-¡Buenos días!
-me sobresalta Yoana con su grito
-Madre mía,
qué energías tienes. Con lo a gusto que se está durmiendo.
-Sal ya de la
cama, dormilona.
Voooy
-protesto-. Aún es Pronto
-Uy, mira, se
ha vuelto a caer la foto de Richy.
-Como cada
noche.
Ella se agacha
e intenta volver a clavarla en su sitio.
-No hay
manera...
Salgo de la
cama y me acerco a ayudarla. Al final, como siempre, soy yo la que consigue que
se sostenga.
-¿A que es
guapo mi Richy?
Miro la foto.
Lo tengo ya tan visto que es casi como si lo conociera en persona. La verdad es
que se parece un poco al ideal de chico que me gusta: moreno, con el pelo
ondulado, mandíbula fuerte...
-Pse le digo-.
Feo no es. Pero...
-¿Pero qué?
-Pues que
basta mirarlo para darse cuenta de que...
-¿De qué?
Me encojo de
hombros.
-Mejor no te
lo digo, porque seguro que te ibas a enfadar.
-¿Por qué?
¿Por qué me iba a enfadar?
-Porque «tu
Richy» es muy guapo, pero no me gusta nada. Y seguro que a ti no te gusta que
te lo diga.
Ahora es Yoana
la que se encoge de hombros.
Venga, que
prometo no enfadarme. ¿Qué es lo que no te gusta de él?
-Pufff, ¡todo!
-me río-. Claro que lo que pasa es que mi opinión se ha formado a partir de las
cosas que tú me has contado y seguro que muy objetiva ni soy...
Yoana sigue
mirándome. Esperando que continúe Pero yo no sé si seguir hablando porque sé
que se va a enfadar y ahora que nos llevamos bien, no me apetece que la liemos.
Y entonces,
¡se me ocurre una idea?
-¿Sabes qué,
Yoana? Que en vez de decirte yo lo que no me gusta de Richy, ¿qué te parece si
eres tú la que me dices lo que crees que no me gusta de él a mí?
-Vale... Yoana asiente-. A ver, déjame que piense. ¡Ya
está! No te gusta nada que me controle. Eso me lo has dicho muchas veces.
-Ajá. Justamente.
No te gusta
que me mande mensajes a horas raras y que me pida fotos para saber qué estoy
haciendo o qué no estoy haciendo o con quién.
-Un día te
cambiaste de ropa porque él te lo dijo.
Fue una
tontería. No le gusta que lleve la camiseta esa tan ajustada si no está él. No
es importante.
Entonces se
dirige al armario y elige lo que se va a poner hoy. ¡Y lo primero que escoge es
la camiseta ajustada
-Pues me la
pienso poner, ¡que se fastidie! -se ríe.
-¿Y qué más
piensas que no me gusta de él?
-Pues... que
no le importen los estudios ni nada de eso. Aunque en realidad... a mí tampoco
me han importado mucho... hasta ahora. ¿Sabes qué, Love? He sacado un siete en
el test de ayer. ¿Te lo puedes creer? Y me puedo entender con las chinas...
-¿Qué chinas?
-Las de mi
clase, claro.
-¡Que son
japonesas!
-Bueno, lo que
sean.
-No, si te
acabará gustando estudiar.
--Tía, tampoco
hay que pasarse -se ríe-. No me gusta nada cuando Richy se mete conmigo porque
le digo que estoy haciendo deberes. No me gusta que me llame «tontita».
-¿Te llama
así?
-Pues... a
veces. Pero es así como en cariñoso.
-Eso es un
insulto, Yoana.
-No hay que
tomárselo así. Yo sé que no soy tonta, Y él también.
-Ya lo sé. A
lo mejor a él le molesta que sepas más cosas. Que seas más lista. Que puedas
llegar a ser algo que él nunca podrá llegar a ser.
Yoana se queda
muy seria. Creo que nunca se le ha ocurrido pensar eso.
-Lo que sí he
notado es que a veces me hace sentirme tonta.
-¿Cómo que
sentirte tonta?
-Pues...,
puff, es difícil de explicar. Con él me siento como si nunca tuviera razón.
Como si fuese estúpida...
-Pero ¿por
qué?
-Pues porque
me dice que he dicho una tontería o que no he entendido algo... Pero ¿sabes
qué, Love?... Que yo sé que no he dicho tonterías.
Suspiro
largamente.
-De verdad,
Yoana, no soy nadie para decírtelo, pero... ¿no estarías mejor sin él? ¿Tanto
le quieres?
Yoana está
mirando al suelo. Le brillan los ojos. A lo mejor me he pasado. Intento hacer
una broma para quitarle hierro al momento.
-¿Sabes lo que
me parece? -Me dirijo hacia la foto de Richy que se sostiene en el corcho de
puro milagro-. Que este novio tuyo no es nada feo. Pero lo que le estropea es
esa mirada de chulo, de..., ¡yo qué sé!, ¡de superioridad! Es que con solo
verlo, me dan ganas de mandarlo a freír espárragos -lo digo riendo, para que se
anime un poco.
Yoana se
acerca a la foto y suspira.
Nos vestimos y
luego, mientras desayunamos, Yoana vuelve a sacar el tema. Parece que no ha
dejado de pensar en ello.
¿Sabes lo que
no me gusta nada de Richy, Love? -No espera que le responda y sigue hablando-.
Pues que le caen mal todas mis amigas. ¡Y yo las quiero mucho!
-¡Pues claro!
Dice que son
una mala influencia, que se meten en nuestras cosas... Pero, claro, ellas
piensan que es al revés, que soy yo la que he cambiado mucho, que desde que
estoy con el Richy no soy la misma.
Bueno -intento
explicarle-, a veces pasa con las amigas que, cuando una empieza a salir con
alguien, se aleja del grupo de siempre y entonces las otras se enfadan.
Me acuerdo de
lo que me pasó a mí con Marta cuando empezó a salir con Joan.
=No, no es
solo eso. Es ... Bueno, es difícil de explicar.
-Pues
inténtalo.
Yoana da un
mordisco a su tostada con mermelada.
-¡Paso! -me
dice con la boca llena-- Hoy me voy olvidar de Richy. Hay que vivir el momento.
¿Qué te parece Pablo?
-Ay, Yoana,
eres incorregible.
-¿Por qué?
-farfulla con la boca llena.
-Porque es
idiota. De otro estilo, pero un idiota. ¿No lo ves?
-Es muy guapo.
Y tiene mucha pasta. Y es atractivo. ¿No te lo parece?
-Un poco sí.
Pero se le nota a la legua que es idiota.
-Es idiota.
Las dos
acabamos diciéndolo a la vez y nos reímos a carcajadas.
Cuando
acabamos de desayunar, salimos afuera.
El día soleado
se ha convertida en uno nublado. Irlanda no deja de impresionarme con estos
cambios tan repentinos de tiempo., Llueve, hace sol, llueve de nuevo, o sale la
niebla de repente, como ahora
-Qué bonito
-dice Yoana.
Y tiene razón.
Porque hay una niebla espesa alrededor de los matorrales y el camino que conduce
a la casa. La niebla es blanca y parece sólida, tan densa que apenas se ve la
rueda de carro del jardín.
-Más vale que
llevemos los impermeables porque parece que puede llover.
Y cuando
salimos de nuevo a la casa para subirnos en las bicis, empieza a caer una
llovizna fina, tan fina que casi no se nota.
-Es precioso
-repite Yoana.
Nos quedamos
las dos en el umbral de la casa mirando la lluvia. El paisaje alrededor se ha
difuminado, casi parece una acuarela: entre la bruma los verdes se confunden
los unos con los otros, el cielo ha desaparecido fundido con los árboles, y la
niebla avanza, como si fuera algo físico, como retazos de algodón, serpenteando
alrededor de nuestros pies.
-¿Sabes, Love?
-me dice de pronto Yoana-. A lo mejor estoy embarazada.
-¿Pero qué
dices? -le grito, y enseguida bajo la voz porque pienso que Sarah Y Tim pueden
oírlo y a continuación me doy cuenta de que no iban a entender nada porque no
saben español, y ya todo me da igual y vuelvo a gritar-: ¿ ¡Pero qué dices!?
-Pues que el día
antes de venir a Irlanda lo hicimos... Y Richy me pidió que fuera sin condón
y... lo hicimos Y... me tenía que bajar la regla y no me ha bajado.
Me quedo tan
en shock que no sé ni qué decirle. Y entonces las palabras me salen sin ni
siquiera pensar en lo que digo:
-¿Pero cómo
pudiste? ¡A quién se le ocurre! y luego me preguntas qué es lo que no me gusta
a mí de él. ¡Pues que es un mierda! ¡Que alguien tiene que decirlo de una vez!
¡Pero a quién se le ocurre! -repito.
Me doy cuenta
de que estoy muy nerviosa e intento tranquilizarme y respirar despacio.
-Estás más
enfadada que yo.
-Pues claro,
Yoana. ¡Pues claro!
-A lo mejor no
me ha bajado por las emociones del viaje...
-Sí, eso
también puede ser. Pero madre mía, Yoana... Que es muy serio, que quedarse embarazada...
Y no es solo eso, las enfermedades...
Susana
Vallejo y Sofía Rhei, Irlanda sin ti