Un teatro en
llamas celebrando las nupcias del fuego y el agua. Una representación
convertida en una hoguera en mitad de la noche, clausurando las funciones de
Ondina, la primera ópera del Romanticismo alemán, compuesta por el escritor E. T.
A. Hoffmann, amante de los cuentos de terror y bebedor inveterado, basándose
en la historia de Friedrich de la Motte Fouqué. Un ágape tras las llamas en el
que también se desata un incendio, un banquete báquico donde las narraciones
fluyen tan deprisa como el vino y el deseo. Un enigma que se desliza por el
cuerpo y el alma de los asistentes: ¿quién ha quemado el recinto y desea el
cese del espectáculo? ¿Es la envidia una pasión cuyo poder supera todas las
creaciones del arte?
En esta
poderosa e imaginativa novela, Irene Gracia, en homenaje a los 200
años de la obra, da voz a Johanna Eunicke, la cantante que interpretó a Ondina,
a la par que recrea las fantásticas tertulias organizadas por Hoffmann, origen
de los nuevos géneros que convertirían el Romanticismo en un movimiento
liberador, capaz de desplegar ante los hombres todos los misterios de la
naturaleza y la nocturnidad.
Primero
asistimos a los preparativos, ensayos y primeras representaciones de la opera,
donde vemos como los personajes se van apoderando de los actores y cantantes y
florecen la envidia, la rivalidad y los celos entre ellos.
La misma noche
del incendio, Eunicke y Hoffmann convocan un banquete, donde
participan todos los implicados en la obra, para intentar averiguar quién ha
sido el responsable. y que se desarrollará al modo de las veladas serafinas que
solían celebrar en Berlín, donde los contertulios conversaban sobre arte y
filosofía y también relataban cuentos fantásticos que eran sometidos al juicio
de los demás. Tras la cena, los comensales comienzan a contar esos cuentos de
misterio y fantasía propios del Romanticismo: una joven y su muñeca intercambian
almas y cuerpos; un piano negro que hace que sus interpretes alcancen la
genialidad; cómo nacen los ángeles… o Clarisa, reina de Sirgén, relato que
inicia el propio Hoffmann, y los demás deberán continuar a modo de un cadáver
exquisito. Esta es la mejor parte del libro.
Nos
encontramos con un libro que nos atrapa, que nos enreda, pues de una historia
pasamos a otros relatos que nos envuelven con sus peculiares misterios y
secretos, cuidando en ellos el estilo y la temática del Romanticismo; con ellos
nos desentendemos de la causa de esa cena: ¿quién ha provocado el incendio? No
nos importa, sólo queremos más cuentos.
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