Siempre que hablamos de la Generación del 27 nos referimos a un
grupo de grandes poetas, todos varones, que ya conocéis. Pero a esta generación
también pertenecieron mujeres poetas, filósofas, escritoras y pintoras que estuvieron
muy comprometidas con la sociedad en la que vivieron y que han sido olvidadas o
recordadas sólo por ser esposas o compañeras de escritores y poetas.
Ernestina
de Champourcín, Josefina de la Torre, María Zambrano, Rosa Chacel, María Teresa
León y Concha Méndez, entre otras, formaron parte de la Generación del
27. En los libros de texto y en las antologías no figuran sus nombres, pero su
aportación a la cultura española está a la altura de muchos hombres que sí
aparecen en esos compendios, y que por tanto forman parte de la historia. ¿Cómo
pensar en la filosofía europea sin mencionar a María Zambrano? La narrativa de
nuestro siglo, ¿qué sería sin Rosa Chacel y su audacia? ¿En qué lugar queda
María Teresa León, autora de esa Memoria de la melancolía?
Aunque los años las traicionaron, ellas existieron, y de qué
forma: toda una generación de mujeres pintoras, escritoras, esculturas y
pensadoras con éxito internacional, que contribuyeron al cambio de la España de
los años veinte y treinta. La Guerra Civil impuso en ellas el exilio interior o
exterior.
MARIA TERESA LEÓN
Siempre haciendo algo. ¿Por qué siempre estaremos haciendo algo
las mujeres? En las manos
no se ven los años sino los trabajos. ¡Ah, esas manos
en movimiento siempre, accionando, existiendo solas más allá del cuerpo,
obedeciendo al alma! Yo miro las manos, las vuelvo, las acaricio un poco para
ver la blandura de su temperamento, les busco los nudos que les dejó la vida,
la cicatriz del ansia, la desesperación, la credulidad, la amargura de sentirse
traicionadas…
......¡Qué hermoso llamar palma a la mano abierta, al centro y
corazón de la mano! Palma, lugar donde se van dibujando en la aguja imprevista
de la existencia caminos, valles, senderos, ríos, lagos, silencios y
algarabías. Te la doy por mujer
.....¡La mano! La ves sola, al
decirte adiós, levantándose en el aire. Te la vas a llevar en los ojos. Cuando
los cierres, esa mano quedará dentro de ti como signo de tristeza para siempre
jamás.
Memoria De La
Melancolía
ROSA CHACEL
A M.ª Teresa
León
Si el alcotán anida en tus cabellos
y
el Nilo azul se esconde en tu garganta,
si
ves crecer del zinc la humilde planta
junto
a tus senos o a tus ojos bellos,
no
cierres el ocaso con los sellos
que
el Occidente en su testuz aguanta:
tiembla
ante el cierzo y el nublado espanta.
Si
oyes jazmines corre a través de ellos.
Yo
sé bien que te escondes donde siguen
los
hongos del delirio, impenitentes
y
que al cruzar su senda de delicias
mariposas
nocturnas te persiguen,
se
abren bajo tus pies simas ardientes
donde
lloran cautivas tus caricias.
A María
Zambrano
Una música oscura, temblorosa,
cruzada
de relámpagos y trinos,
de
maléficos hálitos, divinos,
del
negro lirio y de la ebúrnea rosa.
Una
página helada, que no osa
copiar
la faz de inconciliables sinos.
Un
nudo de silencios vespertinos
y
una duda en su órbita espinosa.
Sé
que se llamó amor. No he olvidado,
tampoco,
que seráficas legiones,
hacen
pasar las hojas de la historia.
Teje
tu tela en el laurel dorado,
mientras
oyes zumbar los corazones,
y
bebe el néctar fiel de tu memoria.
CONCHA MENDEZ
Todo,
menos venir para acabarse.
Mejor
rayo de luz que nunca cesa;
o
gota de agua que se sube al cielo
y
se devuelve al mar en las tormentas.
O
ser aire que corra los espacios
en
forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo,
menos venir para acabarse,
como
se acaba, al fin, nuestra existencia!
Eran
verdes como un mar,
con
reflejos de alto cielo.
-¡Qué
bien sabían mirar!-
unos
ojos que recuerdo.
En
la penumbra lucían
con
una luz de misterio,
como
dos claros abismos
abiertos
a mil deseos.
Muchas
horas tuve cerca
los
ojos verdes aquellos,
que
implorantes me miraban
¡y
yo hacia por no verlos!
Y
hoy que mirarlos quisiera,
están
tan lejos..., ¡tan lejos!
ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
No
quiero saber nada...
Ni
de esa luz incierta
que
retrocede vaga
ni
de esa nube limpia
con
perfiles de cuento.
Tampoco
del magnolio
que
quizá aún perfume
con
su nieve insistente...
No
saber, no soñar,
pero
inventarlo todo.
Hoja
blanca de hoy, de siempre, de mañana.
Frutal
de cada día, semilla fecundada
por
un rayo de luz o una gota de agua.
La
vida fluye abajo, arrastrándose vana.
Encima
de mi frente, los divinos fantasmas
del
sueño verdadero, los éxtasis del alma...
cicatrices
de oro, que mi pluma va abriendo
sobre
la hoja blanca.
JOSEFINA DE LA TORRE
La
tarde tiene sueño
y
se acuesta en las copas de los árboles.
Se
le apagan los ojos
de
mirar a la calle
donde
el día ha colgado sus horas
incansable.
La
tarde tiene sueño
y
se duerme mecida por los árboles.
El
viento se la lleva
oscilando
su sueño en el aire.
MARIA ZAMBRANO
El tiempo, pues, constituye la posibilidad de vivir humanamente;
de vivir. Ya que el vivir no es lo mismo que la vida. La vida es dada, mas es
un don que exige de quien la recibe el vivirla, y al hombre de una especial
manera.
Vivir humanamente es una acción y no un simple deslizarse en la
vida y por ella. Es lo que distingue al hombre de los demás seres vivos que
conocemos. El hombre ha de hacerse su propia vida a diferencia de la
planta y del animal que la encuentran ya hecha y que sólo tienen que deslizarse
por ella, al modo de cómo el astro recorre su órbita —dormido—. Es indudable.
El Tiempo
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