
viaje profesional.
Pasa
Página reivindica la lectura, pero no lo hace sólo a través de los libros. Nos
acerca al mundo de la lectura también con otros materiales que los ilustran y
complementan: fotografías, documentos audiovisuales y objetos muy variados
El guía nos
llevó a una sala donde había doce apartados con muchas actividades diferentes.
Allí nos explicó las diferentes secciones y las actividades que podíamos hacer
(algunas interactivas, otras para hacerlas en redes sociales). Veamos algunas
de ellas:
En el primer
apartado, Todo es empezar, había que
reconocer el principio de algunas historias y unir con sus respectivas
portadas, y si acertábamos se encendía una luz. Ponían a prueba nuestra memoria
e intuición a la hora de identificar los principios de algunas de las grandes
obras de la literatura universal: Harry Potter, Cien años de soledad, La
metamorfosis, Cumbres borrascosas, etc...
En el segundo
había dos zoótropos, con los que se hacían las animaciones antiguamente. En ese mismo apartado podías girar dichos
instrumentos.
En
el tercer apartado había dos cajones con sus propios cascos, si te pones uno de
los cascos te explica lo que hay dentro de ese cajón.
En el
siguiente había unas gráficas, en una representaba donde lee la gente, en otra
que tipo de libros lee la gente y en el último porque motivo lee la gente. En
el mismo apartado, había tres dispensadores donde tenías caramelos, y en cada
unos de ellos había una respuesta; la pregunta era ¿Por qué lees?
Acontinuación había que recomendar en un papel un libro y guardarlo en unos
cajones por orden alfabético. En el siguiente era uno parecido, pero había que
recomendar una librería.
En el
siguiente apartado explicaban como los autores de novelas gráficas o comics
preparan sus libros mediante bocetos (Las meninas, de Santiago García y Javier
Olivares). O el artista David Espinosa que nos ofrecía sus personales
recreaciones de tres conocidas obras de la literatura universal.
También
podíamos ver cómo distintos autores nos comentaban el libro que era especial
para ellos, o como les había marcado:
Otra
sección que llamó la atención es Este sillón es incómodo, a partir de una serie
de fotografías que el diseñador y artista italiano Bruno Munari publicó en
1944, en las que buscaba la postura más cómoda para leer en un sillón. Una
reflexión gamberra y divertida sobre los espacios de lectura, en el
convencimiento de que, al final, puede leerse en cualquier sitio y de cualquier
manera, incluso en un sillón, como este, incómodo.
Otra
propuesta era un plano del metro con unas líneas muy sugerentes y unas
estaciones curiosas y llamativas, que en realidad son títulos de libros muy
conocidos de la literatura universal, tanto clásica como juvenil:
También
vimos libros singulares, extraños, como esos posters que tras su aparente
dibujo se escondían libros enteros con letras muy pequeñas, para poder leerlo
tenias que hacer una foto al poster y ampliarla (Moby Dick, Poeta en Nueva
York), o propuestas para crear nosotros mismos un poema, un libro…
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