¡Ay, los niños revoltosos
suelen ser los más famosos!
Max y Moritz, por ejemplo:
dos pícaros como un templo.
Nunca quisieron ser buenos,
ni oír consejos ajenos,
de educarlos no hubo modo,
se burlaban, sí, de todo.
¡Una pareja infernal,
dispuesta a sembrar el mal!
Atormentar a las ranas,
robar peras y manzanas,
hacer rabiar al sufrido
es mucho más divertido
que estarse quieto en la escuela
o ir a misa con la abuela.
«¡Ya os llegará la hora aciaga,
que el que la hace, la paga!»
Y este binomio terrible
tuvo un final previsible.
Por eso y para escarmiento,
sus hazañas pinto y cuento.
Wilhelm Busch, Max y Moritz
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