...su fama como religioso piadosísimo, la autoría de numerosos
escritos edificantes, su condición de calificador del Santo Oficio, lo hacían
muy respetado por todos nosotros, y al fin se logró que el cadáver de un
miembro tan venerable de nuestra Orden fuese trasladado al convento de las
Trinitarias Descalzas. Mas todo el ámbito sepulcral estaba completo y no cabía
un ataúd más. Al conocerlo Su Ilustrísima, decidió que la caja del soldado
manco, que por relaciones familiares fue enterrado allí hace más de veinte
años, se sustituyese por la de nuestro cofrade. En lo que toca a los huesos del
soldado manco, no parece seguro que fueran arrojados al muladar, como afirman
ciertos maldicientes, y sin duda han quedado en la cripta, aunque anónimos. Mas
es de justicia que precisamente en tal lugar reposen los restos de nuestro
cofrade, autor también del libro que, con el nombre supuesto de Alonso
Fernández de Avellaneda, puso orden en la disparatada historia del soldado
manco sobre el caballero loco y pueblerino y su tosco y maloliente escudero…
José María
Merino
No hay comentarios:
Publicar un comentario