En primer lugar, quiero dejar una cosa bien clara: éste no es el
típico diario. Sencillamente, he decidido empezar a escribir mis memorias. Ya
sé lo que pone en la tapa. Mira que cuando mamá lo fue a comprar le pedí DE MANERA
ESPECÍFICA que no tuviera el rotulito de «diario».
Otra cosa que quiero aclarar de una vez por todas es que FUE IDEA
DE MI MADRE, no mía.
Está loca si cree que voy a escribir aquí mis «sentimientos» y
tonterías por el estilo. Así que no creáis que voya estar todo el tiempo: «Mi
querido diario por aquí» y «Mi querido diario por allá».
El único motivo por el que me presto a escribir aquí es porque el
día de mañana, cuando sea rico y famoso, tendré que hacer cosas más importantes
que pasarme el día contestando a preguntas estúpidas. Así que este libro podría
resultar útil.
Como ya he dicho, algún día seré
famoso, pero por el momento tengo que aguantar aquí, en el instituto, en compañía
de un puñado de cretinos.
Quiero dejar constancia de una cosa: opino que el instituto es la
cosa más estúpida que jamás se haya inventado. Tienes chicos como yo, que
todavía no hemos pegado el estirón, mezclados con todos estos gorilas que ya se
afeitan dos veces al día.
Y todavía se preguntan por qué el acoso es un problema en
institutos y colegios.
Si por mí fuera, los cursos se separarían por el peso, no por la
edad. Claro que entonces los chavalitos como Chirag Gupta difícilmente pasarían
de primaria.
Hoy es el primer día de clase. Estamos esperando a que el profesor
llegue, saque un plano y señale el sitio de cada uno. Así que he pensado que
podría escribir un poco en el libro, por pasar el rato.
Por cierto, voy a daros un buen consejo. El primer día hay que
mirar muy bien dónde te sientas. Porque si entras en la clase y pones tus cosas
en el primer pupitre desvencijado que te encuentras, puede ocurrir que lo
siguiente que diga el profesor sea:
En esta clase, he quedado atrapado detrás de Chris Hosey y delante
de Lionel James.
Jason Brill ha llegado después y casi se sienta a mi derecha, pero
por suerte he podido impedirlo en el último momento.
En la siguiente clase, podía haberme sentado con un grupo de
chicas guapas nada más entrar. Claro que si lo hubiera hecho, demostraría no
haber aprendido nada el año pasado.
La verdad es que no sé qué es lo
que está pasando con las chicas. En primaria, todo era más sencillo. Si eras el
que corría más rápido de la clase, las tenías locas a todas.
En cambio, ahora la cosa se ha vuelto mucho más complicada. Tiene
que ver con cómo vas vestido, o si eres muy rico, o si les gusta tu culo, o
vete tú a saber. Y los chicos como Ronnie McCoy se rascan la cabeza,
extrañados, preguntándose qué rayos ha sucedido.
Jeff Kinney, Diario de
Greg, un Pringao Total
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