Enviado por
Manuel
No tenía
patria ni rey, sólo un puñado de hombres fieles. No tenían hambre de
gloria, sólo hambre. Así nace un mito.
Así se cuenta una leyenda.
Arturo
Pérez-Reverte nos lleva al siglo XI para ofrecernos la aventura de un
guerrero desterrado que viaja con una hueste que lo respeta y lo sigue; es una
historia de exilio y frontera, de lucha por sobrevivir en un territorio hostil,
indeciso y de fuerzas encontradas. El libro recoge más o menos el primer
cantar, desde que es desterrado por el rey Alfonso VI hasta que, trabajando como mercenario al servicio del
rey mulsuman de Zaragoza, derrota al conde de Barcelona, Ramón Berenger.
Reverte desmitifica al personaje,
haciéndolo humano. Vemos al caballero que sufre la injusticia real y, en
compañía de sus deudos, afronta una vida de penurias. Inteligente, perspicaz y
bravo, tiene primero que solventar el presente. Permite el engaño a unos judíos
avariciosos. Pelea con ejemplar denuedo. Y es tentado por la hermana del rey
moro de Zaragoza, seducción que no figura en el Cantar.
Vemos las
incursiones de moros y cristianos donde se saqueaba, robaba y asaltaba a los
pocos que en ella vivían, donde se luchaba hasta la muerte por conquistar un
territorio para algún señor por una soldada y un botín que poder repartir. Con
Sidi y sus hombres, sentiremos el calor, la sed, la fatiga, el polvo, el peso,
el dolor, el sudor, el sabor y el olor de la batallas.
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