Antes del incendio, Nick Slate era un chico feliz en Tampa, Florida. Tenía una familia normal, una casa normal, unos amigos normales y una vida que no se salía en absoluto de lo común. Después del incendio, Nick Slate no tiene madre, y la casa que ha heredado, sus recién conocidos amigos y su nueva vida en Colorado Springs son de todo menos normales.
En cuanto
llega allí, Nick sube al desván y se encuentra con unos viejos objetos que van
desde una tostadora cromada hasta un guante de béisbol desgastado. Teniendo en
cuenta que su padre aún no ha encontrado trabajo y que cualquier ingreso viene
bien a la familia, a Nick se le ocurre montar un mercadillo con estos trastos
inútiles.
Es entonces
cuando conoce a Caitlin, Mitch, Vince y Petula, algunos de los muchos
compradores que, por alguna razón, dejan completamente vacío el desván. Al
principio, Nick no entiende por qué alguien querría con tanto entusiasmo alguno
de esos trastos, pero empieza a darse cuenta de que, quizás, sean inventos más
útiles de lo que parecían en un principio. Útiles, poderosos... pero también
peligrosos. Y hay personas que harían cualquier cosa por conseguirlos. Así,
Nick y sus amigos se lanzan a una carrera contrarreloj para recuperar los
extraños artefactos antes de que caigan en malas manos... o el mundo acabe. Lo
que ocurra primero.
En El Desván de Tesla, primer volumen
de la Trilogía de los Accelarati, nos encontramos con una aventura
entretenida, rebosante de acción, que engancha y se lee con facilidad. A esto
contribuyen los diálogos, ágiles y divertidos, que en ocasiones parecen sacados
de una secuencia cinematográfica; no se queda atrás la narración, simple pero
cuidada, que cuenta con los típicos párrafos introductorios, explicativos y
reflexivos a los que Neal Shusterman nos tiene acostumbrados.
Una de las
cosas que más llaman la atención de la historia son los inventos del desván:
tienen propiedades de lo más originales, y la forma en la que cada uno afecta
al desarrollo de su respectivo personaje es verdaderamente interesante. Los
personajes en sí parecen esconder mucho más de lo que muestran, pues no nos da
tiempo a conocerlos en profundidad. Al ser una novela middle-grade y el primer
tomo de una trilogía, es probable que los autores se reserven los detalles para
las próximas entregas.
También hay
que resaltar la multitud de referencias a otras historias, desde Harry
Potter hasta Frankenstein, que hará las delicias
de los lectores más avispados.
Eric Elfman y Neal Shusterman han creado una novela amena, interesante y divertida que, como si de un alocado invento de Tesla se tratara, mantendrá a cualquier lector pegado a sus páginas hasta el final por arte de ciencia.
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