Siobhan dijo
que debería escribir algo que a mí mismo me apeteciera leer. En general leo
libros de ciencias y matemáticas. No me gustan las novelas propiamente dichas.
En las novelas propiamente dichas la gente dice cosas como «Estoy veteado de
hierro, de plata y del barro más burdo. No puedo contraerme en ese puño firme
que aprietan aquellos que no dependen de estímulos». ¿Qué significa eso? Yo no
lo sé. Padre tampoco. Siobhan y el señor Jeavons tampoco. Se lo he preguntado.
Siobhan tiene
el pelo largo y rubio y lleva unas gafas de plástico verde. Y el señor Jeavons
huele a jabón y lleva unos zapatos marrones con aproximadamente 60 agujeritos
circulares en cada uno de ellos.
Pero sí me
gustan las novelas policíacas. Así que estoy escribiendo una.
En una novela
policíaca alguien tiene que descubrir quién es el asesino y luego atraparlo. Es
un acertijo. Si el acertijo es bueno a veces puedes deducir la solución antes
de que el libro acabe.
Siobhan dijo
que el libro debería empezar con algo que atrajera la atención de la gente. Por
eso empecé con el perro. También empecé con el perro porque fue algo que me
ocurrió a mí y se me hace difícil imaginar cosas que no me hayan ocurrido a mí.
Siobhan leyó
la primera página y dijo que era diferente. Puso esa palabra entre comillas con
el gesto de los dedos índice y medio. Dijo que en las novelas policíacas
normalmente asesinan a personas. Dije que en El perro de los Baskerville matan
a dos perros, el perro del título y el spaniel de James Mortimer, pero Siobhan
dijo que ellos no eran las víctimas del asesinato, que la víctima era sir
Charles Baskerville. Dijo que era así porque a los lectores les importa más la
gente que los perros, así que si en el libro matan a una persona los lectores
querrán seguir leyendo.
Le dije que yo
quería escribir sobre algo real y que conocía a gente que había muerto de
muerte natural pero no conocía a nadie que hubiera muerto de forma violenta,
excepto al padre de Edward, del colegio, el señor Paulson, y que eso había sido
un accidente de planeador, no un crimen, y que en realidad no lo conocía.
También dije que me gustan los perros porque son leales y honestos, y algunos
perros son más listos y más interesantes que algunas personas. Steve, por
ejemplo, que viene al colegio los martes, necesita ayuda para comer y ni
siquiera es capaz de traerte un palo si se lo lanzas. Siobhan me pidió que no
le dijera eso a la madre de Steve.
Mark Haddon, El Curioso Incidente del Perro a Medianoche
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