heme aquí dispuesto a contarles
el argumento de esta comedia, si es que ustedes tienen la bondad de prestarme
su atención. Si alguien no quiere escuchar, que se levante y se marche, para
hacer sitio donde sentarse al que lo quiera. Ahora os diré el argumento y el
título de la comedia que vamos a representar, que es para lo que estáis aquí
reunidos en este lugar de fiesta: en griego se titula la pieza Alazón, lo que
en latín se dice gloriosus, o sea, fanfarrón.
Esta ciudad es Éfeso; el militar
este que acaba de irse ahora a la plaza es mi amo, un fanfarrón, un
sinvergüenza, un tipo asqueroso, que no vive sino del perjurio y del adulterio.
Se empeña en que le persiguen todas las mujeres, y, en realidad, no es sino el
hazmerreír de ellas por donde quiera que va. Por eso tienen aquí por lo general
las golfas el morro torcido, a fuerza de burlarse de él haciéndole muecas con
los labios. En cuanto a un servidor, no hace mucho que me encuentro a las
órdenes del susodicho militar: ahora mismo les digo cómo es que pasé a ser
esclavo suyo en lugar del amo que tenía antes; prestad atención, que ahora
empiezo a contar el argumento.
Yo estaba en Atenas al servicio
de un amo que era una bellísima persona y que estaba enamorado de una cortesana
hija de madre de Atenas del Atica, y a ella le pasaba lo mismito con él, lo
cual se puede decir que es la forma ideal de amar. Mi amo fue enviado a
Naupacto con un asunto oficial de gran importancia. Entretanto, se presenta el
militar este en Atenas y empieza a insinuarse con la amiga de mi amo; venga a
camelar a la madre trayéndole vino, aderezos, buenas cosas de comer, hasta que
consigue hacerse persona de confianza en casa de la señora. En cuanto que se le
presentó la ocasión, va y engaña a la madre de la muchacha de la que estaba
enamorado, y, sin que ella se dé cuenta, coge a la hija, la embarca y la trae a
la fuerza aquí a Éfeso.
Cuando yo me entero de que la
amiga de mi amo ha desaparecido de Atenas, cojo y, lo más rápidamente que
puedo, me busco un pasaje y me embarco en dirección a Naupacto para informarle
de lo sucedido. Hete ahí que nos encontrábamos ya en alta mar, cuando aparecen unos
piratas que capturan el barco donde iba, o sea que encuentro mi perdición antes
de encontrarme con mi dueño como era mi propósito. El que me hizo cautivo me
entregó como esclavo al militar este, que me lleva con él a su casa, donde al
entrar me topo con la amiga ateniense de mi amo. Ella al reconocerme me hace
señas con los ojos de que no le hable; luego, cuando tuvimos ocasión, se me queja de
sus infortunios: me dice que está deseando salir huyendo de aquella casa y
volver a Atenas, que ella sigue queriendo a mi amo el de Atenas y que no hay
para ella otra persona más aborrecible que el militar.
Yo, que me doy cuenta de la
situación en que está la muchacha, cojo y escribo una carta y se la entregó en
secreto a un comerciante para que se la lleve a mi amo el de Atenas, el que
estaba enamorado de la chica, para que se persone aquí en Éfeso. No ha hecho él
caso omiso de mi mensaje, porque ha
venido y se aloja aquí junto a nosotros, en casa de un antiguo amigo de su
padre, un viejo que es realmente un hombre encantador; que está nada más que a
servirle los pensamientos a su enamorado huésped y que nos ayuda con su
colaboración y sus consejos.
O sea que yo he podido organizar
aquí un truco estupendo para que pudieran reunirse los enamorados: en una
habitación que el militar ha reservado para su amiga, donde tiene prohibido que
nadie ponga los pies aparte de ella, allí en esa habitación ha hecho un boquete
en la pared por donde la muchacha pueda pasar en secreto a la casa del vecino
de al lado —a sabiendas del viejo, por supuesto; él ha sido quien me ha dado la
idea—; y es que el otro esclavo a quien el militar ha encargado la custodia de
su amiga es un pobre diablo, o sea, que a fuerza de ingeniosos trucos y de bien
tramados engaños le pondremos un velo delante de los ojos y conseguiremos que
no haya visto lo que ha visto; y después, para que no os confundáis, la misma
muchacha va a hacer el papel de dos, de la que vive aquí en esta casa y de otra
que va a vivir en la casa de al lado —en sí es siempre una y la misma, pero
simulará ser cada vez una distinta; ésta es la forma en que vamos a pegársela a
su guardián—.
Pero suena la puerta del viejo,
nuestro vecino: es él el que sale; ése es el viejo tan saleroso que les acabo
de decir ahora mismo.
Plauto, Miles Gloriosus
Con estas palabras comienza una de las
comedias más famosas y divertidas de Plauto; os dejo con una representación de
esta obra a cargo de los alumnos de nuestro, el IES Octavio Cuartero, de Villarrobledo
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