La reina
Isabel de Inglaterra en 1601 envía una misión naval a Dinamarca para rendir
honores al rey Federico II. Entre la tripulación viaja una compañía de teatro,
la de William Shakespeare, embarcada para representar Romeo y Julieta
y Sueño de una noche de verano ante la corte danesa.
Durante la
travesía, en un momento que el mar está en calma total y no pueden avanzar,
avistan una inmensa ballena blanca arponeada, que arrastra varios cadáveres y
va a acosar al barco.
Shakespeare
queda tan impresionado que no dejará de pensar cómo incluir ese episodio en una
obra de teatro. Pero quizá el género teatral no pueda dar cabida a todo lo que
Shakespeare imagina: combates marítimos, naufragios, monstruos marinos…
¿Imaginó Shakespeare Moby Dick doscientos cincuenta años
antes que Melville?
Jon
Bilbao con esta novela rinde homenaje tanto a al dramaturgo ingles William
Shakespeare como al novelista estadounidense Herman Melville. Con el
primero aborda la relación con su protector, y supuesto amante, Henry
Wriothesley, conde de Southampton, y todas sus reflexiones sobre el teatro
isabelino, sobre las limitaciones que padece, cómo crea sus obras, de dónde las
saca, por qué prefiere el teatro a otros géneros literarios… Al segundo
llegamos, conforme el dramaturgo va confeccionando en su cabeza esa nueva obra,
que es la parte que más me ha atraído del libro, donde el escenario del Globe
será el barco, qué problemas técnicos deberá solventar, cómo para crear a su
protagonista se basa en la figura del conde por su carácter ególatra, pero
avejentándolo (creación que poco a poco nos lleva al capitán Achab de Melville).
Esta
novela corta que juega con la historia, la ficción y la literatura atrae desde
el primer momento. Las digresiones de Shakespeare que nos apartan de la
trama principal (la ballena y lo que va a ocurrir con ella) nos acercan al
mundo isabelino, a la vida del dramaturgo y a conocer el teatro de esta época y
sus limitaciones.
Los
personajes están muy bien trazados: Shakespeare, que es la figura
central, pero brillantemente arropado por el joven conde Henry Wriothesley,
(que nos recuerda al Patroclo de la Iliada de Homero, con todo lo que
eso implica); el conde de Derby, jefe de la expedición, que esconde sus miedos
tras su arrogancia; el capitán del Nimrod, que espera retirarse pronto a la
vida civil y lo que está ocurriendo le pilla ya viejo; el marinero Calhoun, que
se convertirá en la última esperanza mediante su fuerza y fanfarronería; y entre
todo ellos, la ballena, esa ballena blanca, que espera paciente al lado del
barco en la inmensidad del mar.
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