Tras lo sucedido esta mañana, y eso que no soy amante del fútbol, no dejo de recordar el siguiente fragmento que ya tiene varios años:
Cada vez entiendo menos la
pasividad de casi todos en toda esta violencia salvaje que rodea el mundo del
fútbol.
Recuerdo que de niño los
atléticos y los madridistas se enzarzaban en largas disputas los lunes en la
oficina; otro tanto ocurría entre los barcelonistas y los del Español, entre
los bilbaínos y los de la Real. Había forofos en aquellas épocas que se dejaban
la garganta en los partidos y es posible que alguno tirase una almohadilla.
¿En qué ha degenerado todo
esto? Pues ya lo ven. Lo vieron, lo vimos en las primeras muertes de asesinatos
cometidos por grupos ultras. Lo vimos en las pintadas xenófobas contra los
extranjeros. Lo seguimos viendo en esta calificación que se hace de algunos
partidos del ‘alto riesgo’ y que requieren un despliegue policial sin
precedentes. Lo vemos en los destrozos, en las agresiones, en la mezcla de mal
deporte y peor política que se adueña de una parte de los graderíos y que está
alentada por la directiva de los clubes
Andrés
Aberasturi
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