Hace un año la casualidad me llevó a encontrar en Internet un blog
llamado “El Club de Holmes”, que firmaba un tal James Moriarty. Aquello llamó
poderosamente mi atención, porque, como bien sabrá todo aquel que haya leído
las aventuras del genial Sherlock Holmes, el profesor Moriarty era su más
acérrimo enemigo. Movido por la curiosidad entré en el blog, y cuando para
poder acceder tuve que identificarme, se me ocurrió hacerlo con el nombre del
doctor John H. Watson. ¿Por qué no usar ese nombre si después de todo el
creador del blog firmaba como Moriarty?
En principio pensé que se trataba de una de esas miles de páginas
web, hechas por admiradores de Holmes, que solo pretende glosar la figura del
investigador, pero pronto me percaté de que allí había algo más que los
comentarios de un admirador.
En el blog se hacía un panegírico de la figura de Holmes y, sobre
todo, de su método deductivo para solucionar los distintos casos en los que se
veía envuelto. Una de las frases, con la que estaba completamente de acuerdo,
decía: “Si la persecución del crimen fuera un arte, que lo es, Sherlock Holmes
sería uno de los más grandes artistas de la historia”.
Al final del texto, la siguiente frase: “Si tu opinión coincide
con estas líneas, y estás dispuesto a mantener viva la filosofía de Sherlock
Holmes, pincha aquí”, y señalaba a una flecha que apuntaba a la esquina
inferior derecha, donde había un icono que invitaba a traspasar una puerta.
Dentro me esperaba un pequeño misterio, y la propuesta de resolverlo.
La historia era la siguiente: “En el domicilio de un rIco
anticuario se ha cometido un robo. Durante la noche ha desaparecido una valiosa
tabla medieval que colgaba de una de las paredes del salón. La pintura es una
representación de la Virgen con el Niño en un hermoso paisaje de la Toscana, y
sus medidas son 127x143 cm. Esa noche libraba el servicio, por lo que los
únicos en la casa eran el anticuario y su esposa, que dormían tranquilamente en
su dormitorio. La alarma no sonó y la puerta no mostraba signos de haber sido
forzada desde el exterior.
Además de la pareja, sólo el mayordomo tiene llave de la casa,
pero queda libre de sospechas porque, en el momento de cometerse el robo,
estaba en otra ciudad, donde apareció asesinado al día siguiente.
Al realizar la primera inspección de la vivienda la policía halló,
escondidos tras un viejo arcón Luis XVI, los siguientes objetos: un
destornillador —la tabla estaba atornillada por la parte posterior a un
soporte—, unas tenazas, un bote vacío de disolvente y restos de cinta de
embalar. ¿A quién interrogaría, y qué preguntas le haría?”. Concluía la
proposición.
Desde que en la adolescencia leí la primera, siempre me han
gustado las novelas de Sir Arthur Conan Doyle. He leído todas las novelas y
relatos incansablemente, una y otra vez. Siempre encuentro aspectos nuevos,
destellos de la inteligencia de Holmes, que no había sabido apreciar en mis anteriores
lecturas. Por esa razón no pude evitar sentirme émulo de Holmes y lanzarme a
resolver el enigma del robo en la casa del anticuario.
Sentí un hormigueo de excitación en el estómago cuando hice un
croquis de la casa y traté de imaginar cuándo y cómo había salido la tabla de
la vivienda del anticuario sin que nadie se percatara de ello. Meterse en la
piel de Holmes durante unas horas era un ejercicio difícil y apasionante, pues exigía
un grado de concentración que revitalizaba mi espíritu pero, al mismo tiempo,
me dejaba extenuado.
No me llevó mucho dar con el responsable del robo y asesinato, o
eso creo, y para ello solo tuve que hacer un par de preguntas a la esposa del anticuario.
Me sabía un mero aficionado, pero no sé por qué, en aquella ocasión, quería
estar a la altura del personaje, por lo que durante más de veinticuatro horas
medité la resolución hallada para el caso hasta que me decidí a dejarla por
escrito en el blog.
Una semana después recibí un correo electrónico del tal Moriarty,
que decía: “Estimado Dr. Watson, sin duda le sorprenderá esta misiva, pero he
de decirle que, aunque no acertó plenamente en la resolución del caso del anticuario,
demostró en la solución propuesta cierta dosis de imaginación que considero
absolutamente imprescindible para enfrentarse a una mente criminal. Por este
motivo, le invito a integrarse en “El Club de Holmes”. Los invitados, además de
usted, han sido Irene Adler y Mycroft Holmes, que también han demostrado su perspicacia
al resolver el caso que les propuse.
El objeto del Club no es otro que rendir tributo a nuestro
admirado Sherlock Holmes, intentando resolver, siguiendo el método de nuestro detective,
el caso que proponga uno de nosotros. El siguiente caso sería planteado por
quien primero haya sabido resolver el anterior y así sucesivamente.
Naturalmente, habría un tiempo máximo para ello, por ejemplo un mes, si a
ustedes les parece bien.
Si accede a ingresar en el Club, cosa que deseo fervientemente, le
ruego me lo comunique por esta misma vía y, a vuelta de correo, le facilitaré
la clave de acceso al blog, que lógicamente ya no es de libre acceso. Suyo
atentísimo, James Moriarty”.
No sé por qué, pero no pude evitar sentir cierta dosis de orgullo
por haber sido invitado a pertenecer al Club junto con Irene Adler, la única y extraordinaria
mujer por la que Holmes llegó a albergar sentimientos y una profunda
admiración; y Mycroft Holmes, hermano mayor de Sherlock y, según sus propias
palabras, mucho más inteligente que él mismo, así que, naturalmente, acepté la
invitación en ese mismo instante.
Gabriel Martínez, El Juego de Sherlock Holmes
Un grupo de
internautas, que no se conocen entre sí, se reúnen en un blog de Internet para
formar "El Club de Holmes", Su objetivo es divertirse emulando al
sagaz detective; para ello, cada uno expone un caso que deben resolver los
demás. Pero de pronto, uno de ellos desaparece misteriosamente después de
lanzar un mensaje de socorro a sus compañeros, que se ponen en marcha para ayudarle. Original
planteamiento del autor. Trae la acción a la actualidad convirtiendo en
protagonistas a un grupo de admiradores de Sherlock Holmes. Está muy bien
escrita, la trama es interesante y actual, y se mantiene el interés durante
toda la novela.
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