La obra es el
diario de Hank Morgan, quien perdió el conocimiento en una pelea, y, al volver
en sí, descubre asombrado que ha retrocedido en el tiempo, a la Inglaterra
medieval del 528, a la Inglaterra del rey Arturo. Hecho prisionero por sir Kay,
éste lo lleva a Camelot para que muera en la hoguera. Al verse en el poste, Hank
echa mano de sus conocimientos y predice un eclipse; esto le convierte ante los
ojos de la sencilla gente del siglo VI en un poderoso mago.
Hank decide
utilizar el poder que tiene sobre la población para cambiar el mundo medieval.
Quiere transformar las creencias y que la ciencia pase a ser la nueva iglesia.
Empezará a construir fábricas y escuelas, creará una red de ferrocarril,
instalará el telégrafo y el teléfono; además, quiere cambiar el sistema
político y que pase a ser una democracia y no una monarquía hereditaria y
absoluta… Pero se enfrentará al peligro que supone Merlín, el antiguo mago de
la corte, que ha perdido el favor del rey y quiere vengarse a toda costa.
Esta novela de
Mark
Twain es una de sus obras más críticas, camuflada bajo la forma de un
cuento fantástico-histórico, en la que nos encontramos con duras palabras para
los políticos, la Iglesia, las clases pudientes, la educación, pues el autor
rechazaba las convicciones sociales de su época, la hipocresía, la crueldad
humana, la superstición, etc... Pero es sobre todo una obra divertida.
La obra fue
concebida como una sátira: Twain, a imitación de Cervantes
y el Quijote,
se rie de los tópicos románticos sobre los caballeros medievales y la
idealización de la Edad Media, muy común en las populares novelas de sir
Walter Scott y otros autores del siglo XIX, a los que responsabiliza de
fomentar las ideas románticas que llevó al Sur a rebelarse contra la Unión. Podríamos
considerarla como una distopía, desde el momento que plantea una Edad Media con
una tecnología propia de nuestro siglo XIX.
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