Ondina, querida pequeña, mi amor,
Desde que en las viejas crónicas
Descubrí el reflejo extraño de tu luz,
¡Cuántas veces apaciguó tu canto mi corazón!
Cuando te apretujabas tiernamente contra mí,
Deseando confiarme tus penas,
En voz baja, a la oreja,
Niña mimada, sin duda, pero también salvaje
Sin embargo en tu porche, de áureas tesituras
Hízose eco mi cítara,
De cada una de tus palabras, que me decías en voz baja,
De modo que se oyeron en la lejanía
Y más de un corazón se enamoró de ti
A pesar de tu carácter misterioso y fantástico
Y muchos disfrutaron leyendo
Un librito que me inspiraste a mí
Hoy, he aquí que todos
Quieren escuchar de nuevo el relato
No has de ruborizarte. Ondina
No, no temas, entra en la sala.
Saluda amablemente a cada una de esas nobles figuras
Ante todo, saluda con confianza
A estas amables y bellas Damas alemanas.
Sé que sienten gran debilidad por ti.
Y si entonces alguna de ellas te pregunta por mí,
dile: «Es un leal caballero,
cuya espada y cuya cítara están al servicio de las Damas
en el baile y en la fiesta, en la batalla y en el torneo».
Friedrich de la Motte Fouqué, Ondina
Ondina, la historia de un hada, de un espíritu de
las aguas, es sin duda una de las obras maestras de la literatura fantástica
europea. Hija de las Olas, su padre era un gran Señor del Mediterráneo, Ondina
ha de conocer el amor de un hombre carnal para adquirir un alma, y éste es el
origen de una de las historias de amor más apasionantes que conocemos, del
relato de Friedrich de la Motte Fouqué que marcó un hito en el movimiento
romántico alemán e inspiró a Goethe, Wagner y tantos otros.
Ondina narra la historia de un caballero que debe
atravesar un bosque encantado para demostrar su valentía y conseguir la mano de
una joven dama bella y caprichosa. Un viejo pescador le encuentra en medio de
una gran tormenta y le ofrece cobijo en su modesta casa, donde vive con su
esposa y una hija adoptiva llamada Ondina. Los jóvenes se enamoran de inmediato
y deciden casarse, pero antes ella le confiesa que no es una mujer normal, sino
que es un espíritu del agua. Según la leyenda, si una criatura del agua
consigue el amor de un hombre recibirá a cambio un alma humana. Pero si algún
día él la engañara o dejara de amarla, ella sería de inmediato devuelta a las
profundidades. La pareja vive feliz creyendo que su amor será eterno, pero
pronto las mentiras, los celos y la desconfianza marcarán sus vidas y su
trágico destino.
Ya desde el siglo XIX existen diferentes ediciones
ilustradas; las imágenes que has visto más arriba pertenecdn a una versión de
1909 del ilustrador inglés Arthur Rackham. No hace mucho,
Edelvives ha sacado una cuidada edición de Benjamín Lacombe.
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