domingo, 31 de enero de 2016

RELATO DEL LEPROSO

         
      Si queréis comprender lo que voy a deciros, sabed que llevo la cabeza cubierta por un capuchón blanco y que agito una carraca de madera dura. Ya no sé cómo es mi rostro, pero mis manos me dan miedo. Corren delante mí como bestias escamosas y lívidas. Me gustaría cortármelas. Siento vergüenza de lo que tocan: me parece que los frutos rojos que recojo y las pobres raíces que arranco desfallecen o se marchitan a su contacto. Domine ceterorum, libera me! El Salvador no ha redimido mi pálido pecado. Me tiene olvidado hasta la resurrección. Como el sapo sellado al frío de la luna en una piedra oscura, permaneceré encerrado en mi escoria repugnante cuando los demás se levanten con su cuerpo claro. Domine ceterorum, fac me liberum: leprosus sum. Estoy solo y lleno de horror. Sólo mis dientes han conservado su blancor natural. Causo espanto en las bestias, y mi alma quisiera huir. El día se aparta de mí. Hace mil doscientos años que su Salvador los salvó, pero Él no tuvo piedad de mí. Yo no fui tocado por la lanza sangrante que lo atravesó. Quizá la sangre del Señor de los otros me hubiese curado. Pienso con frecuencia en la sangre: mis dientes podrían morder; son cándidos. Ya que Él no ha querido dármelo, estoy deseoso de tomar aquello que le pertenece. Por eso he espiado a los niños que bajaban del país de Vendôme hacia esta selva del Loire. Llevaban cruces y estaban sometidos a Él. Sus cuerpos eran Su cuerpo, y Él no me ha hecho partícipe de su cuerpo. Estoy rodeado en la tierra de una condena pálida. He estado acechando para chupar sangre inocente del cuello de uno de Sus niños. Et caro nova fiet in die irae: en el día del terror mi carne será nueva. Detrás de los demás caminaba un niño fresco de cabellos rojos. Opté por él, salté de improviso y le tapé la boca con mis horrendas manos. Sólo llevaba encima una burda camisa; iba descalzo, y sus ojos al verme permanecieron plácidos. Me contempló sin asombro. Entonces, sabiendo que ya no gritaría, tuve el deseo de oír de nuevo una voz humana y retiré mis manos de su boca. Sus ojos parecían estar en otra parte.
—¿Quién eres? —le dije.
—Johannes el Teutón —respondió.
Y sus palabras eran límpidas y saludables.
—¿Adónde vas? —continué diciéndole.
Y él respondió:
—A Jerusalén, a conquistar la Tierra Santa.
Entonces me eché a reír, y le pregunté:
—¿Dónde está Jerusalén?
Y él respondió:
—No lo sé.
Y yo le dije:
—¿Cómo se llega allí?
Y él me dijo:
—No lo sé.
Y yo le dije aún:
—¿Qué es Jerusalén?
Y él respondió:
—Es Nuestro Señor.
Entonces me eché a reír de nuevo, y le pregunté:
—¿Quién es tu Señor?
Y él me dijo:
—No lo sé; es blanco.
Y esta palabra me llenó de furia, y preparé mis dientes bajo mi capuchón, y me incliné hacia su cuello fresco, y él no retrocedió, y yo le dije:
—¿Por qué no tienes miedo de mí?
Y él dijo:
—¿Por qué iba a tener miedo de ti, hombre blanco?
Entonces gruesas lágrimas me inundaron, y me tendí sobre el suelo, y besé la tierra con mis labios terribles, y grité:
—¡Porque soy leproso!
Y el niño teutón me contempló. Y dijo límpidamente:
—No lo sé.
¡No tenía miedo de mí! ¡No tenía miedo de mí! Mi monstruosa blancura era, para él, semejante a la de su Señor. Y, tomando un puñado de hierba, enjugué su boca y sus manos. Y le dije:
—Ve en paz hacia tu Señor blanco, y dile que me ha olvidado.
Y el niño me miró sin decir nada. Lo acompañé fuera de la negrura de este bosque. Caminaba sin temblar. Vi desaparecer a lo lejos, fundiéndose con el sol, sus cabellos rojos. Domine infantium, libera me. Que el sonido de mi carraca de madera llegue hasta ti como el sonido puro de las campanas. ¡Maestro de los que no saben, libérame!

Marcel Schwob, La Cruzada de losNiños

 Ya que hoy se celebra el Día Mundial de la Lepra:

jueves, 28 de enero de 2016

NOCHE OSCURA DEL ALMA


En una noche escura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que guiaste;
oh noche amable más que el alborada;
oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada, con el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz 

                Muchos conoceréis la versión musical que hizo Amancio Prada sobre el Cántico Espiritual de nuestro poeta místico. Pero, ¿conoceis la versión que hizo en inglés Loreena Mc Kennitt sobre el poema anterior?

martes, 26 de enero de 2016

LA TIENDA DE LAS PALABRAS OLVIDADAS


Los españoles empleamos normalmente 2.000 palabras de media, de un total de 94.000 disponibles en el diccionario. Estas cifras ponen de manifiesto el debilitamiento y la falta de un uso pleno del lenguaje, según la agencia de comunicación Proximity que ha puesto en marcha la iniciativa 'La Tienda de las Palabras Olvidadas', con la que pretende recuperar palabras de la lengua española que han caído en desuso mediante su difusión en las redes sociales. La agencia ha lanzado el proyecto esta semana pues coincide la celebración del Día del Profesor, del Día del Periodista y del Día de la Publicidad.

En su web nos ofrecen la posibilidad de comprar palabras que apenas se utilizan mediante su publicación en las redes sociales para así volver a ponerlas en circulación. "Hay palabras aceptadas por la Real Academia Española que hace tiempo no decimos, tuiteamos y posteamos", explica la directora creativa general de la agencia, Eva Santos, quien opina que palabras que no deberían perderse porque son parte del patrimonio cultural.


Para la agencia, el ritmo de vida actual, que es cada vez más acelerado, influye a la hora de elegir las palabras que se usan en las redes sociales, más aún en medios como Twitter, que sólo permite escribir un máximo de 140 caracteres por mensaje. Sin embargo, algunos aseguran que este fenómeno se produce porque hay una tendencia hacia una estandarización excesiva, mientras que otros afirman que, en muchas ocasiones, simplemente se abandonan palabras al sustituirlas por otras más nuevas o por términos "más facilones", según comunica la agencia.

Para revivir la palabra se la adapta a los tiempos modernos. "Con un hashtag delante, el término pasa de muerto a vivo, es curioso", subraya Santos. Y si además le añadimos un diseño llamativo, el éxito está servido. Por eso, cada vocablo le fue asignado a un diseñador, encargado de formar con él un logo.


Además de compartir palabras disponibles en la tienda online, la plataforma permite proponer nuevos términos para «hacer frente» al dato de la RAE que sostiene que sólo se utilizan unas 2.000 de las 94.000 palabras del idioma castellano.

Junto a su correspondiente ilustración, cada palabra va acompañada de su definición, así como de datos como el porcentaje de vocales y consonantes que la componen, si es aguda, llana o esdrújula y los «cuidados» que se deben seguir al utilizarla.


Veamos el curioso FAQ de la página:
  • ¿QUÉ #DIANTRES ES ESTO?: Una tienda online en la que te proponemos que compres palabras cuyo #sino es desaparecer para siempre.
  • ¿COMPRAR PALABRAS? ¿YO? COMO SI NO TUVIERA MÁS #QUEHACERES AHORA MISMO…: No te preocupes. No te pediremos que sueltes la #guita ni tampoco mucho tiempo. En esta tienda las palabras se compran, simplemente, compartiéndolas en las redes sociales.
  • NO ES POR SER #CODICIOS@, PERO ¿QUÉ RECIBO YO A CAMBIO? Llenarte de #regocijo al saber que estarás salvando del olvido palabras que usaban tus abuelos, como #cuchipanda, #fetén o #potosí.
  • ¿ES #MENESTER TENER REDES SOCIALES PARA COLABORAR CON ESTA CAUSA? Sería lo ideal, pero no te preocupes si eres de los que, como #antaño, solo usan papel y lápiz. También puedes escribirlas a mano.
  • ¿QUÉ HAGO SI SE ME OCURRE UNA PALABRA OLVIDADA DE #SOPETÓN? Eso sería #fetén. Por eso te damos la oportunidad de que nos la envíes escribiéndonos al email que te indicamos aquí.


  • VIVO EN LAS CANARIAS. ¿TENGO QUE PAGAR TASAS EXTRA PARA MI ENVÍO? No. Nuestras palabras se “envían” siempre de forma gratuita e instantánea a cualquier parte del mundo.
  • SI NO QUEDO SATISFECH@, ¿PUEDO DEVOLVER UNA PALABRA? Por supuesto. Tienes un plazo de días infinito para eliminarla de tu muro o timeline. Además, y para variar, cuanto más la hayas utilizado antes de devolverla, mejor.
  • *AVISO: Las palabras que hayas utilizado para lanzar mensajes íntimos no podrán ser devueltas.


lunes, 25 de enero de 2016

EL MUSEO DE LOS SUEÑOS

Gisbert nos cuenta cómo un escritor ávido de aventuras para sus novelas está paseando por el puerto de Barcelona de pronto ve algo que llama su atención de una caja de madera rota surge un autómata: el Gran Turco. Este hecho atrae con una fuerza irrefrenable la atención del protagonista que decide seguir el camino del androide. Así llega a una abandonada mansión del siglo XVIII llena de cajas semejantes a la que él ha descubierto. Allí un extraño personaje lo toma por un empleado y le ordena abrir las cajas y colocar los objetos que hay dentro de ellas en un salón. Pronto se da cuenta de que todos los objetos que está desembalando pertenecen a una extraña y extraordinaria colección. Los objetos son depositarios de los grandes secretos de la humanidad y quien los toca descubre que sus sentidos aumentan la percepción y se desbordan a la vez que la persona que utiliza el objeto envejece con una vertiginosa rapidez pues estos objetos consumen mucha energía.

Nuestro escritor reconoce que ha sido elegido por El Oráculo de la Caracola para introducirse en un fantástico mundo de sueños y aventuras y evitar con la ayuda de la hermosa y misteriosa Tulane que la colección caiga en manos impostoras que puedan utilizar mal los poderes.

Como él mismo recordará más adelante, “Tiemblo al pensar que, de no haber sido por un extraño y decisivo azar, tal vez nunca hubiese conocido la existencia del museo más asombroso de todos los tiempos. Pasado ya un tiempo, me doy cuenta de qué modo mi visión de la vida y mi vida misma son distintas después de haber tenido acceso a algunos de sus extraordinarios secretos”.

PREMIO NACIONAL LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL 1985
PEMIO CERVANTES CHICO 1997

domingo, 24 de enero de 2016

LOS ALIENÍGENAS SON ESTÚPIDOS

No hablo de los alienígenas de verdad. Los Otros no son estúpidos. Los Otros nos sacan tanta ventaja que es como comparar al humano más tonto con el perro más listo. No hay color.

No, me refiero a los alienígenas que nos montamos en la cabeza. Los que nos inventamos, los que llevamos inventándonos desde que nos dimos cuenta de que esas luces que brillaban en el cielo eran soles como el nuestro y probablemente tenían planetas como el nuestro girando a su alrededor. Ya sabes, los alienígenas que imaginamos, la clase de alienígenas que nos gustaría que nos atacaran: alienígenas humanos. Los has visto millones de veces. Bajan en picado desde el cielo en sus platillos volantes para arrasar Nueva York, Tokio y Londres, o recorren el campo en enormes máquinas parecidas a arañas mecánicas que escupen rayos láser; y la humanidad siempre, siempre deja a un lado sus diferencias y se une para derrotar a la horda alienígena. David mata a Goliat y todos (salvo Goliat) se van a casa contentos.

Qué mierda.

Es como si una cucaracha ideara un plan para derrotar al zapato que se dispone a aplastarla.

No hay forma de saberlo a ciencia cierta, pero apuesto lo que sea a que los Otros conocen a los alienígenas humanos que nos imaginábamos, y apuesto lo que sea a que les hicieron muchísima gracia. Seguro que se partieron el culo de risa; si es que tienen sentido del humor... o culo. Seguro que se rieron como nos reímos nosotros cuando un perro hace una monería muy tonta: «¡Ay, pero qué monísimos que son estos humanos tan tontos! ¡Creen que pensamos como ellos! ¿No son adorables?».

Olvídate de platillos volantes, hombrecillos verdes y arañas mecánicas gigantes que escupen rayos mortíferos. Olvídate de batallas épicas con tanques y cazas, y de la victoria final de los indómitos e intrépidos luchadores humanos sobre el enjambre de ojos saltones. Está tan lejos de la realidad como su planeta moribundo del nuestro, lleno de vida.

Lo cierto es que, en cuanto nos encontraron, podríamos habernos dado por muertos.

Rick Yancey, La Quinta Ola

viernes, 22 de enero de 2016

CHICO OMEGA


A la memoria de Diego,
la última victima de acoso escolar conocida;
¡por que no haya más!

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¡Ring-ring…!

Vamos, vamos, espabílate, está sonando el despertador. Arriba, dormilón, abre los ojos y mira por la ventana; comienza un nuevo día y la mañana es espléndida. Anda, no seas holgazán y sal de la cama; piensa que hoy es el primer día del resto de toda tu vida y cualquier cosa puede suceder, pues el mundo está lleno de promesas.

Te incorporas y te sientas en la cama con los ojos todavía abotargados por el sueño; durante unos segundos sientes una punzada de angustia por haberte despertado, pero ese dolor, ese taladro sordo que te perfora por dentro, desaparece poco a poco sumido en la resignación. Un nuevo día, sí, un día en el que todo es posible. Te levantas, te duchas, te pones el uniforme del colegio, desayunas en la cocina, recoges la mochila con los libros y te despides de mamá con un fugaz beso. Que pases un buen  día, dice ella, sonriendo. Un buen día... como ayer, como mañana, como siempre.

Sales a la calle; la mañana es soleada pero fría, las personas que pueblan las aceras deambulan con prisa, como si todos llegaran tarde a algún sitio. Te arrebujas en el chaquetón y metes las manos en los bolsillos para protegerlas del frío, echas a andar hacia el colegio; solo está a seis manzanas de distancia, apenas diez minutos de tranquila caminata. Miras el reloj que preside la torre de una iglesia: marca las nueve menos cinco, faltan quince minutos para que empiecen las clases. Automáticamente, casi sin darte cuenta, comienzas a caminar más despacio; si llegas demasiado pronto, te encontrarás a tus compañeros en el patio, y eso no es bueno, ¿verdad?, no, no, no, nada bueno, así que no corras, tranquilo, arrastra los pies, procura retrasar al máximo el momento de la llegada.
Las nueve en punto... Las nueve y cinco... Cruzas el viaducto que salva un desnivel entre dos calles; ya ves el colegio, ahí está, frente a ti. Conforme te acercas, un nudo se va formando en tu estómago y sientes ganas de darte la vuelta y alejarte corriendo, perderte en las calles, desaparecer, pero sabes que no puedes, sabes que cadenas invisibles te atan a tu deber, y tu deber es ir al colegio, estudiar, formarte, y aguantar, y aguantar, y aguantar, soportar lo insoportable.

Ya está, has llegado. El patio se encuentra casi desierto, buena suerte; cruzas la verja y echas a andar hacia el edificio del colegio. De pronto, escuchas a tu espalda un repique de pasos acelerados; son tres compañeros tuyos que llegan corriendo para no retrasarse. Al pasar a tu lado, uno de ellos te da un doloroso palmetazo en la nuca; los otros dos se ríen y escupen algún comentario hiriente. Bajas la mirada y sigues caminando en silencio; hoy no vas a llorar, te dices apretando los dientes, no, no llorarás. Ellos pasan de largo –el eco de su carrera reverberando en los pasillos– y tú, con la mirada fija en el suelo, subes las escaleras, cruzas el umbral y te adentras en un largo corredor jalonado de aulas. El vocerío de los chavales te llega amortiguado por los tabiques.

Entras en clase. El profesor ya ha venido y los alumnos se están sentando. Dejas el chaquetón en una percha y te diriges a tu pupitre, que se encuentra al fondo del aula, en una esquina. Cuando estás a punto de llegar, alguien te pone la zancadilla y das un traspié, pero logras no caerte. Un ramillete de risas florece a tu alrededor. Te sonrojas e intentas tragar saliva, pero tienes la boca seca. Encajas la mandíbula –hoy no vas a llorar, no– y te sientas, y sacas el libro de ciencias naturales, y lo pones sobre el pupitre, y pierdes la mirada esquivando los ojos de los demás. La clase se inicia. El profesor comienza a hablar acerca de los animales sociales.

Los lobos son una especie social y su comportamiento está en gran medida condicionado por las relaciones con otros miembros de su raza. Su forma usual de organización es la manada, un grupo más o menos amplio de ejemplares regido por una severa pauta jerárquica. Así pues, cada miembro de la manada posee un diferente grado de estatus que determina su acceso al alimento y a la reproducción. Los rangos se establecen mediante una serie de luchas y enfrentamientos rituales en los que realmente pesa más el carácter y la actitud que el tamaño o la fuerza. Cada manada tiene dos líderes claros: el macho alfa y la hembra alfa, que guían los movimientos del grupo y tienen preeminencia sobre los demás a la hora de alimentarse, procrear y criar a sus camadas.

Por debajo de los líderes se encuentra el macho o la hembra beta, que solo muestra obediencia a los alfas, y así sucesivamente. En ocasiones, existe un rango marginal llamado omega. El lobo omega ocupa el último puesto de la manada y es el blanco de todas las agresiones sociales. Víctima del desprecio de sus congéneres, el lobo omega adopta una actitud de sumisión permanente y puede acabar abandonando el grupo para convertirse en un lobo solitario.

Las diez y cinco, acaba la clase; en medio del alboroto de los alumnos, el profesor de naturales se va, y entra el de matemáticas. Cincuenta y cinco tediosos minutos después, concluyen los números y comienza la clase de lengua. La profesora te pregunta y tú, entre titubeos, contestas erróneamente; tus compañeros se ríen. De ti. Una vez más. No importa, estás acostumbrado.

Las doce menos cinco; suena el timbre que marca el comienzo del recreo. Los alumnos abandonan en tropel el aula, pero tú lo haces despacio, sin prisa, porque sabes que nada ni nadie te espera. Sales al patio, te diriges a un rincón, te sientas en el suelo, con la espalda apoyada contra un muro, y contemplas a los demás. Nadie te va a pedir que juegues al fútbol, nadie se va a acercar a ti para charlar; con suerte, ni siquiera se meterán contigo. Es el vacío absoluto, el aislamiento total. Incluso aquellos que nunca te han hecho nada se mantendrán alejados, pues hablar contigo es caer muy bajo, así que se limitarán a ignorarte.

En cierto modo, este es el peor momento del día, ¿verdad?, cuando durante el recreo ves a tus compañeros jugar y reírse. Entonces, la soledad se abate sobre ti como una losa y sientes una tristeza enorme consumiéndote por dentro, y te preguntas por qué, qué les has hecho tú para que te traten así, pero eso da igual, chico omega; puede que seas más bajo, o más gordo, o más tímido, o más torpe, no importa; lo único que cuenta es que eres distinto y eres más débil. Ese es tu pecado y ellos son el castigo.

Las doce y cuarto, termina el recreo. Las dos siguientes clases –música y plástica– transcurren sin incidentes y llega la hora de la comida. Te diriges al comedor junto con el resto de los alumnos y te sitúas al final de la cola; cuando llega tu turno, coges la bandeja con la comida y te sientas a una de las mesas, en una esquina, casi en el borde del banco corrido, lejos de los demás. Nadie te habla mientras coméis, nadie se acerca a ti, ni siquiera te miran. Hay cientos de chicos rodeándote, pero estás solo. Cuando llegas al postre, coges un poco de flan con la cuchara, te lo llevas a la boca y lo escupes al instante; alguien le ha echado sal. Escuchas unas risas, pero no miras a nadie; bebes un largo trago de agua y el sabor salado se desvanece. El amargo, no; ese se queda, siempre está ahí.

Después de comer, todo el mundo va al patio. Tú te diriges a un rincón, detrás de la cancha de baloncesto, donde nadie pueda verte, y permaneces ahí sin hacer nada, sin pensar en nada, porque pensar duele. Las tres y veinticinco; regresáis al aula y comienza la clase de ciencias sociales, y luego, a las cuatro y veinte, la última del día, inglés. A las cinco y cuarto suena el timbre que marca el final de las clases. En medio de un alboroto de voces, los alumnos recogen sus cosas y salen a la carrera; tú, por el contrario, permaneces sentado, guardando muy despacio los libros y los cuadernos en la mochila, hasta que el aula se queda vacía, y entonces te levantas, te pones el chaquetón y sales al corredor con la mochila en las manos. Pero si querías pasar inadvertido, te has equivocado, pues cinco o seis compañeros tuyos se encuentran todavía ahí, en el pasillo; no estaban esperándote, sencillamente se habían quedado charlando, pero tú has aparecido de repente y la tentación es demasiado fuerte como para dejarla correr.

Al pasar por su lado, uno de los alumnos le da un manotazo a tu mochila y la tira al suelo. Te agachas para cogerla, pero el chico le da una patada y se la pasa a otro, como si fuera un balón, y así una y otra vez, tú corriendo de un lado a otro en medio de las risas y las burlas de los demás, y la mochila de pie en pie, de patada en patada. De pronto, uno de los golpes hace que un libro, el de ciencias naturales, caiga al suelo. Logras recuperar la mochila y te agachas para coger el libro, pero uno de los chicos le da un puntapié y el libro sale despedido por el aire, con la cubierta desprendida y varias hojas rotas. Una de ellas planea lentamente y cae a tus pies; en la hoja puede verse la foto de un lobo. De repente, te quedas sin fuerzas, vacío, demolido. Con la vista fija en la foto, dejas caer los brazos y la mochila, y luego alzas la mirada hasta encontrar los ojos de uno de los lobos, que está riéndose a carcajadas de ti, y lo contemplas sin ira, sin resentimiento, solo con infinita tristeza y con una muda pregunta titilando en tus pupilas: ¿por qué…?

Poco a poco, la risa se congela en las fauces del lobo; su mirada vacila y la aparta de ti, se da la vuelta. Venga, vámonos, dice; que le den a este friki, y se aleja en dirección a la salida sin atreverse a volver la vista atrás. Todavía riéndose, los demás lobos lo siguen. Cuando desaparecen de tu vista, te agachas y recoges los maltrechos restos del libro, y los ordenas con cuidado, como si atendieras a un enfermo, y los vuelves a meter en la mochila, y entre tanto encajas la mandíbula y aprietas los labios, porque no vas a llorar, hoy no, chico omega, no llorarás.

Te pones la mochila a la espalda, recorres el desierto pasillo con la mirada perdida y cruzas el patio; aún queda gente jugando en las pistas de deportes, o remoloneando junto a la entrada, pero nadie te mira y tú no miras a nadie. Sales a la calle y echas a andar de regreso a casa; no piensas en nada, no sientes nada. Al llegar al viaducto, sin saber por qué, te detienes, te apoyas en la barandilla y miras hacia abajo; debes de estar a unos diez metros de altura sobre la calle. El tráfico ruge a tu alrededor. Durante largos segundos, no haces nada más que contemplar el vacío que se abre ante ti, con la mente desconectada y el corazón anestesiado, pero lentamente las imágenes y los recuerdos vuelven a ti, y regresan con más fuerza que nunca la tristeza y la soledad, y te preguntas por qué no le gustas a nadie, por qué te desprecian tanto los demás; entonces piensas que puede que tengan razón, que a lo mejor eres una mierda, que quizá te mereces ese desprecio porque no vales nada. ¿No sería más sencillo acabar con todo de una vez, poner fin para siempre al dolor y la soledad? Es fácil, piensas, bastaría con saltar por encima de la barandilla y dejarme caer...

De repente, apartas la mirada del vacío, y las lágrimas, que hasta ahora habías logrado mantener a raya, se agolpan en tus ojos como una inundación. Y echas a correr al tiempo que lloras, y corres con todas tus fuerzas, corres, corres, corres huyendo de ti mismo, porque te das miedo; y cuando finalmente llegas al parque que está junto a tu casa, te dejas caer exhausto en un banco, ocultas el rostro entre las manos y ahí permaneces un buen rato, el punteo de los jadeos mezclándose con el susurro de los sollozos.

Unos minutos más tarde, cuando se agota el manantial de las lágrimas, te enjugas los ojos con la manga del chaquetón, te aproximas a una fuente, te lavas la cara y das una vuelta sin rumbo fijo para que las huellas del llanto se desvanezcan, porque no quieres que tu madre te pregunte nada. Regresas a casa y besas a mamá. ¿Qué tal el día?, dice ella, y tú respondes: Muy bien. Luego, aunque no tienes hambre, meriendas, y te vas a tu cuarto para estudiar, pero no puedes concentrarte. Nunca puedes concentrarte. Llega papá del trabajo y lo saludas, y poco después cenáis los tres juntos, y ves un rato la televisión, pero estás distraído y te cuesta seguir el hilo de los programas, así que te despides de tus padres, te lavas los dientes, vas a tu dormitorio, te pones el pijama, te acuestas y apagas la luz. Tardas mucho en conciliar el sueño, pero poco a poco logras ir sumiéndote en la inconsciencia.

Este es el mejor momento del día, ¿verdad?, porque cuando duermes no sientes nada y quizá sueñes que no estás solo, así que cierra los ojos, chico omega, refúgiate en el sueño, pobre niño herido, porque allí los lobos no podrán atraparte.

¡Ring-ring...!

Vamos, vamos, perezoso, está sonando el despertador. Levántate, dormilón; amanece un nuevo día, un día cargado de promesas, un día luminoso donde todo puede ocurrir.

Un día más en el infierno.

 César Mallorquí, 21 Relatoscontra el Acoso Escolar

PREMIO CERVANTES CHICO 2015

jueves, 21 de enero de 2016

CERVANTINA

        Es un montaje dirigido por Yayo Cáceres y coproducido por la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá, que podemos en el Teatro de la Comedia de Madrid, hasta el día 6 de febrero.

      Se trata de las adaptaciones “ronlaleras” de una selección de fragmentos de las siguientes obras de Cervantes: El celoso extremeño, El coloquio de los perros, El hospital de los podridos, El licenciado Vidriera, El retablo de las maravillas, Don Quijote de la Mancha, El viejo celoso, La Galatea, La gitanilla, prólogo de Novelas ejemplares, Persiles y Segismunda, Rinconete y Cortadillo y Viaje del Parnaso. Vamos a encontrar mujeres libertarias, viejos celosos, pícaros caballerescos, perros que hablan, y hasta un licenciado que cree ser de vidrio. La compañía comparte con los espectadores, a través del permanente juego del teatro, la alegría amarga, la sonrisa aguda, la belleza del idioma desencadenado y sobre todo, la resistencia del pensamiento libre, a pesar de los prejuicios sociales de un país al borde de la(s) ruina(s). 

Cervantes deja que sus personajes hablen. No los filtra; por eso incomodan. No los juzga; por eso son rebeldes. No los condiciona; por eso son libres y él, Miguel de Cervantes, es libre con todos ellos.

                Cervantes fue libre en la cárcel a través de sus personajes. Libre en la esfera de su obra, en su universo de infinitos círculos concéntricos que alguien abordará una vez y otra vez dentro de quinientos años (y ojalá lea esta Cervantina).

¿Cómo se le ocurre a nuestro buen Cervantes poner a los personajes leyéndose a sí mismos? ¿Cómo puede hacer decir a una mujer que es libre hace cuatro siglos? ¿Cómo crea a dos perros que hablan con discurso, a una gitana defendiendo a su pueblo o a un licenciado que cree que es de vidrio?

                La respuesta es: con imaginación, que solo existe con libertad.

          Cervantina es un juego en el que jugamos a ser cervantinos, un malabarismo con sus palabras y las nuestras, una esfera entre las suyas, música nacida entre sus palabras y humor ronlalero. Para terminar diría lo que él dijera alguna vez: escritor divino si no fuera tan humano. 

Yayo Cáceres, Director del Montaje 

miércoles, 20 de enero de 2016

EL CLUB DE LA HIPOTENUSA

 
           Enviado por Julia

A los que cantaron las tablas de multiplicar y no se atrevieron a hacerlo a ritmo de samba.
A los que supieron un día calcular a mano la raíz cuadrada y la han olvidado.
A los que guardan recuerdos insólitos de los problemas de trenes que se cruzaban.
A los que ahora están comprendiendo en clase lo que es el «sueño» de Descartes.
Esta obra está dedicada a todos ellos con la esperanza de que descubran que otra cara de las matemáticas es posible.

Uno de los secretos mejor guardados de la cultura actual es el carácter profundamente divertido de las matemáticas. Para lograr que este secreto no salga a la luz pública se han articulado todo tipo de estrategias escolares y sociales. A base de pizarras ininteligibles, explicaciones exóticas, suspensos abundantes y libros rigurosos se ha logrado que la población en general, lejos de descubrir el secreto, llegue a creer todo lo contrario. Hasta el punto de que sólo la presencia de la palabra «matemáticas» provoca ya reacciones contundentes: zappings televisivos, quema de libros de texto, bostezos guturales, etc. De hecho esta faceta podría ser aprovechada incluso por las fuerzas del orden para disolver manifestaciones masivas pues si en lugar de objetos contundentes aparecieran en las corazas de los antidisturbios fórmulas matemáticas la mayoría de manifestantes emprenderían veloces huidas hacia lugares más tranquilos y seguros.

El objetivo final de esta amable visita al club de la hipotenusa es contribuir a romper  este tabú de las matemáticas antipáticas y apostar por presentar una cara amable y humana de esta disciplina que puede ser (¡es!), sumamente amena e incluso divertida. Por favor, no abandone el libro ya en este punto. Si quiere deje de lado esta presentación pero mire algunas de las anécdotas que vienen a continuación. ¡Gracias!

El humor matemático puede tener manifestaciones diversas. En lugar de explorar el mundo de los chistes, aquí hemos optado por recuperar el viejo recurso de las anécdotas. Ámbito totalmente desprestigiado en el contexto académico de la Historia, las anécdotas siguen aportando a sus lectores la posibilidad de explorar toda una serie de situaciones breves, sorprendentes e inesperadas que tienen siempre detrás un carácter humano y real. Bien es verdad que algunas anécdotas forman parte del folklore popular o pueden ser leyendas urbanas, pero la inmensa mayoría de las que aquí hemos descubierto o seleccionado y narrado libremente tienen detrás una realidad humana, a menudo entrañable, desfilando tras ellas grandes nombres de la matemática universal, personas que hicieron usos curiosos de ella, investigadores que marcaron una época, profesores que dejaron recuerdos (buenos o malos), etc. También el autor se ha permitido incluir algunas anécdotas vividas personalmente a lo largo de su viaje por el mundo de las matemáticas.


El orden de las anécdotas sigue, más o menos, un orden histórico, privilegiando los tiempos modernos, pero si prefiere leerlas por orden alfabético de personajes, puede usar el índice onomástico del final. Y si las lee en orden aleatorio tampoco hay ningún problema. La linealidad con que los libros se desarrollan ordenadamente no debe obligar a sus lectores a seguirlo. ¡Faltaría más! Proceda como proceda, lo que interesa es que se lo pase bien.

Nos gustaría que con la lectura pueda disfrutar de la dimensión más amable de las matemáticas. Si así fuese, envíe un SMS o explíquelo a otros. El secreto del club de la hipotenusa merece ser puesto al descubierto, y su contenido, compartido con los demás.

Claudi Alsina

martes, 19 de enero de 2016

CRIMEN EJEMPLAR

Hacía un frío de mil demonios. Me había citado a las siete y cuarto en la esquina de Venustiano Carranza y San Juan de Letrán. No soy de esos hombres absurdos que adoran el reloj reverenciándolo como una deidad inalterable. Comprendo que el tiempo es elástico y que cuando le dicen a uno a las siete y cuarto, lo mismo da que sean las siete y media. Tengo un criterio amplio para todas las cosas. Siempre he sido un hombre muy tolerante: un liberal de la buena escuela. Pero hay cosas que no se pueden aguantar por muy liberal que uno sea. Que yo sea puntual a las citas no obliga a los demás sino hasta cierto punto; pero ustedes reconocerán conmigo que ese punto existe. Ya dije que hacía un frío espantoso. Y aquella condenada esquina abierta a todos los vientos. Las siete y media, las ocho menos veinte, las ocho menos diez. Las ocho. Es natural que ustedes se pregunten que por qué no lo dejé plantado. La cosa es muy sencilla: yo soy un hombre respetuoso de mi palabra, un poco chapado a la antigua, si ustedes quieren, pero cuando digo una cosa, la cumplo. Héctor me había citado a las siete y cuarto y no me cabe en la cabeza el faltar a una cita. Las ocho y cuarto, las ocho y veinte, las ocho y veinticinco, las ocho y media, y Héctor sin venir. Yo estaba positivamente helado: me dolían los pies, me dolían las manos, me dolía el pecho, me dolía el pelo. La verdad es que si hubiese llevado mi abrigo café, lo más probable es que no hubiera sucedido nada. Pero ésas son cosas del destino y les aseguro que a las tres de la tarde, hora en que salí de casa, nadie podía suponer que se levantara aquel viento. Las nueve menos veinticinco, las nueve menos veinte, las nueve menos cuarto. Transido, amoratado. Llegó a las nueve menos diez: tranquilo, sonriente y satisfecho. Con su grueso abrigo gris y sus guantes forrados:

-¡Hola, mano!

Así, sin más. No lo pude remediar: lo empujé bajo el tren que pasaba.

Max Aub

lunes, 18 de enero de 2016

FELIZ NO CUMPLEAÑOS

          Bajo este título el Museo ABC conmemora con una exposición los 150 años de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas. Aquí diferentes artistas de renombre nacional e internacional se dan cita para rendir homenaje a este clásico de la literatura. Un homenaje que parte de la ficción de la obra para llegar a la realidad del autor, y encuentra en las posibilidades de la imaginación el leitmotiv para desarrollar el recorridode la muestra.

En la primera parte ¡Guise a ese conejo! Perdón: sigue a ese conejo los artistas se dejan caer en el pozo junto a Alicia y se introducen, ellos mismos, en el País de las Maravillas. Una vez dentro crean y recrean escenas, objetos, y personajes, atribuyéndoles nuevos simbolismos y significados que amplían la lectura y los sentidos propuestos por su autor.

La segunda parte Trae todo: tiempo, teorías, tuercas, tomates... ¡tomaremos té! continúa esta línea, pero acentúa el espíritu festivo de una de sus escenas más emblemáticas.


La tercera sección Jugaremos con extraños personajes ¿O los personajes harán un extraño juego? agrupa versiones de otros personajes representativos y una visión de la Reina de Corazones.


Finalmente, encontraremos cuatro muros. En el primero, se brinda un recorrido por la evolución de la ilustración, desde la que propuso el propio autor hasta posteriores ediciones en color, en base a los dibujos de John Tenniel. En los muros dos y tres, se destaca información relevante sobre el autor y Alicia Liddell, la niña a quien Carroll dedicó el libro. Por último, podrá observarse una breve muestra de cómo Alicia y su historia han crecido a lo largo del tiempo en otros lenguajes artísticos. Un repertorio que aumenta a cada instante y desafía la lógica al demostrar que, a pesar de cumplir 150 años, se puede conservar la frescura del primer día.

Habrá ocasión, también, de ver varios ejemplares pop up de Alicia así como un juego y otros libros, de ediciones antiguas.


                Vamos a encontrar obras de Iban Barrenetxea, Julio Antonio Blasco, Anna Laura Cantone, Rébecca Dautremer, Ester García, Ana Juan, Benjamin Lacombe, Xan López Domínguez, Miguel Ordóñez, Gabriel Pacheco, Carmen Queralt, Claudia Ranucci, María Jesús Santos, Adolfo Serra, Liesbet Slegers, Emilio Urberuaga, Fernando Vicente, Rafael Vivas y Javier Zabala.


Alicia en el País de las Maravillas es un clásico.
Los clásicos vencen el tiempo.
Si se vence el tiempo, no hay origen ni fin.
Sin origen ni fin no hay cumpleaños.
Conclusión: Alicia celebra un no cumpleaños.

domingo, 17 de enero de 2016

LAS PIEDRAS ÉLFICAS DE SHANNARA

Un antiguo mal amenaza a los elfos, porque Ellcrys, el árbol creado por una magia élfica desaparecida hace mucho tiempo se está muriendo. Si Ellcrys desaparece, el sortilegio de la Prohibición, que impide que las hordas de demonios se lancen sobre las razas del hombre perderá su eficacia.

Allanon, el último de los druidas, el Legendario Guardián de las naciones, encarga a Wil Ohmsford que proteja y acompañe a la muchacha elfa, Amberle, en una peligrosa misión: llevar una semilla de Ellcrys hasta el misterioso Fuego de Sangre, para que allí se desarrolle rápidamente y se convierta en un nuevo árbol.

Para cumplir lo ordenado por Allanon, el legendario Guardián de las Naciones, Wil Ohmsford se ha puesto en camino, acompañando a la muchacha elfa, Amberle, en su peligrosa misión, no están solos, puesto que otros amigos se han unido a ellos para ayudarlos. Pero los persigue la Segadora, el más terrible de los demonios. Y contra él, Wil no tiene más que las piedras élficas de Shannara, que ya no puede controlar. Impotente, ve cómo la sombra de la segadora se va acercando más y más al grupo que pretende crear un nuevo árbol Ellcrys.

                Este el argumento de la segunda de las novelas que componen la trilogía original de Las Crónicas de Shannara  escrita por Terry Brooks (La Espada de Shannara, Las Piedras Élficas de Shannara y El Cantar de Shannara).  

A partir de esta trama, y bajo el nombre de la trilogía original, se está emitiendo una nueva serie de fantasía y aventuras que adapta a la televisión el universo creado por Terry Brooks, uno de los novelistas de literatura fantástica más leídos en todo el mundo. La serie narra las aventuras de una princesa elfa, una ladrona y un muchacho medio elfo con una gran misión: detener la destrucción del mundo.

En el principio de los tiempos, nuestro planeta estaba poblado por criaturas mágicas. Los elfos usaban la magia para el bien, mientras que los que canalizaban su poder con fines destructivos se convirtieron en demonios. Cuando los demonios atacaron a los elfos con el fin de aniquilarles, estos últimos erradicaron el mal encarcelando a los demonios en el árbol mágico conocido como Ellcrys, un extraño árbol de corteza plateada y hojas rojas ha protegido al pueblo elfo de los demonios que están aprisionados en un vacío dimensional denominado “la Prohibición”. Mientras a Ellcrys no le ocurriera nada, no había qué temer.

Miles de años después, el planeta se encuentra dividido en las Cuatro Tierras, habitadas por seres de todo tipo: elfos, enanos, trolls, gnomos, humanos... El último descendiente de la familia Shannara es el heredero de un poder mágico que una vez los hizo poderosos. Las fuerzas oscuras que habían permanecido confinadas durante siglos empiezan a liberarse: cada vez que cae una hoja del Ellcrys, el árbol mágico que se muere lentamente, un demonio escapa. Y no queda más magia que la del druida Allaron y las piedras élficas de Shannara de la familia Ohmsford.

Los principales protagonistas de la historia son:

Wil Ohmsford: Mitad humano, mitad elfo, la vida no ha sido fácil para él en el ambiente rural en el que ha crecido. Descubrir que es el último miembro de la familia Shannara, una estirpe de una magia poderosa, cambiará definitivamente su destino.

Amberle Elessedil: Es una princesa elfa, huérfana desde muy pequeña, que ha vivido entre algodones en el palacio de su abuelo. Es la primera protectora femenina del Ellcrys, pero su vida da un vuelco radical cuando el árbol empieza a mostrar el futuro horrible que les espera y se embarca en una aventura para salvar el planeta.

Eretria: Criada entre ladrones, Eretria siempre se ha buscado la vida. Las cosas no le han resultado fáciles, es desconfiada y muy arisca. A pesar de que al principio ve a Wil y a Amberle como instrumentos para sus propios intereses, pronto se dará cuenta de la dimensión del viaje que acaban de emprender.

Allanon: El último de los druidas, una antigua orden de protectores cuyos miembros pueden vivir siglos y usar la magia a su voluntad. Cuando el Ellcrys empieza a morir y a liberar demonios, Allanon debe forjar alianzas para detener el avance del mal. Conoce la verdadera naturaleza del peligro demoniaco y sabe que no podrá pararlo él solo.

jueves, 14 de enero de 2016

OBRAS MAESTRAS DEL CÓMIC

El cómic cada día gana nuevos adeptos y el noveno arte goza de una salud destacada, sobretodo desde que Hollywood ha colocado las películas de superhéroes entre las mas taquilleras de la historia.

Desde la Biblioteca Pública de Ciudad Real, aprovechando la gran Comicteca de que dispone, nos propone un nuevo servicio llamado RED COMIC.

RED COMIC: Es una iniciativa para englobar a todas las bibliotecas de Castilla La Mancha en la labor de difusión del arte del Cómic, un arte que en Europa goza de gran salud y que en España esta empezando a crecer a un gran nivel. Una iniciativa que surge desde la Biblioteca Publica de Ciudad Real aprovechando el gran catálogo de comics que ha ido adquiriendo su Comicteca con el paso de los años, convirtiéndola en una de las mejores Comictecas del país, de forma que el resto de las bibliotecas puedan aprovecharse de este catalogo y no tengan que destinar una parte importante de su presupuesto a la compra de estas obras.

La participación en esta iniciativa tiene la gran ventaja de poder recibir exposiciones temáticas
con sus correspondientes cómics que sus usuarios podrán prestarse y leer para tranquilamente en sus casas.

La primera propuesta es esta exposición de las Obras Maestras del Cömic, 22 novelas gráficas que representan las tres grandes industrias del mundo (americana, japonesa y europea). Cada comic es fácilmente identificable por la bandera que señala la industria de la que proviene, y dentro del Comic Europeo hemos destacado el comic nacional, el cual crece día a día.

Esta exposición la vais a poder disfrutar en nuestro instituto desde el 18 de enero hasta el 4 de marzo. Entre otros comics, podréis leer 300, de Frank Miller; Watchmen, de Alan Moore; Forgotten, de Cris Ortega (la ilustradora que hizo la portada de Donde los Árboles Cantan, de Laura Gallego); Ghost in the Shell, de Masamune Shirow; Persépolis, de la iraní Marjane Satrapi, etc…

Pretendemos, como actividad paralela a esta exposición, realizar un cineforum con películas basadas en estos comics; ya os iremos informando.

Si alguien quiere ver el rograma completo de la exposición, lo puede ver en el siguiente enlace

miércoles, 13 de enero de 2016

¿POR QUÉ NO HACES QUE NOS ACORDEMOS?

Merlín se sobresaltó al ver aparecer súbitamente una carita sucia de detrás de una piedra.

-¿Quién demonios eres tú?

-Tom Rogers, señor -contestó el chico, tembloroso-. Vivo en el pueblo, señor.

-Entonces, ¿qué haces aquí?

-Vengo a oír a los caballeros. Ya sabe, la víspera de San Juan.

-Ah. ¿Y los has oído?

-Claro. Estaban todos aquí. En carne y hueso -dijo el niño, parpadeando-. Y usted en medio de ellos. -Esperaba una respuesta del anciano. Al no haberla prosiguió, como intentando avivar la memoria de Merlín-: Ha habido lucha, un tío que casi se desangra, hecho pedazos, y vuelve como si nada a la vida, sin una señal... -Hablaba tan de prisa que tuvo que limpiarse la saliva de la boca con la manga andrajosa- Y luego ha aparecido el castillo, el castillo de verdad, se lo digo yo. Yo ya lo había visto, eso sí, pero nunca como hoy, con el puente levadizo bajado y todos los caballeros saliendo a la carga, debía de haber al menos un millón, todos con armadura... -Ladeó la cabeza-. Usted lo ha visto, ¿verdad?

Merlín se echó a reír.

-Te aseguro que no sé de qué me hablas, mozo.

-Pero usted estaba ahí... usted...-Apartó la cara y se frotó los ojos-. Ustedes los viejos nunca se acuerdan de nada -dijo lleno de desespero.

Merlín permaneció un momento en silencio.

-Entonces, ¿por qué no haces que nos acordemos? -dijo finalmente.

-¿Qué quiere decir eso? -preguntó el chico con aire beligerante.

-Bueno, pues lo escribes. Escribe todo lo que has visto acerca de los caballeros y el castillo y el... maravilloso mago. Habla de ese muchacho joven que sacó la espada de la piedra y empezó un nuevo mundo. Empieza por el principio, presta atención a medida que te haces mayor y escríbelo. Escríbelo todo, Tom.

El muchacho estaba pasmado.

-¿Que escriba? ¿Yo?

-¿Por qué no? Es un oficio respetable. No es igual que el de bardo, por supuesto. Ésa sí que era una profesión gloriosa. Pero ya te hablaré de eso otro día.

-¿Estará usted aquí cuando.vuelva a aparecer el castillo?

-No me sorprendería que así fuera.

El chico dio un paso atrás y se quedó mirándole. Lentamente, una amplia sonrisa se formó en su rostro.

-Ése sí que era un mago encantador de verdad -dijo.

-Desde luego. ¿Ves?, se te dan bien las palabras. -El viejo se puso en pie-. Ahora corre, chico, y practica. El rey necesitará un cronista.

-Y ¿eso qué es, señor?

-Pregunta -contestó Merlín dándole un empujón.

El chico rió y echó a correr, y su carcajada llenó el aire.

Poco a poco, la risa fue dando paso al sonido de los cascos de los caballos, aquellos caballos fantasma que portaban a sus jinetes en la interminable búsqueda de su rey. Llegaban como el trueno, galopando por el prado y llenando con su presencia todos los lugares que el tiempo había vaciado. Cabalgaban, como siempre en esta noche. Y, cuando hubieron pasado, se hizo de nuevo el silencio, roto tan sólo por la lejana risa del niño.

Escríbelo todo, Tom, pensó Merlín. Será una buena historia. Una historia encantadora de verdad.

Molly Cochran y Warren Murphy, El Regreso del Rey Arturo

lunes, 11 de enero de 2016

MADRID 1616

       
    Cuatro años despues de los hechos narrados en Madrid 1605Eloy Cebrián retoma los personajes de Erasmo López de Mendoza y Pilar Esparza, quienes encuentran un nuevo manuscrito firmado por un Gonzalo de Cordoba ya anciano.

                 A través de la historia de Gonzalo, contemplamos los últimos años de Cervantes; en este escenario veremos a viejos y nuevos personajes: el librero Robles, Lope de Vega, Gongora, Quevedo… En sus páginas descubrimos cómo Cervantes cambia los capítulos finales de la segunda parte del Quijote, para contrarrestar la obra de Avellaneda (apasionante la búsqueda del personaje que se oculta tras este pseudónimo); la relación que se establece entre Cervantes y Shakespeare…

                En la trama contemporánea encontramos robos, secuestros, búsquedas de manuscritos… y vuelven a aparecer nuestros villanos favoritos: Dolores (gloriosa su fuga de Alcala Meco) Y Klemperer.

                La novela se vuelve a contruir con las dos tramas que se alternan, teniendo mucho cuidado con los datos históricos y logrando que la ficción de la historia cervantina se ajuste a ellos. Un lenguaje fluido y ágil, imitando perfectamente la lengua barroca en sus episodios. Los personajes, bien construidos y definidos: un Erasmo realista e irónico (por ejemplo, tras leer cierta novela que narra su primera aventura quiere jugar con “los diminutos testículos de los autores”); una Pilar resuelta y obcecada (¡cómo se la tiene jurada a Dolores!); Gonzalo y Lope, demostrándonos que todos somos humanos; el bibliopata Kemplerer (poderoso caballero es don Dinero)…

                Hay muchos más episodios de los que podríamos comentar largo y tendido; pero prefiero, como Gonzalo, que seas tú, lector, quien los descubras. Solamente te pido una cosa: recrea en tu imaginación ese otro final del Quijote ideado por Sansón Carrasco para enfrentarse a los mayores magos encantadores y hechiceros.

domingo, 10 de enero de 2016

MASTERCHEF

Ser cocinero, cuando tienes diez años y mucha hambre el 85% del tiempo, no es nada fácil. Yo trato de seguir las instrucciones del libro de cocina con todas mis fuerzas, pero las cosas nunca son tan sencillas cuando te pones manos a la obra. Me volvió a pasar con las magdalenas. Después de batir, añadir los ingredientes y llenar los sombreritos, acabé con las gafas, la camiseta y el pelo todo embadurnado de crema amarilla. ¡Una auténtica asquerosidad! En esta ocasión nadie me iba a librar de que mamá me metiese directamente en la lavadora. Llevaba semanas advirtiéndomelo:

—Román, ¡cualquier día te meto en la lavadora con ropa y todo!

Mamá es guay, pero a veces se enfada. A mí, eso de estar dando vueltas en el tambor de la lavadora durante setenta y cinco minutos, que es lo que dura el ciclo para manchas difíciles, no me hace mucha gracia. Un día metí a Dodoto, mi gato, para ver cómo reaccionaba. No dejaba de maullar con cara de susto y de golpear con las patitas delanteras contra la tapa transparente. Traté de explicarle que el experimento era por el bien de los dos y tal vez de toda la humanidad, y que por mucho que protestase no tenía pensado sacarlo de allí dentro. Eché detergente y suavizante con olor a fresa, pensando en que sería fantástico que Dodoto oliese a fresa, y le di al botón de encendido. Justo cuando la lavadora empezó a hacer el ruido de estar cogiendo agua, apareció mamá como por arte de magia. A veces pienso que lleva un radar incorporado dentro de la cabeza, ¡siempre aparece cuando no debe! Se enfadó muchísimo. Se le puso la cara de color rojo tomate frito, sacó inmediatamente a Dodoto de la lavadora y me llamó cosas muy feas.

—¡¡¡Eres un delincuente, un inconsciente, un imprudente, un descerebradoooo!!!


Que me llamase todas esas cosas que acaban en –ente no me importó porque estoy acostumbrado. Pero que me dijese que soy un descerebrado me puso triste. Porque un descerebrado es alguien que no tiene cerebro, y si no tienes cerebro no puedes pensar, ni acordarte de las cosas felices. Como le pasa a la vecina Manola, que se ha olvidado hasta de los nombres de sus nietos. Eso es una tragedia realmente trágica. Por eso prometí no volver a usar a Dodoto en mis experimentos, para no perder mi cerebro y conservar la memoria, los recuerdos felices y no olvidar los nombres de las personas que quiero.

El resultado de la receta de las magdalenas fue regular. Me pasé al echar la masa en los moldes, y la mitad de ellas, cuando empezaron a crecer en el horno, salieron por fuera y se convirtieron en monstruos de varias cabezas. Hubo otras con mejor pinta, pero quedaron algo crudas por dentro, y las tres que se salvaron me las zampé antes de que se enfriasen y ni mamá ni papá pudieron probar lo ricas que estaban. Ya os dije que ser cocinero, cuando tienes diez años, no es nada fácil. A pesar de estas dificultades, yo quiero ser cocinero. O chef, que es más profesional todavía. Por eso les he pedido a mis padres un curso de cocina como regalo de cumpleaños, que es el 2 de noviembre, el Día de los Difuntos, la fiesta de los muertos. Si os digo la verdad, temía que mamá y papá no pudiesen regalarme el curso. Últimamente las cosas no van muy bien en casa. Ellos tratan de disimular, que es hacer que parezca que todo va de maravilla cuando no es cierto, pero yo soy muy listo y me doy cuenta de lo que sucede en realidad. Y lo que sucede es que papá no tiene trabajo y mamá tampoco, y así es difícil llegar a fin de mes. A ver, que llegar física y mentalmente nosotros llegamos, como seres humanos que somos; el que no llega es el dinero, que se acaba antes de tiempo y todo se complica. Cuando yo era pequeño no había estos problemas. Me compraban mis cereales favoritos en el supermercado, iba a varias actividades extraescolares como fútbol, inglés, flauta y taekwondo, y mamá me traía libros nuevos todas las semanas. Pero desde que soy mayor, todo eso se acabó. Ahora papá y mamá compran en el súper unos cereales que se parecen a mis favoritos pero que no lo son. Ellos tratan de convencerme de que son todavía mejores y yo les digo que sí para que no se pongan serios y se les llene la cara de arrugas, pero la realidad es que no saben igual. Ya no voy a taekwondo ni a flauta y, en lugar de comprarme libros, mamá me ha traído un carné de la biblioteca. La vida es dura. Esa era una frase típica que siempre decía mi abuelo. Murió el año pasado y lo echo mucho de menos. Solía ponerse muy serio antes de decirme:

—La vida es dura, Román. Es mejor que lo sepas desde pequeño.

Imagino que cuando el abuelo decía eso se refería a todos estos asuntos que os estoy contando. Y por eso yo tenía miedo de que, en lugar del curso de cocina, me regalasen una revista de recetas, o algo así. Pero nada de eso. Esta vez me había equivocado. Papá y mamá no me regalaron un curso de cocina, me regalaron el mejor curso de cocina del mundo y del Inframundo. Y tengo que decir que, a pesar del megasusto que me llevé en un primer momento, ese Día de los Difuntos fui el niño más feliz de la galaxia. Pero eso merece un capítulo entero, así que voy a despedirme por hoy y dejaros con las ganas de saber qué pasó en el que fue el mejor día de mi vida existencial.

Ledicia Costas, Escarlatina, La Cocinera Cadáver

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL 2015

                Os dejos con un video donde la autora comenta su libro y podréis ver las magníficas ilustraciones de Victor Rivas que lo acompañan: