viernes, 27 de junio de 2014

AHORA SI

Ya sé que había echado el cerrojazo, pero la muerte de una de nuestras mejores narradoras, la conversación mantenida con alguno de vosotros/as en Toledo (Te conozco por la foto) y subir alguna reseña de mis compañeros o de alumnos, ha permitido este paréntesis.

No sé si tras las vacaciones seguiremos con el mismo blog, o cambiaremos la dirección y el nombre. Todo se andará.

Ahora sí: 

¡¡¡Felices Vacaciones!!!  


ATLAS TEMÁTICO MICROSCOPIA

Enviado por Julia:


La Microscopía es una ciencia que va adquiriendo, día a día, mayor importancia. Se sirven de ella las principales ramas de la actividad humana: arte, ciencia, agricultura, industria... El microscopio es el principal elemento en todos los laboratorios de investigación. Es un instrumento indispensable.

Ello nos ha inducido a redactar este Atlas, con el que pretendemos iniciar a estudiantes, aficionados y, en general, a cuantos se sientan inclinados hacia esta ciencia, en el conocimiento y manejo del microscopio.

Una parte de este trabajo está consagrada al instrumento en sí: historia, funcionamiento, empleo. En capítulos sucesivos pasamos revista a las aplicaciones del microscopio, así como a la forma de preparar los materiales de estudio para ser observados en las mejores condiciones posibles.

Confiamos en haber conseguido nuestro propósito, que, repetimos, solamente es iniciar e interesar. Por ello no hemos querido hacer demasiado ardua la lectura de esta obra y hemos evitado sobrecargarla con la exposición de técnicas que el estudioso, una vez iniciado en la materia, encontrará en obras más especializadas.

Expreso mi agradecimiento al doctor don Benito Oliver Suñé, eminente bacteriólogo, que, con sus enseñanzas y consejos, ha hecho posible la aparición de este Atlas. M i agradecimiento también a editores, ilustradores y a todos los que han contribuido a su realización.

F.J. Bernis Mateu

EL VENDEDOR DE NOTICIAS

Enviado por Jesús:

Esta novela de caballerías, escrita por  José Luis Olaizola, nos transporta al siglo XI cuando España estaba dividida en muchos reinos lo cual tenía más inconvenientes que ventajas ya que siempre había motivos para estar en guerra. Sobrevivir en la sociedad feudal no era nada fácil y para muchos la guerra se convertía en el único medio de vida. La categoría más ínfima que vivía a costa de las guerras era la de los vendedores de noticias. Iban de un bando a otro de un reino a otro traficando con la información y ofreciéndola al mejor postor. Era un oficio en extremo peligroso ya que se les consideraba como espías y las leyes permitían que fueran ahorcados o decapitados allí donde se les encontrara. Pero a Sebastián un muchacho de catorce años que vivía con su abuelo el peligro no le atemorizaba era incapaz de resistirse a la tentación de echarse al monte en busca de noticias. Lo llevaba en la sangre. Sin embargo su destino unido a su ansia por lograr un sueño le conducirá a unirse a las huestes de El Cid Campeador.

Sobrevivir en la sociedad feudal del siglo XI en España no era nada fácil, y para muchos la guerra se convertía en el único medio de vida. La categoría más ínfima que vivía a costa de las guerras era la de los vendedores de noticias. Iban de un bando a otro traficando con la información y ofreciéndola al mejor postor. Este oficio tan peligroso era el que ejercía Sebastián, incapaz de resistirse a la tentación de echarse al monte en busca de noticias. Conocerá a los condes de Lácar, su avaricia y crueldad. El destino lo conducirá a unirse a las huestes del Cid Campeador y con él conocerá el honor  y librará de las garras de los condes a la princesa Cristina y a todos los vasallos del condado.

jueves, 26 de junio de 2014

LOS CUENTOS VAGABUNDOS


IN MEMORIAM


Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento. Ese cuento breve, lleno de sugerencias, dueño de un extraño poder que arrebata y pone alas hacia mundos donde no existen ni el suelo ni el cielo. Los cuentos representan uno de los aspectos más inolvidables e intensos de la primera infancia. Todos los niños del mundo han escuchado cuentos. Ese cuento que no debe escribirse y lleva de voz en voz paisajes y figuras, movidos más por la imaginación del oyente que por la palabra del narrador.

He llegado a creer que solamente existen media docena de cuentos. Pero los cuentos son viajeros impenitentes. Las alas de los cuentos van más allá y más rápido de lo que lógicamente pueda creerse. Son los pueblos, las aldeas, los que reciben a los cuentos. Por la noche, suavemente, y en invierno. Son como el viento que se filtra, gimiendo, por las rendijas de las puertas. Que se cuela, hasta los huesos, con un estremecimiento sutil y hondo. Hay, incluso, ciertos cuentos que casi obligan a abrigarse más, a arrebujarse junto al fuego, con las manos escondidas y los ojos cerrados.

Los pueblos, digo, los reciben de noche. Desde hace miles de años que llegan a través de las montañas, y duermen en las casas, en los rincones del granero, en el fuego. De paso, como peregrinos. Por eso son los viejos, desvelados y nostálgicos, quienes los cuentan.

Los cuentos son renegados, vagabundos, con algo de la inconsciencia y crueldad infantil, con algo de su misterio. Hacen llorar o reír, se olvidan de donde nacieron, se adaptan a los trajes y a las costumbres de allí donde los reciben. Sí, realmente, no hay más de media docena de cuentos. Pero ¡cuántos hijos van dejándose por el camino!

Mi abuela me contaba, cuando yo era pequeña, la historia de la Niña de Nieve. Esta niña de nieve, en sus labios, quedaba irremisiblemente emplazada en aquel paisaje de nuestras montañas, en una alta sierra de la vieja Castilla. Los campesinos del cuento eran para mí una pareja de labradores de tez oscura y áspera, de lacónicas palabras y mirada perdida, como yo los había visto en nuestra tierra. Un día el campesino de este cuento vio nevar. Yo veía entonces, con sus ojos, un invierno serrano, con esqueletos negros de árboles cubiertos de humedad, con centelleo de estrellas. Veía largos caminos, montañas arriba, y aquel cielo gris, con sus largas nubes, que tenían un relieve de piedras. El hombre del cuento, que vio nevar, estaba muy triste porque no tenía hijos. Salió a la nieve, y, con ella, hizo una niña. Su mujer le miraba desde la ventana. Mi abuela explicaba: «No le salieron muy bien los pies. Entró en la casa y su mujer le trajo una sartén. Así, los moldearon lo mejor que pudieron.» La imagen no puede ser más confusa. Sin embargo, para mí, en aquel tiempo, nada había más natural. Yo veía perfectamente a la mujer, que traía una sartén negra como el hollín. Sobre ella la nieve de la niña resaltaba blanca, viva. Y yo seguía viendo, claramente, cómo el viejo campesino moldeaba los pequeños pies. «La niña empezó entonces a hablar», continuaba mi abuela. Aquí se obraba el milagro del cuento. Su magia inundaba el corazón con una lluvia dulce, punzante. Y empezaba a temblar un mundo nuevo e inquieto. Era también tan natural que la niña de nieve empezase a hablar... En labios de mi abuela, dentro del cuento y del paisaje, no podía ser de otro modo. Mi abuela decía, luego, que la niña de nieve creció hasta los siete años. Pero llegó la noche de San Juan. En el cuento, la noche de San Juan tiene un olor, una temperatura y una luz que no existen en la realidad. La noche de San Juan es una noche exclusivamente para los cuentos. En el que ahora me ocupa también hubo hogueras, como es de rigor. Y mi abuela me decía: «Todos los niños saltaban por encima del fuego, pero la niña de nieve tenía miedo. Al fin, tanto se burlaron de ella, que se decidió. Y entonces, ¿sabes qué es lo que le pasó a la niña de nieve?» Sí, yo lo imaginaba bien. La veía volverse blanda, hasta derretirse. Desaparecería para siempre. «¿Y no apagaba el fuego?», preguntaba yo, con un vago deseo. ¡Ah!, pero eso mi abuela no lo sabía. Sólo sabía que los ancianos campesinos lloraron mucho la pérdida de su pequeña niña.

No hace mucho tiempo me enteré de que el cuento de la Niña de Nieve, que mi abuela recogiera de labios de la suya, era en realidad una antigua leyenda ucraniana. Pero ¡qué diferente, en labios de mi abuela, a como la leí! La niña de nieve atravesó montañas y ríos, calzó altas botas de fieltro, zuecos, fue descalza o con abarcas, vistió falda roja o blanca, fue rubia o de cabello negro, se adornó con monedas de oro o botones de cobre, y llegó a mí, siendo niña, con justillo negro y rodetes de trenza arrollados a los lados de la cabeza. La niña de nieve se iría luego, digo yo, como esos pájaros que buscan eternamente, en los cuentos, los fabulosos países donde brilla siempre el sol. Y allí, en vez de fundirse y desaparecer, seguirá viva y helada, con otro vestido, otra lengua, convirtiéndose en agua todos los días sobre ese fuego que, bien sea en un bosque, bien en un hogar cualquiera, está encendiéndose todos los días para ella. El cuento de la niña de nieve, como el cuento del hermano bueno y el hermano malo, como el del avaro y el del tercer hijo tonto, como el de la madrastra y el hada buena, viajará todos los días y a través de todas las tierras. Allí a la aldea donde no se conocía el tren, el cuento caminando.

El cuento es astuto. Se filtra en el vino, en las lenguas de las viejas, en las historias de los santos. Se vuelve melodía torpe en la garganta de un caminante que bebe en la taberna y toca la bandurria. Se esconde en los cruces de los caminos, en los cementerios, en la oscuridad de los pajares. El cuento se va, pero deja sus huellas. Y aun las arrastra por el camino, como van ladrando los perros tras los carros, carretera adelante.

El cuento llega y se marcha por la noche, llevándose debajo de las alas la rara zozobra de los niños. A escondidas, pegándose al frío y a las cunetas, va huyendo. A veces pícaro, o inocente, o cruel. O alegre, o triste. Siempre, robando una nostalgia, con su viejo corazón de vagabundo.

Ana María Matute

PREMIO NACIONAL DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS 2007
PREMIO CERVANTES 2010

domingo, 15 de junio de 2014

LLEGAN LAS VACACIONES

Y este blog va a cerrar, lo más seguro, sus puertas hasta septiembre.

Pero antes una pequeña sugerencia:

LOS FANTÁSTICOS LIBROS VOLADORES DE MR. MORRIS LESMORE

Cortometraje de animación inspirado en el huracán Katrina, Buster Keaton, El Mago de Oz y el amor por los libros. Se trata de una historia sobre gente que dedica su vida a la lectura y sobre los beneficios que obtienen de ella. Obtuvo el Oscar en el 2011 al mejor cortometraje de animación.

La historia es protagonizada por Morris Lessmore, quien vive en Nueva Orleans. Un día, mientras estaba en el balcón de un hotel escribiendo un libro, el hombre es atrapado por un huracán que lo lleva junto a su libro e incluso a toda una ciudad, a un mundo en blanco y negro. Al llegar al lugar, descubre que las páginas del libro que estaba escribiendo se encuentran en blanco. Mientras recorre los alrededores, Morris ve un grupo de libros voladores, los cuales son guiados por una joven. A diferencia del entorno en blanco y negro, tanto la joven como sus libros tienen colores. El hombre intenta hacer volar su libro, pero sin éxito. Tras esto, uno de los libros del grupo -en cuyo interior tiene una ilustración de Humpty Dumpty- va donde Morris y le dice que lo siga.

El libro lo guía hasta una casa a colores, que se encuentra repleta de libros voladores. Morris decide vivir en la casa, donde se encarga de cuidar a los libros. Un día, mientras está remendando un ejemplar viejo y moribundo de De la Tierra a la Luna, Morris comienza a leerlo, lo que le otorga mayor vitalidad al libro. Tras esto, el hombre decide volver a escribir su libro. Con el pasar del tiempo, Morris comienza a regalar libros a los habitantes de los alrededores, quienes adquieren color al leerlos.

El hombre, ya anciano, termina de escribir su libro, y decide irse de la casa. En la entrada de la misma, un grupo de libros comienza a volar a su alrededor, lo que rejuvenece a Morris. Luego de esto, el hombre se va volando del lugar junto a aquellos textos. Los libros que permanecen en la casa están tristes por su partida, pero recuperan el ánimo al descubrir que donó a la casa el libro que escribió. Tras esto, llega a la casa una niña en blanco y negro, que se vuelve de color cuando el libro de Morris se posa sobre su brazo. La niña se sienta en la entrada y comienza a leer el libro en compañía de los demás ejemplares de la casa.


OSCAR AL MEJOR CORTOMETRAJE DE ANIMACIÓN EN EL 2011

Y antes de cerrar, recordar que una biblioteca, y sobre todo una biblioteca escolar, es un lugar donde pasarlo bien, como me han demostrado muchos compañeros a lo largo de este año en un curso sobre bibliotecas.





LA BIBLIOTECA DE MI ABUELO


Para reflexionar:


PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS 2014

miércoles, 11 de junio de 2014

LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS

CUENTAN LOS HOMBRES dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les había mandado construir un laberinto tan complejo y sutil que los varones más prudentes no se aventurarían a entrar, y aquellos que entraron se habrían perdido. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la caída de la tarde. Una vez que implorase socorro divino, dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo dará a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y generales y atacó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: “¡Oh, rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.”

          Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde habrá muerto de hambre y de sed. La gloria sea con Aquél que no muere.

Jorge Luis Borges

PREMIO CERVANTES 1979

lunes, 9 de junio de 2014

ELEANOR & PARK

Enviado por Maite

Eleanor vive en una casa minúscula con su madre, su padrastro y sus cuatro hermanos. Los cinco comparten habitación. Park vive con sus padres y su hermano pequeño. Tiene su propio equipo de música y un colchón de agua.

El padrastro de Eleanor es un alcohólico y tiene a la familia aterrorizada. El padre de Park es un veterano que conoció a su mujer cuando luchaba en la guerra de Corea. Park no conoce a ninguna otra pareja que se quiera tanto como sus padres.

Los dos se sientan juntos en el autobús porque no les queda otro remedio, pero no tienen nada en común, ningún motivo para dirigirse la palabra. Ella, con su pelo rojo rizado y su ropa estrafalaria, es el blanco de muchas burlas. Él es demasiado friki para ser popular, pero en general le dejan tranquilo y no quiere que eso cambie.

Una historia de amor entre dos outsiders lo bastante inteligentes como para saber que el primer amor nunca es para siempre, pero lo suficientemente valientes y desesperados como para intentarlo. 

A través de dos puntos de vista diferentes, conocemos la historia de amor de los dos jóvenes, y también sus historias familiares, sus problemas, sus gustos y, sobre todo, como ven cada uno su primer amor... Se abordan temas como las familias disfuncionales, el bullying, la transición de la infancia a la adolescencia, los problemas de la escuela... 

El libro es entretenido con sus momentos de drama, tristeza y risas. 

domingo, 8 de junio de 2014

CLAVE

El famoso compositor y profesor de canto y música Alejandro Redlitz se entretenía en leer sin instrumento una de las últimas páginas de su amigo Ricardo Wagner, a tiempo que el criado le anunció que estaban allí una señora y una señorita muy linda, las dos pobremente vestidas, que pedían audiencia, insistiendo en conseguirla sin tardanza. Atusose Redlitz las lacias greñas amarillas con resabios de fatuidad trasañeja, y dijo encogiéndose de hombros: 

-Que pasen al salón. 

A los pocos instantes hallábanse frente a frente el maestro y las damas, que damas parecían, a pesar de lo humilde de su pergeño. La madre ocultaba los blancos cabellos y el rostro lleno de dignidad bajo un sombrero de desteñida pluma; la hija, con su trajecito gris de paño barato y su toca de paja abollada, sin más adorno que una flor mustia, no conseguía disimular una belleza sorprendente, un tipo moreno de esos que deslumbran como el sol. Redlitz se sintió interesado, conmovido, casi enamorado de pronto, y en vez de la tiesura y la frialdad con que suele acogerse a los que solicitan (no cabía dudar que madre e hija algo solicitaban), se deshizo en cortesías y amabilidades y se apresuró a ponerse a disposición de las dos señoras en cuanto pudiese y valiese. 

Tomó la palabra la hija, y expresándose en correcto francés, con suma modestia y gracia, dijo así: 

-Somos españolas y muy pobres; lo poco que nos quedaba de nuestro patrimonio lo hemos realizado para hacer el viaje a París, y consultar al célebre Redlitz sobre una cuestión vital. Deseamos saber si yo poseo o no poseo una voz de esas que son la fortuna y la gloria. Muchos elogios ha obtenido mi voz, pero temo que no eran sinceros y que la amistad extravió el juicio de los que me alabaron. Yo sueño con la celebridad: la medianía me causa horror. Si mi voz es una de tantas como se oyen en los salones y se aplauden por galantería... desengáñeme usted, señor de Redlitz, y volveré a mi patria y me dedicaré a coser o entraré a servir. 

El maestro se quedó perplejo cinco segundos; al fin, tomando de la mano a la artista en embrión, la guió al gabinete, donde tenía su magnífico Pleyel. Sentose al piano y preludió el acompañamiento de una sencilla romanza italiana. A los primeros gorgoritos de la joven, Redlitz sintió un impulso de honradez que le aconsejaba la sinceridad, y estuvo para decir a la cantante que buscase otro camino. La voz era como hay muchas, fresquecilla, simpática y vulgar. Pero cuando Redlitz levantaba la cabeza e iba a abrir la boca, su mirada tropezó con el rostro de la señorita, animado y transfigurado por el canto, y de tal suerte agradó al maestro aquel rostro de expresión seductora, que temiendo que la muchacha se volviese a su país, prorrumpió en bravos, y con las más halagüeñas frases le aseguró que tenía un verdadero tesoro en su garganta, que rivalizaría con la Patti y la Nilson, y que sólo necesitaba para llegar a tan brillante resultado las lecciones que él, Redlitz, le daría diaria y gratuitamente. Confundiéronse las españolas en expresiones de gratitud, y el maestro, obligándolas a que tomasen asiento, las obsequió con vino del Rin, bizcochos y confituras de varias clases. Quedaron de acuerdo en la hora a que volverían al día siguiente para empezar las lecciones: el maestro las acompañó hasta la puerta, que abrió y cerró él mismo, y cuando desaparecieron en el caracol de la escalera los pliegues de las faldas, Redlitz volvió a sentarse al piano y recorrió las teclas, interpretando una soñadora melodía de Beethoven. Toda su incorregible sentimentalidad de austriaco renacía, turbándole el corazón, y los ojos color de café de la señorita española se le aparecían como dos faros en medio del árido Sahara de los cincuenta y pico de años que ya contaba el ilustre maestro...

Entre tanto, las dos mujeres, al salir a la calle, se miraban, se cogían las manos y se echaban a reír gozosamente. 

-¿Lo ves? -exclamó la madre-. ¡Bien sabía yo que tu voz es un portento! 

-Pues mira -respondió la hija-, hasta hoy no lo creí; pero después que me lo dice este hombre tan competente y tan famoso... 

-¡Lo que es si dudases ahora... chiquilla! 

-No, ya no dudo. En Madrid sí dudaba. ¡Influye tanto la posición en los juicios de los amigos entusiastas! Pero Redlitz, que me tiene por una pobre, por una muchachuela desconocida, que no me ha visto jamás, ¿por qué había de engañarme? Estoy convencida. ¡Qué alegría! No sé lo que me pasa. 

-Ya ves que la idea de disfrazarnos de pobres ha sido excelente. 

-¡Divina! Este sombrero mío lo he de guardar en cristalera. 

Y la joven soltó una carcajada de júbilo. 

-¿Qué opinas? ¿Te convendrán las lecciones de Redlitz? -preguntó la madre. 

-¡Qué disparate! De humorada ya bastó. Esta noche misma nos volvemos a Madrid; también hay allí buenos profesores de canto. 

Y llamando el primer coche alquilón que pasaba, las dos señoras se metieron en él, dando las señas de un hotel caro y céntrico. Al día siguiente, Redlitz, que había adornado su gabinete con flores raras y olorosas, esperó en balde a su nueva alumna. Lo mismo sucedió toda la semana. El maestro se acordó con desesperación de que no se había enterado de dónde paraban las españolas; pensó en una enfermedad, en una desgracia; apeló a la Policía, escribió a España, puso en juego influencias... Nadie pudo darle razón de las dos extranjeras de humilde pergeño a quienes nunca volvió a ver. 

Y siempre fue un enigma para los admiradores del talento de Redlitz el porqué estuvo más de dos meses triste y preocupado, así como fue otro misterio para los admiradores de la hermosura de la marquesita de Polvareda verla empeñada en que tenía una voz admirable, cuando lo que tenía eran unos ojos de «date preso» y una cara y un talle de patente.

 Emilia Pardo Bazán

viernes, 6 de junio de 2014

LOTRO DÍA

Lotro día hestaba pensando que siuno escriviera noimportacómo ycaduno Komo sele antojara, o antogase, másmerefiero en un poregemplo no pelar lortografía, yque, enúnporegemplo, ponerse un asento donde no ba, o faltarle hotro dondesí ba... sería 1 berbadero desastres. ¡Poreso combiene lortografía, ninios! ¡porke si caduno escribiece como se le antogase leeríésemos más despasio hi más lentamente que 1 vurro! Higual i nos dán un pedaszcito para léer y noz demoráríamoz 1 montón... o 2 montón.

¡NINIOS AGANMÉN CASO! ¡RESPETEN LORTOGRAFÍA PORKE SINO NADIEN NOZ VA A KERER LEER LO QUE ESZCRIVAMOZ! ¡¡¡NIN SIQUIERAS NOZOTROS MISMOS!!!

Higual i 1 dia nosencontramoz un papelitos cualkiera i nos daria flogera lerlo y rezulta ke desia: ¡ganaste la loteria! o "te kiero, cuchi cuchi" o "te kiero, cuchi cuchi, porke ganazte la loteria" ¡i NI NOSENTERAMOZ POR KULPA NUEZTRA!

Eso hera loquestava pensado lotro dia.

Firma:

LuYz Pezscszetty 

Luis Pescetti, Nadie Te Creería


jueves, 5 de junio de 2014

LA MUERTE Y TÚ



Primero los colores.
Luego los humanos.
Así es como acostumbro a ver las cosas.
O, al menos, así intento verlas.

UN PEQUEÑO DETALLE
Morirás.

Sinceramente, me esfuerzo por tratar el tema con tranquilidad, pero a casi todo el mundo le cuesta creerme, por más que yo proteste. Por favor, confía en mí. De verdad, puedo ser alegre. Amable, agradable, afable... Y eso sólo son las palabras que empiezan por «a». Pero no me pidas que sea simpática, la simpatía no va conmigo.

RESPUESTA AL DETALLE
ANTERIORMENTE MENCIONADO
¿Te preocupa?
Insisto: no tengas miedo.
Si algo me distingue es que soy justa.

Por supuesto, una introducción.
Un comienzo.
¿Qué habrá sido de mis modales?

Podría presentarme como es debido pero, la verdad, no es necesario.

Pronto me conocerás bien, todo depende de una compleja combinación de variables. Por ahora baste con decir que, tarde o temprano, apareceré ante ti con la mayor cordialidad. Tomaré tu alma en mis manos, un color se posará sobre mi hombro y te llevaré conmigo con suma delicadeza.

Cuando llegue el momento te encontraré tumbado (pocas veces encuentro a la gente de pie) y tendrás el cuerpo rígido. Esto tal vez te sorprenda: un grito dejará su rastro en el aire. Después, sólo oiré mi propia respiración, y el olor, y mis pasos.

Casi siempre consigo salir ilesa.
Encuentro un color, aspiro el cielo.
Me ayuda a relajarme.

A veces, sin embargo, no es tan fácil, y me veo arrastrada hacia los supervivientes, que siempre se llevan la peor parte. Los observo mientras andan tropezando en la nueva situación, la desesperación y la sorpresa. Sus corazones están heridos, sus pulmones dañados.

Lo que a su vez me lleva al tema del que estoy hablándote esta noche, o esta tarde, a la hora o el color que sea. Es la historia de uno de esos perpetuos supervivientes, una chica menuda que sabía muy bien qué significa la palabra abandono.

Markus Zusak, La Ladrona de Libros

lunes, 2 de junio de 2014

TRECE ROSAS ROJAS

Enviado por Alicia, S2C:

Trece chicas, siete de ellas menores de edad, murieron fusiladas la madrugada del 5 de agosto de 1939 contra las tapias del cementerio del Este en Madrid. Su delito: ser «rojas».

El periodista Carlos Fonseca recupera uno de los episodios más trágicos y desconocidos de la posguerra española. Un capítulo olvidado de los textos de Historia, con mayúscula, pero que permanecía fijado a fuego en la memoria de quienes sobrevivieron a aquel suceso. Con cartas de las protagonistas desde prisión, el testimonio de mujeres que vivieron los hechos y que compartieron amistad y cárcel con ellas, los recuerdos de sus familiares y la investigación en archivos militares y penitenciarios, el autor recupera la memoria histórica de un puñado de jóvenes idealistas que lucharon por la República, y recrea el ambiente opresivo del Madrid de la inmediata posguerra.

El libro me ha gustado porque te cuenta todo lo que pasó  y el porqué, te cuentas las historias que las rodearon. Si la comparamos con la película no tiene nada que ver… El libro te informa mucho más sobre ellas, sobre sus sentimientos, sobre sus familias, sobre su personalidad. Me ha gustado su historia, ya que a pesar de la represión franquista en la cárcel, las torturas y vejaciones, siguen luchando por lo que creen, y siempre tomando todo con el mejor humor que podían sentir las mujeres que estaban allí, rozándose las unas con las otras, sin agua y todo lleno de enfermedades.


QUE LA HISTORIA NO OLVIDE MI NOMBRE

A LOS LIBROS DE MI BIBLIOTECA




Durarán más que tú,
pero nadie
posará en ellos con más gusto su mirada,
aspirará su olor a papel viejo
preferible al perfume más sutil,
recorrerá sus lomos,
los abrirá con igual mimo,
descubriendo tesoros olvidados,
textos, recortes que los complementan,
volviendo a colocarlos con amor
en el sitio cabal, para encontrarlos
—milicia silenciosa y no violenta—
no en más de tres minutos.
Habrá de pasar tiempo, dejadme imaginarlo,
hasta que se acostumbren a otras manos:
ojalá no sean ásperas con ellos.

Antonio Martínez Sarrión, Poeta en Diwan