Ya sois libres.
Ya habéis hecho vuestro último
examen, y sólo os queda esperar los resultados.
Venga, que cuatro días se pasan
pronto.
Ahora os toca relajaros y echar
fuera adrenalina; ya imagino cómo lo va a hacer más de uno, y preferiría no
saberlo.
Ahora sabréis cómo me siento
muchos viernes cuando llegan las dos y media. Entonces, me abstraigo (sí, como
ayer), recuerdo y mentalmente entonó una vieja canción de Nino Bravo (por cierto, hay alguna referencia lorquiana):
Tiene casi veinte años y ya está cansado de
soñar,
pero tras la frontera está su hogar, su
mundo, su ciudad.
Piensa que la alambrada sólo es un trozo de
metal,
algo que nunca puede detener sus ansias de
volar.
Libre, como el sol cuando amanece, yo soy
libre como el mar...
...como el ave que escapó de su prisión y
puede, al fin, volar...
...como el viento que recoge mi lamento y mi
pesar,
camino sin cesar detrás de la verdad
y sabré lo que es, al fin, la libertad.
Con su amor por bandera se marchó cantando
una canción,
marchaba tan feliz que no escuchó la voz que
le llamó,
y tendido en el suelo se quedó sonriendo y
sin hablar,
sobre su pecho flores carmesí, brotaban sin
cesar...
Al
que sea curioso, le animó a buscar el origen de esta hermosa balada, antes que
algún grupo político quiera prohibirla, por considerarla no políticamente correcta.
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