martes, 31 de marzo de 2015

EL CUENTO

A media tarde el hombre se sienta ante su escritorio, coge una hoja de papel en blanco, la pone en la máquina y empieza a escribir. La frase inicial sale enseguida. La segunda también. Entre la segunda y la tercera hay unos segundos de duda.

Llena una página, saca la hoja del carro de la máquina y la deja a un lado, con la cara en blanco hacia arriba. A esta primera hoja agrega otra, y luego otra. De vez en cuando relee lo que ha escrito, tacha palabras, cambia el orden dentro de las frases, elimina párrafos, tira hojas enteras a la papelera. De golpe retira la máquina, coge la pila de hojas escritas, la vuelve del derecho y con un bolígrafo tacha, cambia, añade, suprime. Coloca la pila de hojas corregidas a la derecha, vuelve a acercarse la máquina y reescribe la historia de principio a fin. Una vez ha acabado, vuelve a corregirla a mano y a reescribirla a máquina. Ya entrada la noche la relee por enésima vez. Es un cuento. Le gusta mucho. Tanto, que llora de alegría. Es feliz. Tal vez sea el mejor cuento que ha escrito nunca. Le parece casi perfecto. Casi, porque le falta el título. Cuando encuentre el título adecuado será un cuento inmejorable. Medita qué título ponerle. Se le ocurre uno. Lo escribe en una hoja, a ver qué le parece. No acaba de funcionar. Bien mirado, no funciona en absoluto. Lo tacha. Piensa otro. Cuando lo relee también lo tacha.

Todos los títulos que se le ocurren le destrozan el cuento: o son obvios o hacen caer la historia en un surrealismo que rompe la sencillez. O bien son insensateces que lo echan a perder. Por un momento piensa en ponerle Sin título, pero eso lo estropea todavía más. Piensa también en la posibilidad de realmente no ponerle título, y dejar en blanco el espacio que se le reserva. Pero esta solución es la peor de todas: tal vez haya algún cuento que no necesite título, pero no es éste; éste necesita uno muy preciso: el título que, de cuento casi perfecto, lo convertiría en un cuento perfecto del todo: el mejor que haya escrito nunca.

Al amanecer se da por vencido: no hay ningún título suficientemente perfecto para ese cuento tan perfecto que ningún título es lo bastante bueno para él, lo cual impide que sea perfecto del todo. Resignado (y sabiendo que no puede hacer otra cosa), coge las hojas donde ha escrito el cuento, las rompe por la mitad y rompe esta mitad por la mitad; y así sucesivamente hasta hacerlo añicos.

Quim Monzó, Ochenta y seis cuentos

lunes, 30 de marzo de 2015

CUENTOS SILENCIOSOS

Es un libro desplegable en tres dimensiones con una escena clave a doble página de cuentos tradicionales infantiles: Alicia en el País de las Maravillas, Pinocho, Peter Pan, Barbazul, La Bella Durmiente del Bosque, Caperucita Roja y Pulgarcita. A ellos Benjamin Lacombe añade a Naoko, la protagonista de su historia Los Amantes Mariposa. En el epílogo Antonio Rodríguez Almodovar nos da su visión personal y nos habla del sentido de cada uno de los cuentos, que, en definitiva, son adaptaciones infantiles de historias de adultos contadas para aleccionar o atemorizar a los más jóvenes.

No hay texto, tan solo la ilustración y el volumen; suficiente para crear ese misterio que nos atrapa, al observar los pequeños y cuidados detalles de la historia original. Y a partir de esa doble página la recreamos y se la hacemos vivir a otros. Podemos interactuar con el libro, gozar de las ilustraciones, o, simplemente, deleitarnos con la lectura de un “texto” que no tiene palabras.

Y ahora tan solo tenéis que seguir al conejo blanco:

domingo, 29 de marzo de 2015

EMOTÍCONOS LECTORES

DON QUIJOTE Y LOS COMICS

Muchas y muy variadas han sido las adaptaciones a comic del Caballero de la Triste Figura (existe, incluso, una versión en manga), y todas, en mayor o menor grado han terminado traicionando al espíritu de la obra cervantina: brevedad, simpleza, etc... 

Como botón de muestra veamos alguna portada y algunas viñetas. Comencemos con las versiones más recientes que conozco:




Más o menos reciente es también la versión de Will Eisner, en cuya versión podemos observar una amarga ironía:




Las adaptaciones de Romagosa con Cruz Delgado (basada en la serie de dibujos animados) y la de Albarrán (esta última premiada por el Ministerio) son casí las que más ediciones han tenido:





Alejandose de todos los canones conocidos:



Aunque inolvidable era la versión de la Editorial Bruguera:


De épocas bastante diferenciadas:




Una parodia:


Y dejando muchos en el tintero, cerraremos esta entrada con uno de mis favoritos:



viernes, 27 de marzo de 2015

DÍA MUNDIAL DEL TEATRO 2015

Voy a dirigir estas breves consideraciones a mis compañeros del teatro, mis pares y camaradas.

Que vuestro trabajo sea convincente y original. Que sea profundo, conmovedor, reflexivo y único. Que nos ayude a reflejar la cuestión de lo que significa ser humano y que dicho reflejo sea guiado por el corazón, la sinceridad, el candor y la gracia. Que superéis la adversidad, la censura, la pobreza y el nihilismo, algo a lo que, ciertamente, muchos de vosotros estaréis obligados a afrontar. Que seáis bendecidos con el talento y el rigor necesarios para enseñarnos cómo late el corazón humano en toda su complejidad, así como con la humildad y curiosidad necesarias para hacer de ello la obra de vuestra vida. Y que sea lo mejor de vosotros - ya que será lo mejor de vosotros, y aun así, se dará sólo en los momentos más singulares y breves - lo que consiga enmarcar esa que es la pregunta más básica de todas: “¿Cómo vivimos?”

¡Buena Suerte!

 John Malkovich, Mensaje del Día Mundial del Teatro 2012

jueves, 26 de marzo de 2015

EL JUICIO DE PARIS


Canta, ¡oh, diosa!, la cólera del Pelida Aquiles, cólera funesta… la cólera… la cólera… Para el carro, que hoy no vamos a contar esa historia… la cólera… anda ya… la colera… la discordia… si, la discordia… vamos a representar el  Juicio de Paris con la manzana de la discordia.

                Esta mañana en la bilbioteca del IES Octavio Cuartero, Villarrobledo (Albacete), un grupo de alumnos de 4º ESO y 1º Bachillerato se han metido en la piel de héroes y dioses olímpicos y nos han contado el origen mítico de la guerra de Troya. Una breve pieza teatral, pero interpretada con ganas (ya, las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina).

                Canta, ¡oh, diosa!, esta pequeña y gran historia:

                ¡Qué nadie me pregunte quién soy! Os lo voy a decir en pocas palabras: mi nombre es Afrodita. El semen que me engendró pertenecía a Urano que estaba casado con Gea, diosa de la Tierra. Gea, cansada de que Urano le hiciera tantos hijos, les pidió que mataran a su padre. . Sólo el pequeño Cronos se atrevió, y con una hoz bien afilada cortó los genitales a su padrey los arrojó al mar. De la espuma nací yo, mezcla de humedad y sal… Por eso soy la diosa del Amor, la urania, que penetra en las almas con su poderoso poder de seducción. Pero hoy hemos venido las tres Gracias y yo para haceros pasar a vosotros, simples mortales, un rato agradable y contar una de mis hazañas más memorable. ¿Verdad, niñas?

                Así es, querido público, hemos venido aquí para contaros una historia muy antigua, que tiene como protagónistas a grandes dioses y héroes, dioses y héroes que han que perduran en la memoria de la humanidad a través de los siglos. ¿Quién de vosotros no ha oído hablar de la guerra de Troya? Todavía resuenan en nuestros oídos los grandes nombres: Aquiles, el más fiero guerrero de los griegos; Hector, el más valiente de los troyanos; Helena, la bella Helena, causa de tanta desgracia y de tantas muetes en uno y otro bando; y Paris, el hermoso Paris, que, la verdad, era un poco tonto y más cobarde todavía, aunque, en eso del amor, parece que el chico funciona bastante bien.

DIARIO DE GREG, UN PRINGAO TOTAL

En primer lugar, quiero dejar una cosa bien clara: éste no es el típico diario. Sencillamente, he decidido empezar a escribir mis memorias. Ya sé lo que pone en la tapa. Mira que cuando mamá lo fue a comprar le pedí DE MANERA ESPECÍFICA que no tuviera el rotulito de «diario».

Otra cosa que quiero aclarar de una vez por todas es que FUE IDEA DE MI MADRE, no mía.

Está loca si cree que voy a escribir aquí mis «sentimientos» y tonterías por el estilo. Así que no creáis que voya estar todo el tiempo: «Mi querido diario por aquí» y «Mi querido diario por allá».

El único motivo por el que me presto a escribir aquí es porque el día de mañana, cuando sea rico y famoso, tendré que hacer cosas más importantes que pasarme el día contestando a preguntas estúpidas. Así que este libro podría resultar útil.

                Como ya he dicho, algún día seré famoso, pero por el momento tengo que aguantar aquí, en el instituto, en compañía de un puñado de cretinos.

Quiero dejar constancia de una cosa: opino que el instituto es la cosa más estúpida que jamás se haya inventado. Tienes chicos como yo, que todavía no hemos pegado el estirón, mezclados con todos estos gorilas que ya se afeitan dos veces al día.

Y todavía se preguntan por qué el acoso es un problema en institutos y colegios.

Si por mí fuera, los cursos se separarían por el peso, no por la edad. Claro que entonces los chavalitos como Chirag Gupta difícilmente pasarían de primaria.

Hoy es el primer día de clase. Estamos esperando a que el profesor llegue, saque un plano y señale el sitio de cada uno. Así que he pensado que podría escribir un poco en el libro, por pasar el rato.

Por cierto, voy a daros un buen consejo. El primer día hay que mirar muy bien dónde te sientas. Porque si entras en la clase y pones tus cosas en el primer pupitre desvencijado que te encuentras, puede ocurrir que lo siguiente que diga el profesor sea:


En esta clase, he quedado atrapado detrás de Chris Hosey y delante de Lionel James.

Jason Brill ha llegado después y casi se sienta a mi derecha, pero por suerte he podido impedirlo en el último momento.

En la siguiente clase, podía haberme sentado con un grupo de chicas guapas nada más entrar. Claro que si lo hubiera hecho, demostraría no haber aprendido nada el año pasado.

                La verdad es que no sé qué es lo que está pasando con las chicas. En primaria, todo era más sencillo. Si eras el que corría más rápido de la clase, las tenías locas a todas.


En cambio, ahora la cosa se ha vuelto mucho más complicada. Tiene que ver con cómo vas vestido, o si eres muy rico, o si les gusta tu culo, o vete tú a saber. Y los chicos como Ronnie McCoy se rascan la cabeza, extrañados, preguntándose qué rayos ha sucedido.

Jeff Kinney, Diario de Greg, un Pringao Total

miércoles, 25 de marzo de 2015

EL CONTADOR DE HISTORIAS

Escuchad. Dejad que sea vuestro dios. Dejad que os guíe en un viaje hacia, los confines de la imaginación. Dejad que os cuente una historia.

Es la voz del hakawati, el cuentacuentos, que hechiza a los oyentes poniendo una palabra detrás de otra para crear un relato en el que quepan todos los relatos, los antiguos y los modernos un relato que nos lleve á otros mundos y cuyo final no queremos que llegue...

Érase una vez un joven llamado Osama que abandonó Beirut y a su familia para marcharse a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Allí estudió y trabajó durante mucho tiempo... hasta que llegó a sus oídos la noticia de que su padre se encontraba enfermo, casi agonizante, en un hospital de la ciudad que había dejado tiempo atrás. Fue entonces cuando decidió regresar a su tierra. Allí comprobó que Beirut no era más que un pálido reflejo de lo que había sido tras sus perennes conflictos, pero también que su estrafalaria familia, los Al-Kharrat, conservaba su espíritu intacto: seguían sonriendo, peleando y, sobre todo, seguían contando historias... y es que el abuelo del joven Osama había sido en su tiempo un hakawati, un contador de historias, alguien capaz de endulzar los oídos del emir más escéptico y de despertar la imaginación más aletargada con cuentos provenientes de El Cairo, Damasco o Turquía, protagonizados por los personajes del Corán, Las metamorfosis de Ovidio o la Biblia.

Es así como el joven Osama recoge el legado de su abuelo y empieza a entretejer la historia de su propia familia, llena de secretos, escándalos y frustraciones; una historia que lo llevará también a sobrevolar en una alfombra mágica el cielo de Oriente Medio, con sus fábulas pobladas de princesas, genios, sultanes y visires a través de palacios y desiertos. Un precioso tapiz que reúne lo clásico y lo moderno, lo mítico y lo cotidiano, que encierra una historia dentro de otra interconectadas casi por arte de magia, hipnotizando al lector desde la primera palabra: «Escuchad...».

Osama, un joven libanés que vive en Estados Unidos desde hace más de diez años, regresa a Beirut al enterarse de que su padre, agonizante, se encuentra hospitalizado. La ciudad es solo un reflejo del Beirut que Osama recordaba; pero, como antaño, sus amigos y familiares se reconfortan en las cosas que siempre los han sostenido: los rumores, la risa y, por encima de todo, las historias

El abuelo de Osama y fundador de la familia fue en su día un hakkawati o contador de cuentos. El recuerdo de sus historias sobre su llegada al Líbano desde el Kurdistán turco, cómo se hizo con el apellido Al-Kharrat o el recuerdo de las guerras turcas se entremezclan con los cuentos clásicos de Oriente Medio. Abraham e Isaac, la fábula de Fátima y la historia de Baybars, el príncipe esclavo que conquistó las cruzadas, aparecen maravillosamente reinventados en esta novela contemporánea

La novela de Rabih Alameddine, ambiciosa y de múltiples lecturas, es una maravilla de habilidad para explicar historias… Alameddine combina la dolorosa vigilia en el hospital del personaje principal, Osama (o Al-Kharrat) con fábulas clásicas árabes revisitadas con humor malicioso contemporáneo. La historia de Al-Kharrat se va desarrollando en paralelo a las historias de Baybars, el rey esclavo, y la saga de la esclava Fátima, astuta y llena de recursos, que se adentra en las garras del infierno y consigue volver. Todas las historias están interconectadas temáticamente, con el tema doloroso de la separación: los hijos de sus padres, los maridos de sus mujeres, los hermanos de sus hermanos. Alameddine crea un emotivo retrato de los entresijos de la cultura árabe, como toda cultura, rica en contradicciones. El contador de historias es maravillosamente agridulce y complejo, y las numerosas aventuras de Baybars y Fátima se convierten en la verdadera caja de resonancia de la sencilla historia humana de la peculiar e irresistible familia Al-Kharrat.

EL FUEGO ES BRILLANTE Y LIMPIO

Ya hemos comentado alguna vez sobre Fahrenheit 451, novela distópica de Ray Bradbury. La trama gira en torno a Montag, un bombero cuya misión es quemar libros. Su jefe, Beatty, le dice que los libros sólo sirven para que las personas se sientan mal.  ya que la lectura, según el gobierno, impide que el hombre sea feliz y le llena de angustia, pues. al leer, los hombres se diferencian del resto y pueden llegar a cuestionar las acciones del gobierno. Os ofrecemos parte de ese parlamento:

—Tarde o temprano, a todo bombero le ocurre esto, Sólo necesita comprensión, saber cómo funcionan las ruedas. Necesitan conocer la historia de nuestra misión. Ahora, no se la cuentan a los niños como hacían antes. Es una vergüenza. — Beatty exhaló una bocanada—. Sólo los jefes de bomberos la recuerdan ahora —otra bocanada—. Voy a contártela. En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho. Pero, luego, el mundo se llenó de ojos, de codos Y bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad. Luego, en el siglo XX, se acelera. Los más breves, condensaciones. Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco. Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas en un diccionario. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet, sólo sabían, como digo, de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería. Ésta ha sido la formación intelectual durante los últimos cinco siglos o más. Los años de Universidad se acortan, la disciplina se relaja, la Filosofía, la Historia y el lenguaje se abandonan, el idioma y su pronunciación son gradualmente descuidados. Por último, casi completamente ignorado. La vida es inmediata, el empleo cuenta, el placer domina todo después del trabajo. ¿Por qué aprender algo, excepto apretar botones, enchufar conmutadores, encajar tornillos y tuercas? Vaciar los teatros excepto para que actúen payasos, e instalar en las habitaciones paredes de vidrio de bonitos colores que suben y bajan, como confeti, sangre, jerez o sauterne. Eso hicieron. Las revistas se convirtieron en una masa insulsa y amorfa. Los libros, según dijeron los críticos esnobs, eran como agua sucia. No es extraño que los libros dejaran de venderse, decían los críticos. Pero el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas. Y de las revistas eróticas tridimensionales, claro está. Ahí tienes, Montag. No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias. En la actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser feliz continuamente, se le permite leer historietas ilustradas o periódicos profesionales.

—Sí, pero, ¿qué me dice de los bomberos?

—Ah. —Beatty se inclinó hacia delante entre la débil neblina producida por su pipa.— ¿Qué es más fácil de explicar y más lógico? Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios, y creadores, la palabra «intelectual», claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser. Siempre se teme lo desconocido. Sin duda, te acordarás del muchacho de tu clase que era excepcionalmente «inteligente», que recitaba la mayoría de las lecciones y daba las respuestas, en tanto que los demás permanecían como muñecos de barro, y le detestaban. ¿Y no era ese muchacho inteligente al que escogían para pegar y atormentar después de las horas de clase? Desde luego que sí. Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces todos son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma, domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los resistiría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fueron totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo entero ya no hubo necesidad de bomberos para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misión, como custodios de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueces y ejecutores. Eso eres tú, Montag. Y eso soy yo. Has de comprender que nuestra civilización es tan vasta que no podemos permitir que nuestras minorías se alteren o exciten. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué queremos en esta nación, por encima de todo? La gente quiere ser feliz, ¿no es así? ¿No lo has estado oyendo toda tu vida? «Quiero ser feliz», dice la gente. Bueno, ¿no lo son? ¿No les mantenemos en acción, no les proporcionamos diversiones? Eso es para lo único que vivimos, ¿no? ¿Para el placer y las emociones? Y tendrás que admitir que nuestra civilización se lo facilita en abundancia.

—Sí.

—A la gente de color no le gusta El pequeño Sambo. A quemarlo. La gente blanca se siente incómoda con La cabaña del tío Tom. A quemarlo. Escribe un libro sobre el tabaco y el cáncer de pulmón ¿Los fabricantes de cigarrillos se lamentan? A quemar el libro. Serenidad, Montag. Líbrate de tus tensiones internas. Mejor aún, lánzalas al incinerador, ¿Los funerales son tristes y paganos? Eliminémoslos también, Cinco minutos después de la muerte de una persona en camino hacia la Gran Chimenea, los incineradores son abastecidos por helicópteros en todo el país. Diez minutos después de la muerte, un hombre es una nube de polvo negro. No sutilicemos con recuerdos acerca de los individuos. Olvidémoslos. Quemémoslo todo, absolutamente todo. El fuego es brillante y limpio. 

martes, 24 de marzo de 2015

¿A QUÉ PICA?

¿Cuánto tiempo hace que no sentís algo así?

Mucho más inconcebible, esta aversión por la lectura, si pertenecemos a una generación, a una época, a un medio, a una familia en los que la tendencia era más bien la de impedimos leer.

-¡Venga, deja de leer, que te vas a quedar sin vista!

-Más vale que salgas a jugar, hace un tiempo estupendo.

- ¡Apaga la luz! ¡Es tarde!

Sí, siempre hacía demasiado buen tiempo para leer, y de noche estaba demasiado oscuro.

Fijémonos en que se trata de leer o no leer, el verbo ya era conjugado en imperativo. En el pasado ocurría lo mismo. De manera que leer era entonces un acto subversivo. Al descubrimiento de la novela se añadía la excitación de la desobediencia familiar. ¡Doble esplendor! ¡Oh, el recuerdo de aquellas horas de lecturas clandestinas debajo de las mantas a la luz de la linterna eléctrica! ¡Qué veloz galopaba Ana Karenina hacia su Vronski a aquellas horas de la noche! ¡Ya era hermoso que aquellos dos se amaran, pero que se amaran en contra de la prohibición de leer todavía era más hermoso! Se amaban en contra de papá y mamá, se amaban en contra del deber de mates por terminar, en contra de la «redacción» que entregar, en contra de la habitación por ordenar, se amaban en lugar de sentarse a la mesa, se amaban antes del postre, se preferían al partido de fútbol y a la búsqueda de setas..., se habían elegido y se preferían a todo... ¡Dios mío, qué gran amor!

Y qué corta era la novela.

Daniel Pennac, Como una Novela

lunes, 23 de marzo de 2015

DESNUDA

Enviado por Belen:

Si hay miedo no es amor.

¿Cuándo dejó Ramiro de ser tierno, dulce y amable? ¿En qué momento exacto empezó a... sí, a maltratar a Marga?

Marga no lo sabe. Tal vez fuera desde el mismo principio; quizás las llamadas constantes, los mensajes inacabables, la demanda de atención, ese amor total y absoluto que Ramiro decía sentir por ella... Sí, tal vez todas esas cosas ya contuvieran una semilla de violencia. Y si Marga se hubiera dado cuenta a tiempo, las cosas habrían sido mucho más fáciles.

Desnuda es un libro duro, cortante, directo como un puñetazo en el estómago. Un libro necesario. Esta novela de Jordi Sierra i Fabra es muy dura; habla de la violecia de género entre adolescentes: Marga es una joven que cree estar enamorada de Ramiro, pero a medida que transcurre el tiempo, este empieza a controlar cada uno de sus movimientos y Marga empieza a sentirse incómoda.

Sus protagonistas son personajes reales, y con una personalidad bastante definida. Marga es una víctima de la violencia de género aunque ella no lo sepa. Se convence de que su relación va mal por su culpa. Ramiro, su novio, siente más que obsesión por ella, la controla en todo y casi no la deja ni respirar.

                La historia es simple, contada de forma especial: los diálogos no se diferencian de la narración, y con eso el autor ha logrado trasmitir la historia de una forma directa y sobre todo dura. Los capítulos son muy cortos y están formados por frases cortas
.
Aborda, de forma directa, la violencia machista a través de la experiencia de una adolescente acosada por su pareja, favoreciendo que el lector se ponga en el lugar de la protagonista y comprenda en primera persona qué siente una víctima de maltrato: sus dudas, sus miedos, su dolor, su soledad y el valor que requiere enfrentarse a esa situación

PREMIO CERVANTES CHICO 2012

domingo, 22 de marzo de 2015

I LOVE LIBROS

CON LA TÉCNICA DE LOVECRAFT

A la memoria de Lovecraft, escritor de "science fiction”,
que murió perseguido por los seres invisibles.
 
El resorte se disparó, hizo un ruido leve y, lentamente, bajó el disco. Hubo una pausa. Algo, como una corriente de aire casi imperceptible, fue aumentando en intensidad. Entreabrió una puerta y descendió por unos escalones que daban a un patio interior. Tropezó con algo sólido y opaco y blasfemó en voz baja. Luego se dirigió a un breve pasadizo, al otro lado del patio, y se arremolinó. Ahora se oía la música alejada, sorda, filtrada. Era una noche silenciosa y tranquila, de gran suavidad, con el aroma de la primavera cayendo desde los árboles.

Desapareció la magia de la boca con las pequeñas placas de la sífilis en labios y paladar. Había unas bombillas rojas y verdes en cuyo interior se podía ver perfectamente la imagen de su rostro con un rictJs de ironía amarga y desilusionada. Ironía nacida de la desesperación y de la muerte, más allá de las cuales sólo débiles ráfagas de aire descansan en el interior de los sepulcros abandonados, llenos de ceniza o de agua pútrida, o en la caja de resonancia de los pianos Chassaigne, modelo 1906, esperando la aparición del conducto sutilísimo que los ha de unir, con unas cuantas palabras no pronunciadas, a la oreja del caballero momificado o de la dama solitaria. Gastadas formas de vida o de muerte, de nacimiento mecánico o un dolor visceral, de v6mitos que se suceden, implacables (o que, por lo menos, atormentan con la agonía del espasmo que ha de venir y que siempre, siempre desemboca en una especie de abismo y en sudor y en cabellos pegajosos), y de grititos histéricos y de dientes que se desmoronan y que la lengua palpa voluminosos y febricitantes.

No era eso. Sólo la gélida quemadura de un thoulú, de uno de aquellos seres amorfos y terribles que ya había descrito minuciosamente, en el siglo XII, el árabe Al-Buruyu en su tratado Los que vigilan. La evidencia de las cosas surgía de improviso con mil y un significados aterradores y alusivos. No había forma humana para conjurar lo inevitable, para alejar el dogal que ceniría al elegido, quien, por un impulso misterioso, sería arrastrado al sacrificio, a la aniquilación de la propia personalidad, y se convertiría en una cosa horrible y sin nombre, abominable concepción esta, fruto de una boda del cielo y el infierno. No podían tener otro sentido la aparición de signos en todas las habitaciones de la casa y aquellos restos de organismos extraños hallados una mañana en el patio, que se habían volatilizado misteriosamente al cabo de una hora. El magisterio de Al-Buruyu se presentaba como una fuerza maléfica que se anticipaba a los siglos como un ojo impasible y escrutador, dotada de una voz caligráfica y cabalística que iba avanzando como una carcajada por la noche, sobre la nieve surcada de huellas deformes y de misteriosas desapariciones, de alaridos alucinantes junto a las rejas de los manicomios.

Se oyó el claxon de un coche. La presencia se inquietó y hubo como una distensión. Murmuró unos sonidos ininteligibles y apenas una leve fosforescencia se insinuó en el-fondo del pasadizo, entre inmundicias y botellas de licor vacías. Se encendió la luz en una ventana próxima y poco después se apagó. Fuera, respiraba la primavera.

El tiempo se acumulaba en el cerebro y en la sangre, en pliegues suavísimos y turbadores en los que aparecía la claridad solar. Había costras y una materia rugosa, surcada por grietas de dirección dubitativa, que parecía calcinada por un contacto satánico o sordamente enfurecido. O bien una superficie enharinada con polvos de arroz, bajo la cual palpitaban, vívidas y sensibles, amplias llagas purulentas, como bocas martirizadas y ocultas, como flores monstruosas y sonámbulas que, de pronto, se hinchasen y creciesen, estirando su íntima estructura hacia formas propias de un delirio febril. Era demasiado tarde para el antídoto, la svástica invertida de plata que habría de poner ecos de cantos litúrgicos en la huida de la estepa y en la llegada de la savia vivificante. El vuelo de las hojas era un vuelo de bronces, enlutado y solemne, sobre la tierra árida y espectral. Apenas podían entreverse, con un esfuerzo supremo, la risa de un niño vestido de marinero, casi velada por el dolor, o la triste tenacidad del hombre que medita hasta altas horas de la noche, contemplada ahora bajo el peso de una lágrima, o la inútil trenza perfumada que era como aire para una mirada que alimentaba al deseo. La carne había empezado a corromperse, aún en presencia de la vida, y exhalaba una pestilencia indefinible que lo impregnaba todo. Lentamente se inició el éxodo, e incluso la araña, con su perezosa pero terrible seguridad, abanoonó el nido de su vida feliz. Entreveía lecturas de íncubos, fórmulas mágicas de la muerte y el diablo, rebasado ya todo vestigio de razón, y se veía hojear la Dissertation sur les apparitions des anges, des démons et des esprits et sur les revenants et vampires, del monje Calmet, que corroboraba la fría certeza de Al-Buruyu. Ya Angela Foligno había revelado al comentarista que, al principio, non est in me membrum quod non sit percussum, tortum et poenatum a daemonibus, et semper sum infirma, et semper stupefacta, et plena doloribus in ómnibus membris vivis. También había un flotar sobre la realidad, un ir a la deriva en paisajes inexistentes de algas mortecinas que se crispaban, airadas y amenazadoras, al más leve contacto; y el manubrio de los organillos giraba vertiginosamente en el interior del cráneo, con un insufrible alboroto de timbres y altavoces enloquecidos que callaban después en un angustioso silencio de tumba.

Se alisó el cabello con la mano, morosa y maquinalmente. Bebía con delectación, y en breves sorbos, una copa de auténtico scotch Forrester y se encontraba, seguramente, a diez millas de la costa y en una tormenta de todos los demonios. Rióse una rubia con la risa provocativa de Jane Russell y se le acercó desde la barra. Llevaba la boca pintada de rojo intenso, de color sangre toro, y un jersey ceñido que destacaba su busto con violencia. Le acarició la mejilla y le murmuró unas palabras cariñosas, acercando su cara hasta casi rozarle. La atmósfera era densa y turbia por el humo del tabaco y algunos invitados se habían quitado la americana. Otra muchacha, que movía las ancas como una estrella de Holly vood, cantaba como en éxtasis, con una lánguida sensualidad que se pegaba a la epidermis.

Pensaba que no le volvería a ver. De pronto, se le ocurrió reír ante aquel niño vestido de marinero, pasado de moda y ridículo. Lo asoció a muchas otras cosas, como a un banderín de hockey clavado bien tenso en alguna pared, o una fotografía desteñida que perpetuaba unas caras ausentes en una nebulosa excursión a Bañolas, un día de mucho frío, o a un pequeño bar del Paseo de Gracia, mucho después, cuando ya ella preparaba el trousseau de novia y le regalaba corbatas el día de su santo.

La cantante agradeció los aplausos con una sonrisa. La gente intentaba ahora bailar, excepto un grupito que bebía y conversaba con el barman y con la muchacha que acababa de terminar su número. Reinaba una media luz sucia y gastada.

Penetrado por la sombras, detrás del gran monumento a Napoleón, detrás de las campanas de los tranvías, bajo los burdeles de todas las ciudades del mundo, necesitaba ahora, en su último momento de lucidez, buscar la luz, engañar a aquella presencia, acercarla fuese como fuese, si era menester, a la luz clara y purificadora, a esa luz que a veces rasgaba las tinieblas. Tenía que haber luz en algún lado. A él le parecía que así tenía que ser forzosamente.

Muy lejos, seguramente a diez millas de distancia, alguien o algo reptaba por la alfombra. Dejó atrás las dos butacas y se incorporó poco a poco. Era como un babeo o como un borborigmo inconfesable. De él emanaba un resplandor lívido. Como una alucinación de Lovecraft.

Joan Perucho 

viernes, 20 de marzo de 2015

DÍA DE LA NARRACIÓN ORAL

El 20 de marzo comenzó a celebrarse en Suecia en 1991 como el Día de Todos los Narradores Orales. La red de narradores suecos decidió festejar la llegada de la primavera contando cuentos por todo el país. Poco a poco el evento fue contagiando a otros países y hoy narradores de todos los países del mundo lo celebran como el Día de la Narración Oral.

AEDA, la Asociación de Profesionales de la Narración Oral en España, para celebrar este día, esta compartiendo diferentes contenidos:


  • Han abierto un espacio en su web que pretende ser un archivo de RECURSOS DE ORALIDAD para poder trabajar la expresión y la narración oral.

  • Un DICCIONARIO DE NARRACIÓN ORAL, para que sea fácil buscar voces, consultarlas, vincularlas... y sobre todo para poder seguir ampliando contenidos y términos. 

jueves, 19 de marzo de 2015

TENGO UNA PREGUNTA PARA VUESA MERCED, SEÑOR DON QUIJOTE

Es una propuesta de lectura dramatizada de textos del Quijote llevada a cabo por  alumnos y profesores del IES Iturralde, de Madrid, en el marco de las celebraciones del Día del Libro en el año 2010,

La propuesta nace de esta hipótesis: en el Quijote, como en toda gran obra clásica, podemos encontrar ideas que pueden servir como respuesta a preguntas que nos hacemos a partir de nuestros problemas actuales.

Desde la perspectiva de la educación literaria, esta propuesta tiene un gran interés como modo de acceso a nuestro texto clásico por excelencia, el Quijote, pues interrogar a la obra a partir de los problemas del presente da sentido a la lectura y la motiva, es decir, da motivos para leer y, con ello, anima a adentrarse en el texto y a conocerlo mejor. Y, de un modo más general, ayuda a los alumnos a descubrir que ciertas obras del pasado siguen hablando de cuestiones que nos interesan en el presente, y que por eso se siguen valorando. Los alumnos aprenderán fácilmente que las obras clásicas, más que monumentos para admirar y reverenciar, son palabras vivas que siguen hablando de nosotros y de nuestras relaciones con el mundo.

                En la presentación del proyecto en el Ministerio de Educación, los responsables manifestaban lo siguiente:

Os haremos preguntas sobre aquello que nos inquieta en nuestro día a día, sobre nuestra vida cotidiana de hoy. Averiguaremos qué respuestas tiene que darnos vuesa merced. Aprenderemos que todo buen libro, sea de la época que sea, siempre nos habla de nosotros mismos. Y que “quien lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”.

Palabra a palabra, se irá dibujando el perfil de don Quijote y será uno más entre nosotros y lo veremos aquí, asequible, cercano, como alguien que siempre tiene mucho que decirnos. Porque cada vez que nos acerquemos a su libro, en cada momento, en cada edad, don Quijote se sentará a nuestro lado y nos hará disfrutar de su mundo y aprender de nosotros mismos. ¡Dichoso aquel que aún no ha leído el Quijote, porque tendrá el inmenso placer de leerlo por primera vez!

                El proyecto completo lo podéis encontrar en esta página. Como botón de muestra, ahí tenéis una de las preguntas formuladas y su respuesta:

P.- Señor don Quijote, este año me examino de la Prueba de Acceso a la Universidad. Yo quiero estudiar Filología porque me gusta mucho la literatura. Bueno, a decir verdad, la mitad del tiempo que estoy en la biblioteca me la paso escribiendo poemas, pero esto es un secreto entre vos y yo. Mis padres dicen que la poesía no da de comer y que lo que tengo que hacer es labrarme un buen futuro y quieren que sea economista, abogado ... o algo así. Si mi padre estuviera aquí, en algún lugar de la sala, ¿qué le diría vuesa merced?

R.- Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, por buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza. de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta a aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguír aquella ciencia a que más le vieren inclinado; aunque, la de la poesía es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee. La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ní por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio. Sea, pues, la conclusión de mi plática, señor hidalgo, que vuela merced deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama; que, siendo él tan buen estudiante corno debe de ser, y, habiendo subido felizmente el primer escalón de las esencias, que es el de las lenguas, con ellas por si mismo subirá a la cumbre de las letras humanas.

(El Quijote, Segunda parte, capítulo XVI)

miércoles, 18 de marzo de 2015

EL MAPA DEL CAOS

¡Adelante, apreciado lector, sumérgete en las páginas de nuestro último folletín, donde te esperan aventuras aún más increíbles que las anteriores!

Si los viajes en el tiempo y las invasiones marcianas no han sacudido tu corazón con suficientes emociones, ahora podrás aventurarte en el mundo donde habitan los fantasmas y demás monstruos de la razón.

Tal vez quieras pensártelo mejor antes de pasar la primera página, pero es mi deber advertirte que, si no te atreves, jamás descubrirás lo que hay al otro lado de la realidad que crees conocer.

¿Qué harías para recuperar a un ser querido, presunto lector? ¿Irias incluso a buscarlo al Mas Alla, desafiando a la propia muerte?

                Con estas palabras comienza El Mapa del Caos, la última entrega de la Trilogía Victoriana de Felix J Palma.

Cuando la persona que más ama muere trágicamente, el protagonista de esta historia hará todo lo posible para hablar con ella una última vez. Necesita confesarle el secreto que le atormenta y no se atrevió a contarle en vida.

En el Londres victoriano, en pleno apogeo del espiritismo, una sesión con el mejor médium de la historia se presenta como la única solución, pero en ella se desencadenarán fuerzas más terribles de lo que nadie podía imaginar. El mundo entero está en peligro, y su salvación reside en las páginas de un misterioso libro titulado El mapa del Caos. Si nuestro protagonista no lo recupera, jamás podrá llegar hasta la persona amada, pues incluso el Más Allá dejará de existir.

Pero no estará solo en esta aventura. Contará con la inestimable ayuda de Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, de Lewis Carroll, el autor de Alicia en el País de las Maravillas, y por supuesto de H. G. Wells, cuyo Hombre Invisible tal vez haya escapado de las páginas de su famosa novela, para sembrar el terror entre los hombres. Solo ellos pueden descubrir la forma de salvar el mundo. Solo ellos pueden encontrar el camino para reunir a los amantes separados por la muerte. El camino a través de los espejos…

El mapa del Caos es una aventura trepidante, en la que el autor, con la magistral escritura y el fino humor al que nos tiene acostumbrados, mezcla amores imposibles, acción a raudales, fantasmas verdaderos y mediums falsos, en un explosivo coctel que atrapará a los lectores de todo el mundo. O como diría el misterioso narrador de esta novela, de todos los mundos posibles.

martes, 17 de marzo de 2015

CÓMO WATSON APRENDIÓ EL TRUCO

Watson había estado observando con atención a su compañero desde que se había sentado a la mesa del desayuno. Holmes de pronto alzó la vista y percibió su mirada.
 –Bien, Watson, ¿en qué está pensando? –preguntó.
 –En usted.
 –¿En mí?
 –Sí, Holmes. Pensaba en lo superficiales que son sus trucos, y lo sorprendente que es que el público siga mostrando interés por ellos.
 –Estoy bastante de acuerdo –dijo Holmes–. De hecho, recuerdo que yo mismo pensé algo similar.
 –Sus métodos –sentenció Watson gravemente–, son realmente fáciles de conseguir.
 –Sin duda –respondió Holmes con una sonrisa–. Quizá usted mismo pueda ofrecer un ejemplo de ese método de razonamiento.
 –Con mucho gusto –dijo Watson–. Puedo afirmar que usted estaba muy preocupado cuando se levantó esta mañana.
 –¡Excelente! –exclamó Holmes–. ¿Cómo pudo saber eso?
 –Debido a que suele ser un hombre muy ordenado y sin embargo se le ha olvidado afeitarse.
 –¡Dios mío! ¡Qué inteligente! –musitó Holmes–. No tenía ni idea, Watson, de que fuera tan idóneo como alumno. ¿Ha detectado su ojo de águila algo más?
 –Sí, Holmes. Tiene un cliente llamado Barlow, y no ha tenido éxito con su caso.
 –Dios mío, ¿cómo sabe eso?
 –Vi el nombre en el sobre. Cuando lo abrió soltó un gemido y se lo guardó en el bolsillo con el ceño fruncido.
 –¡Admirable! Qué observador es. ¿Alguna otra cosa?
 –Me temo, Holmes, que se ha volcado a la especulación financiera.
 –¿Cómo puede decir eso, Watson?
 –Abrió el periódico, se dirigió a la página financiera, y soltó una exclamación de interés.
 –Vaya, eso es muy inteligente, Watson. ¿Algo más?
 –Sí, Holmes. Se ha puesto el abrigo negro, en lugar de la bata, lo que demuestra que está esperando alguna visita importante en cualquier momento.
 –¿Algo más?
 –No tengo duda alguna de que podría hallar otras cosas, Holmes, pero sólo le informaré de esas pocas, a fin de demostrar que hay otras personas en el mundo que pueden ser tan inteligentes como usted.
–Y algunas otras no tan inteligentes –dijo Holmes–. Tengo que admitir que hay algunas, pero me temo, mi querido Watson, de que tengo que contarle entre esas personas.
 –¿Qué quiere decir, Holmes?
 –Bueno, mi querido amigo, me temo que sus deducciones no han sido tan felices como hubiera deseado.
 –Quiere decir que estaba equivocado…
 –Sólo un poco, me temo. Tomemos los datos en orden: No me he afeitado porque he enviado mi navaja a afilar. Me puse el abrigo, porque tengo, qué mala suerte, una inmediata cita con mi dentista. Su nombre es Barlow, y la carta era para confirmar la reunión. La página de críquet está al lado de la financiera, y la consulté para ver si Surrey ha ganado contra Kent. ¡Pero siga, Watson, vamos! Es un truco muy superficial, y no cabe duda de que pronto lo conseguirá.

Sir Arthur Conan Doyle

lunes, 16 de marzo de 2015

EL DECALOGO DE LOS AMANTES DE LOS LIBROS

Enviado por Ángel:

La escritora Brittany Foster publicó en su blog los diez mandamientos de los amantes de los libros. ¿Coinciden con los tuyos?

          No comenzarás ninguna saga por un libro que no sea el primero.

No doblarás las hojas, descuajeringarás el dorso o causarás daño alguno en la cubierta.

Cuando un personaje que te guste muera, sentirás dolor en lo más hondo de tu alma.

Defenderás a tus escritores favoritos con ardor, incluso si después de ese libro que adoras han escrito otro que ya no está tan bien.

Nunca, y bajo ninguna circunstancia. preferirás la película al libro.

Tendrás más superficie de tu casa cubierta de libros que libre de ellos.

Justificarás todo el dinero gastado en libros diciendo “los libros no son una pérdida de dinero, al menos no me he comprado zapatos”.

Intentarás por todos los medios que si tienes una serie de libros, todos sean de la misma edición.

Sentirás dolor de corazón al decidir si debes prestarle a alguien un libro.

Te negarás a arrancar hojas de un libro para iniciar una hoguera, incluso si estás en medio de un apocalipsis zombie.

EL SECRETO DEL GALEÓN

               
Enviado por Mª Jose:

¿Qué pueden tener en común una adolescente que sueña con ser bailarina y una noble del siglo XIX que lucha contra el destino que la sociedad y su familia le han impuesto? ¿Qué secreto ocultan los restos de un galeón español hundido hace casi 200 años que puede afectar a la gente hoy en día? ¿Una pareja puede recuperar su amor tras tanto tiempo de desencuentros?… Ana Alcolea nos presenta un libro lleno de misterios en el que se atraviesan continentes y siglos, y que hará que el lector no pueda despegarse de él hasta llegar a la última página.

La madre de Carlos, arqueóloga, está inmersa en la investigación de los restos de un naufragio del siglo XVIII, y comienza a sentir que algo raro pasa con los objetos rescatados que han llevado al museo: se encuentra mal de repente, recibe extrañas llamadas al móvil… Por si esto fuera poco, su exmarido, el arqueólogo que encontró los restos, va a ayudarla en la catalogación, y eso complica aún más las cosas.

Mientras, su hijo se ilusiona con el regreso de su padre y sufre sus propias complicaciones amorosas, ya que está totalmente encandilado con Elena, la chica nueva de clase.

A la vez, somos testigos de los últimos días de navegación del Buena Esperanza, el galeón en el que viaja Marina, junto a su madre, sus hermanas y la esclava Ramira, una mujer extraña y con grandes y ocultos poderes ancestrales. Ella no se parece en nada a sus hermanas: no piensa en casarse ni en bordar su ajuar, solo desea vivir en el mar, convertirse en marinero; algo del todo imposible. De sus pensamientos y anhelos sabe mucho su esclava Ramira.

Entre los restos que son llevados al museo aparece un broche con un retrato de mujer; sorprendéntemente, el rostro de esta es igual al de Elena. La chica, al descubrir este detalle, preguntará a sus padres sobre su familia y la posible conexión con el barco hundido. Será su padre el que le desvele ciertos detalles que ella no conocía, y quien al final dará con la clave que desvelará el misterio del galeón.

La autora nos presenta a personajes en evolución rodeados de símbolos y objetos mágicos; todo ello propiciado por la doble narración que se va alternando; el pasado y el presente. Ambas historias confluyen gracias estos restos: un broche con la imagen de una mujer, una estatuilla de origen africano y una caja de música. Maneja con soltura las descripciones y nos sumerge en un ambiente evocador, cuando nos traslada a alta mar, a bordo del galeón; para ello emplea un estilo lírico y evocador, relacionado con el mar y sus misterios más profundos; frente a él el coloquial, al referirse a las clases del instituto.  Entre los temas podemos destacar: la liberación de la mujer (Marina que quiere no casarse, sino vivir en el mar), la denuncia de la esclavitud (la historia de Ramira), acoso (la persecución de Elena en las redes sociales) y problemas familiares (cuando el padre de Elena se marchó de casa porque su padre no aceptó que fuese bailarín).