Como muchos otros años, vuelta a explicar la Edad Media; que si la épica, que si el Mester de Clerecía, que si Berceo con sus vidas de santos y los milagros de la Virgen, que si esa introducción alegórica, que siempre la mencionamos, pero pocas veces la vemos o leemos.
Pues
bien, aquí la tenéis:
Yo,
el maestro Gonzalo de Berceo llamado
yendo
en romería acaecí en un prado
verde,
y bien sencido, de flores bien poblado,
lugar
apetecible para el hombre cansado.
Daban
olor soberbio las flores bien olientes,
refrescaban
al par las caras y las mentes;
manaban
cada canto fuentes claras corrientes,
en
verano bien frías, en invierno calientes.
Gran
abundancia había de buenas arboledas,
higueras
y granados, perales, manzanedas,
y
muchas otras frutas de diversas monedas,
pero
no las había ni podridas ni acedas.
La
verdura del prado, el olor de las flores,
las
sombras de los árboles de templados sabores
refrescáronme
todo, y perdí los sudores:
podría
vivir el hombre con aquellos olores.
Nunca
encontré en el siglo lugar tan deleitoso,
ni
sombra tan templada, ni un olor tan sabroso.
Me
quité mi ropilla para estar más vicioso
y
me tendí a la sombra de un árbol hermoso.
A
la sombra yaciendo perdí todos cuidados,
y
oí sones de aves dulces y modulados:
nunca
oyó ningún hombre órganos más templados
ni
que formar pudiesen sones más acordados.
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