Constituye el
mejor modo del que disponemos para conocer cómo funciona el mundo y todo lo que
hay en él… lo cual nos incluye a nosotros.
La gente lleva
miles de años haciéndose preguntas acerca de lo que ve a su alrededor, y las
respuestas que ha obtenido han variado mucho con el tiempo, del mismo modo que
la ciencia. La ciencia es dinámica; se construye sobre las ideas y los
descubrimientos que una generación transmite a la siguiente, y da pasos de
gigante hacia delante cuando se realiza un descubrimiento completamente nuevo.
Lo que no ha cambiado nunca es la curiosidad, la imaginación y la inteligencia
de aquellos que se dedican a hacer ciencia. Es posible que hoy en día
dispongamos de más conocimientos, pero las personas que pensaban en profundidad
acerca de su mundo hace tres mil años eran tan inteligentes como nosotros.
Este libro no
trata sólo de microscopios y tubos de ensayo, aunque ambos sean los elementos
que la mayoría de la gente imagina al pensar en ciencia. Durante la mayor parte
de la historia humana, la ciencia se ha utilizado junto con la magia, la
religión y la tecnología para tratar de comprender y controlar el mundo. La ciencia
puede representar algo tan sencillo como observar la salida del Sol cada
mañana, o tan complicado como identificar un nuevo elemento químico. La magia
podría consistir en mirar las estrellas para predecir el futuro o tal vez en
alguna superstición, como mantenerse apartado del camino de un gato negro. La
religión puede llevarte a sacrificar un animal para apaciguar a los dioses o
rezar para que la paz se instaure en el mundo. La tecnología está relacionada
con los conocimientos para encender un fuego o fabricar un nuevo ordenador.
La ciencia, la
magia, la religión y la tecnología fueron utilizadas por las primeras
sociedades humanas que se asentaron en los valles de los ríos de India, China y
Oriente Medio. Dichos valles eran fértiles, lo que permitía plantar cada año
cosechas suficientes para alimentar a una gran comunidad. Esto proporcionó a
algunos miembros de estas comunidades tiempo suficiente para concentrarse en un
tema, experimentar y experimentar, y convertirse en expertos en él. Los
primeros «científicos» (aunque en aquella época no recibieran este nombre)
eran, con toda probabilidad, sacerdotes.
Al principio,
la tecnología (relacionada con el «hacer») era más importante que la ciencia
(relacionada con el «saber»). Antes de cultivar con éxito, confeccionar ropa o
cocinar la comida, es necesario saber qué hacer y cómo hacerlo. No hace falta
saber por qué algunas bayas son venenosas o algunas plantas comestibles, para
aprender a evitar las primeras y plantar las segundas. Tampoco hace falta que
exista una razón para que el Sol salga cada mañana y se ponga cada noche,
porque es algo que seguirá pasando cada día. Pero los seres humanos no sólo son
capaces de aprender cosas acerca del mundo que les rodea, también son curiosos,
y es esa curiosidad la que anida en el corazón de la ciencia.
William
Bynum, Una Pequeña Historia de la Ciencia
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