Este libro es
un manual de medicina, solo que algo diferente de los demás.
Para empezar,
en él no se hace distinción entre dolor físico y dolor emocional; en sus
páginas es tan fácil encontrar un remedio para la pérdida del apetito como lo
es hallar la cura para la pérdida de la esperanza. También incluye situaciones habituales
en las que puede encontrarse el lector, como tener muchas cosas que hacer,
estar buscando a tu media naranja o pasar por la crisis de los cuarenta. Los
episodios más difíciles de la vida, como perder a un ser querido o criar a tus
hijos solo, también aparecen recogidos. Tanto si tienes hipo como si tienes
resaca, si sufres de miedo al compromiso o si tienes la sensación de que te
falta sentido del humor, para nosotras se trata de una dolencia que merece un
remedio.
Pero además
hay otra diferencia. Nuestros medicamentos no son cosas que vayas a encontrar
en la farmacia, sino en las librerías, las bibliotecas o descargándotelas con
tu lector de libros electrónicos. Somos biblioterapeutas y las herramientas de
nuestro oficio son los libros. Nuestra botica contiene bálsamos beckettianos,
torniquetes tolstoianos, los calmantes de Calvino y las purgas de Proust y
Perec. Para crearla, hemos recorrido dos mil años de literatura en busca de las
mentes más brillantes y las lecturas más reconstituyentes, desde Apuleyo y El
asno de oro, del siglo II, hasta los tónicos contemporáneos de Jonathan Franzen
y Haruki Murakami.
La
biblioterapia ha gozado de popularidad durante décadas en forma de libros de
autoayuda. Pero los amantes de la literatura llevan usando las novelas como
bálsamos —consciente o inconscientemente— desde hace siglos. La próxima vez que
necesites algo que te estimule, o que requieras ayuda con algún embrollo
emocional, recurre a una novela. Nuestra creencia en que las obras de ficción
ofrecen la mejor biblioterapia, además de la más pura, está basada en nuestra
propia experiencia con nuestros pacientes y reforzada por una enorme cantidad
de casos de los que tenemos conocimiento. A veces lo que funciona es el
argumento de la novela; otras veces es el ritmo de la prosa lo que tiene un efecto
calmante o estimulante sobre el alma. En ocasiones es una idea o una actitud
sugerida por un personaje que se encuentra en un dilema o un aprieto parecido.
Sea como sea, las novelas tienen la capacidad de transportarte a otra vida y
hacerte ver el mundo desde otra perspectiva. Cuando estás enfrascado en una
novela, incapaz de despegar la mirada de sus páginas, estás viendo lo que ve un
personaje, tocando lo que toca, aprendiendo lo que aprende. Quizá creas que
estás sentado en el sofá de tu salón, pero las partes más importantes de tu ser
—tus pensamientos, tus sentidos, tu espíritu— se encuentran en un lugar completamente
distinto. «Para mí leer a un autor no es solamente entender lo que dice, sino
ponerme en marcha con él y viajar en su compañía», dijo André Gide. Nadie
regresa de un viaje como ese siendo la misma persona.
Sea cual sea
tu dolencia, nuestras recetas son muy sencillas: una novela (o dos) que deberás
leer a intervalos regulares. Algunos tratamientos te curarán por completo.
Otros simplemente te ofrecerán consuelo, mostrándote que no estás solo. Todos
ellos calmarán temporalmente tus síntomas, debido al poder de la literatura
para distraernos y transportarnos. A veces es mejor administrar el remedio en
forma de audiolibro, o leído en voz alta con un amigo. Como con cualquier
medicamento, para obtener los mejores resultados es recomendable seguir el
tratamiento hasta el final. Además de los remedios, ofrecemos consejos sobre
algunos problemas relacionados con la lectura, como no tener tiempo para leer o
qué leer cuando no puedes dormir, así como las diez mejores novelas para leer
en cada década de tu vida y los mejores acompañamientos literarios para algunas
etapas de transición importantes, como tener un hijo... o encontrarte en tu
lecho de muerte.
Te deseamos el
máximo placer con nuestras píldoras y pomadas literarias. Con ellas ganarás en
salud, en felicidad y en sabiduría.
Ella Berthoud y Susan Elderkin
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