HOY SE CUMPLEN 20 AÑOS DE LA PRIMERA EDICIÓN
Con la extraña sensación de que
sus piernas eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con
Ron tras él. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo,
pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.
Harry nunca habría imaginado un
lugar tan extraño y espléndido. Estaba iluminado por miles y miles de velas,
que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes
ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En
una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban
los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer
año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los
profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían
pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los
estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar
todas las miradas, Harry levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro,
salpicado de estrellas. Oyó susurrar a Hermione: «Es un hechizo para que
parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts».
Era difícil creer que allí
hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos.
J K Rowling, Harry Potter y la
Piedra Filosofal
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