martes, 30 de mayo de 2017

LA ISLA DE ALICE


Enviado por María (B2C)

Cuando Chris muere en un accidente de coche sospechosamente lejos de donde debía estar, la vida de su mujer, Alice, con una niña de seis años y otra en camino, se desmorona. Incapaz de asumir la pérdida y con el temor de que tal vez su relación perfecta haya sido una mentira, se obsesiona con descubrir de dónde venía Chris y qué secreto escondía.

Reconstruye el último viaje de su marido con la ayuda de las cámaras de seguridad de los establecimientos por donde este había pasado, hasta llegar al epicentro del misterio: Robin Island, en Cape Cod, Massachusetts, una pequeña y, solo en apariencia, apacible isla que modificará profundamente a Alice mientras busca respuesta a la pregunta: ¿Qué hacía Chris en la isla?

La isla de Alice oscila entre el thriller y el viaje emocional. Una historia de superación y una peripecia absorbente y cautivadora.

El libro de Daniel Sánchez Arévalo me ha gustado mucho. Primero, su forma de narrar los acontecimientos y de situarlos en un sistema cronológico particular (d.C- después de Chris), lo veo un detalle muy original e ingenioso por parte del autor. Me ha gustado también la forma de presentar al personaje de Alice como narradora de su propia experiencia y de sus pensamientos, la forma en la que están descritos los diálogos internos, monólogos, críticas a sí misma, dudas y quebraderos de cabeza por los que pasa la protagonista es muy realista, con ellos nos identificamos con Alice y con sus pensamientos, muchos de los cuales hemos sentido nosotros mismos alguna vez, nos hace entenderla y encontrar un cierto sentido a sus acciones, incluso a las menos lógicas o morales. Queremos al personaje y queremos que todo le salga bien y consiga su propósito. Por otro lado, también se presenta muy bien al personaje de Olivia, ya que tiene un papel esencial en la novela y también le cogemos cariño y nos ponemos en su piel, y es muy difícil hacer que una niña de seis años tenga un papel tan logrado como el suyo frente a otros personajes adultos. También me ha gustado el ambiente y los lugares en los que desarrolla la novela, que el autor describe con mucho detalle. Después de su descripción, Robin Island es un lugar al que yo viajaría sin duda.

Desde su comienzo esta novela te intriga a querer saber el final, por lo que pasas toda la lectura intrigado por saber cuál será la razón por la que Chris estaba en la isla, a quién conocía y cómo lo resolverá y digerirá Alice.

Como puntos negativos, diría que a esta novela le sobran unas cuantas páginas y personajes; te presenta y se detiene en la vida de cada uno de los vecinos de la isla, personajes y vidas que no tienen ninguna importancia relevante en la historia, solo la de enfatizar la obsesión de Alice por el control, además de que al ser tantos, se crea confusión entre ellos y si llevan mucho tiempo sin salir en la novela, no nos acordamos ni de quién era, así que desde mi punto de vista, casi mitad de personajes que aparecen en la novela sobran, al igual que muchas descripciones demasiado detalladas de lugares de la isla, que al final se te hace muy pesado leer. También muchas reflexiones en las que Alice se va por las nubes, y acaba reflexionando sobre cosas que no tienen nada que ver con el objeto inicial de su reflexión ni con la trama narrativa, que no son, por tanto, nada relevantes. También, decir que del final tenía unas expectativas mayores de lo que después ha sido. Exceptuando esta pega, la novela y el viaje que recorre su protagonista me han gustado mucho y me han parecido muy originales y conmovedores, es un libro que probablemente volvería a leer.

FINALISTA PREMIO PLANETA 2015

lunes, 29 de mayo de 2017

NI UNA MENOS


(IN MEMORIAM VICTIMAS 28 DE MAYO DE 2017)

Micaela tenía 12 años. Un tipo de 26 la mató porque la niña no quiso tener sexo con él. Pero bueno, ella tenía varios Facebook y subía ahí fotos “provocativas”, qué querés. Una chica en Brasil fue drogada y luego violada por más de 30 hombres, todo organizado por su novio, en venganza por una supuesta infidelidad de ella. Se filmó el hecho y se subió a distintas redes sociales para el disfrute de muchos. Pero mirá, la muchacha con 16 años ya tenía un hijo y además se drogaba, una putita…

¿Y Melina? ¿Te acordás de ella? ¡Qué fichita que era! Los culpables de su violación y muerte no fueron los cuatro violadores y asesinos, sino ella, porque le gustaban los bares y no estudiaba. O Daiana, que fue a una entrevista de trabajo de noche y vestida con short, a quién se le ocurre, pécora.

A Serena el novio le dio 49 puñaladas por haberlo dejado, pero era reputa la tipa. Marina y María José… ¡viajaban solas! ¡Dos mujeres solas! Ellas también, ¿qué esperaban? Rosa, de 74 años, sufrió una golpiza brutal en manos de su novio, pero seguro algo hizo, lo debía tener harto… y era buscona la vieja, andaba de coqueta en el centro de jubilados.

Mailén fue violada por Migue, dos veces, en la casa de él. Pero bien, ella eligió ir a la casa del muchacho, ¿qué pretendía que pase? Tremenda puta. A Cintia el exmarido la mató a puñaladas frente a sus tres hijos porque lo había dejado. Pero ella ya andaba con otro en vez de ocuparse de los niños, la muy bárbara.

A Macarena el exnovio le cortó el cuello también porque lo dejó. Pero ella era reina de belleza, se mostraba mucho la chica. A Josselyn la violó su tío durante dos años, y jamás dijo nada. ¿Qué si solo tenía 10 años? Dos años y ella seguía llegando, y todavía agarraba el dinero que le daba el hombre para que no contara, seguro le gustaba.

Y qué decir de Andrea, que salió acusando de violación a su maestro del instituto, cuando todos sabían que era una coqueta y buscona, que le gustaba provocar a los profesores y se les ofrecía para ir pasando las materias. ¿Qué quería? El hombre es hombre y no aguantó tanto.

En un cantón de San Marcos, José Luis, siervo del Señor, tuvo que dejar su ministerio como pastor de la iglesia porque Margarita lo acusó de haberla violado y ser el papá del niño que iba a tener. La muchachita fue una piedra de tropiezo, sin duda.

Y podríamos seguir por un rato largo, porque la lista de víctimas de la violencia machista es eterna. Y la sarta de basura también machista para justificar cada caso, también. Ángeles. Araceli. Lola. Una cada menos de 30 horas. ¿En Brasil? Una violación cada 11 minutos. Y a todas, pero todas, les pasó “por putas”. A todas se les acusa, se les señala, se les culpa, se pone en duda hasta el último minuto su calidad de víctimas.

Mañana puedo ser yo la puta muerta/violada/golpeada del día. Pero estas son tonterías por las que se preocupan las feminazis nomás, que son unas exageradas. Y unas putas. Siempre, siempre putas.

Por favor: Ni una menos.

Este texto es la adaptación de un post compartido por la periodista mexicana Lydiette Carrión en su cuenta personal de Facebook.

domingo, 28 de mayo de 2017

MUCHAS COSAS HAY PORTENTOSAS,


pero ninguna tanto como el hombre;
él, que ayudado por el viento tempestuoso
llega hasta el otro extremo de la espumosa mar,
atravesándola a pesar de las olas que rugen, descomunales;
él que fatiga la sublimísima divina tierra,
inconsumible, inagotable,
con el ir y venir del arado, año tras año,
recorriéndola con sus mulas.`
Con sus trampas captura
a la tribu de los pájaros incapaces de pensar
y al pueblo de los animales salvajes
y a los peces que viven en el mar,
en las mallas de sus trenzadas redes,
el ingenioso hombre que con su ingenio
domina al salvaje animal montaraz;
capaz de uncir con un yugo
que su cuello por ambos lados sujete
al caballo de poblada crin y
al toro infatigable de la sierra;
y la palabra por si mismo ha aprendido
y el pensamiento, rápido como el viento,
y el carácter que regula la vida en sociedad,
y a huir de la intemperie desapacible
bajo los dardos de la nieve y de la lluvia:
recursos tiene para todo,
y, sin recursos, en nada se aventura hacia el futuro;
solo la muerte no ha conseguido evitar,
pero si se ha agenciado formas de eludir las enfermedades inevitables.
Referente a la sabia inventiva,
ha logrado conocimientos técnicos más allá de lo esperable
y a veces los encamina hacia el mal,
otras veces hacia el bien.
Si cumple los usos locales
y la justicia por divinos juramentos confirmada,
a la cima llega de la ciudadanía;
si, atrevido, del crimen hace su compañía,
sin ciudad queda:
ni se siente en mi mesa
ni tenga pensamientos iguales a los míos,
quien tal haga.

Sófocles, Antígona

viernes, 26 de mayo de 2017

EL GIGANTE ENTERRADO


Inglaterra en la Edad Media.

Del paso de los romanos por la isla sólo quedan ruinas, y Arturo y Merlín –amados por unos, odiados por otros– son leyendas del pasado. Entre la bruma todavía habitan ogros, y británicos y sajones conviven en unas tierras yermas, distribuidos en pequeñas aldeas.

En una de ellas vive una pareja de ancianos –Axl y Beatrice– que toma la decisión de partir en busca de su hijo. Éste se marchó hace mucho tiempo, aunque las circunstancias concretas de esa partida no las recuerdan, porque ellos, como el resto de habitantes de la región, han perdido buena parte de la memoria debido a lo que llaman «la niebla».

En su periplo se encontrarán con un guerrero sajón llamado Wistan; un joven que lleva una herida que lo estigmatiza; y un anciano Sir Gawain, el último caballero de Arturo vivo, que vaga con su caballo por esas tierras con el encargo, según cuenta, de acabar con un dragón hembra que habita en las montañas. Juntos se enfrentarán a los peligros del viaje, a los soldados de Lord Brennus, a unos monjes que practican extraños ritos de expiación y a presencias mucho menos terrenales. Pero cada uno de estos viajeros lleva consigo secretos, culpas pendientes de redención y, en algún caso, una misión atroz que cumplir.

 Sumando el viaje iniciático, la fábula y la épica, Kazuo Ishiguro ha construido una narración bellísima, que indaga en la memoria y el olvido acaso necesario, en los fantasmas del pasado, en el odio larvado, la sangre y la traición con los que se forjan las patrias y a veces la paz. Pero habla también del amor perdurable, de la vejez y de la muerte. Una novela ambientada en un pasado remoto y legendario que vuelve sobre los grandes y eternos temas que inquietan a los seres humanos.

                Un extraño y, a veces, irónico narrador (al final descubrimos que es quien menos pensábamos) nos cuenta el viaje de dos ancianos que parten de viaje con la excusa de visitar a su hijo en su pueblo. Digo excusa porque al haber perdido la memoria, sus recuerdos, no saben con exactitud dónde vive ese hijo. A lo largo del viaje irán recobrando atisbos de lo que han olvidado, y querrán, con la ayuda o sin ella de sus curiosos compañeros de viaje, recuperar su memoria, pues necesitamos nuestros recuerdos para saber lo que hemos hecho, pues nuestros hechos nos hacer ser quienes somos, y, sin nuestros recuerdos, no seriamos nada. Para ello, deberán matar a  la dragón hembra Querig, cuyo aliento alienta el olvido. Lo malo es que el olvido oculta las rencillas, las traiciones, las venganzas, los castigos inmisericordes, el odio…

Mediante un lenguaje claro y un estilo sobrio, Ishiguro va transmitiéndonos su historia con unos personajes bien construidos. La pareja de ancianos, Axl y Beatrice: ella es para él su princesa, a la que ama y a la que siempre va a proteger; él, como descubriremos a lo largo de la novela, un viejo caballero de Arturo que ha sufrido una doble traición. Wistan, el guerrero sajón, que oculta sus secretos, que aparece como salvador en ese pueblo sajón (nos recuerda a Beowulf, aunque su final marcado por el destino no será trágico); sus hazañas nos las contarán otros, pues a él sólo le veremos desenvainar su arma tres veces, tres veces que preferiríamos que no lo hiciera. Sir Gawain, el sobrino de un rey Arturo ya muerto, un viejo caballero con una armadura vieja y oxidada, que tiene una misión que cumplir; misión, que, si nos fijamos en sus parlamentos, le ha llevado a un estado próximo a la locura. Y en medio de todos, la niebla, la niebla producida por el aliento de Querig, que alimenta el olvido, pues los recuerdos no sólo nos traen los momentos agradables, sino también aquello que nos gustaría que permaneciera oculto en nuestro interior.

¡HASTA SIEMPRE!

                
            
          Hace dos años nos reunimos en este mismo lugar: estabais pletóricos, habíais terminado una etapa de vuestra vida e ilusionados estabais a punto de comenzar otra. A lo largo de estos dos años he visto cómo ha dado fruto vuestro trabajo y esfuerzo (el de unos más que otros).

                Este año me he quedado con las ganas de deciros “nos vemos en septiembre”.
                
              Nunca fue una amenaza, aunque alguno así lo entendiera, ¿verdad, Pablo y Javi? ¡Qué cinco años hemos pasado juntos.
                
            Ahí estáis las triunfadoras de las Olimpiadas científicas, Patricia y Ángela, qué puedo decir de vosotras, ¡arrasasteis campeonas! Si os lo proponéis nada os podrá detener.

            Juan Diego, me sigo acordando “cómo caigas conmigo el curso que viene…”, ¿aún te sigue asustando la mala bestia del de lengua?

            Noelia, mi pequeña hormiguita, qué trabajazo el tuyo este curso. Me descubro ante ti, cual caballero de pasados siglos ante las damas.

         Antonio y Jorge, siempre queriendo pasar desapercibidos como si la cosa no fuera con vosotros, yéndoos al final.

                Nerea, Lourdes y Cari, cómo os habéis crecido este año, dando lo mejor de vosotras; en dos palabras, im-presionante; simplemente, seguid así.

               Juan Alfonso, un pajarito me ha comentado el texto que os va a caer en la EVAU, un poema de Rafael Albertí: Balada del que nunca fue a Granada

           María, María Martín-Maestro Almansa (en tu caso los apellidos completos para diferenciaros), eres viva, inquieta, con ganas de comerte el mundo.

   Alicia, si no te sale lo de veterinaria, en la guardia de la noche necesitan personal; las condiciones parecen buenas: clima excelente, sobre todo en invierno, el trabajo, poco y sencillo, la paga buena, si llega y… sobrevives

                Rodolfo, tú y tu música, creyendo que lo tienes todo bajo control.

         Laura y Almudena, siempre juntas, inseparables, tanto que durante una temporada os confundía y no sabía quién era quién.

                Andrea, a principio de curso creías que no ibas a poder llegar, ¿te has dado cuenta de cómo estabas equivocada?

                Mado, ahí atrás, siempre agazapada, queriendo pasar desapercibida, pero eres como una princesa siempre escoltada por tu caballero andante

                Manuel, casi siempre con esa eterna sonrisa en labios y ojos; ¿a cuántas te habrás ligado así?

                Me queda otra María, María Fiel, que debería sumar al pelotón de los que “que no me vea, que no estoy aquí, que pregunte a otro”

                Isa, parecías en un principio, tímida, de mal genio; la verdad… ¡has sido una agradable sorpresa!

                Se me ha quedado uno en el tintero; lo siento, Lale, pero como ni se te ve, ni se te oye… Gracias por estar ahí.

Espero no haberos defraudado durante todo el tiempo que hemos estado juntos.

¡A vosotros, chicos, hasta siempre!       

jueves, 25 de mayo de 2017

miércoles, 24 de mayo de 2017

ZARA Y EL LIBRERO DE BAGDAD


Enviado por María

Max y Zara provienen de guerras distintas, la guerra de Irak y la guerra civil española, acaecidas en tiempos diferentes; pero son igualmente víctimas de la violencia y el dolor. Un escritor se cruza en su camino y se embarca en una emocionante historia que engloba casi todo el siglo veinte y recorre de punta a punta el planeta. Él hace de nexo de unión entre Max, el anciano cuya autobiografía revela las últimas palabras de Machado antes de morir en Colliure, y Zara, la sobrina de su vecino iraquí.

Un periodista recibe un e-mail de un extraño personaje, Max Barreras Gautier, que le cita por un artículo suyo que tenía como protagonistas a Goya y a Machado. Max afirma que conoció a Machado durante su último mes de vida, y que escuchó las cinco últimas palabras que pronunció el poeta antes de morir. Max sufre una recaída y el periodista se lo lleva a su casa, pues no piensa abandonarlo en la calle. Además, siente una gran curiosidad por las últimas palabras del poeta, por lo que pasa la noche en vela leyendo la biografía de Max, que tiene que corregir para su posterior publicación. Unas páginas que le transportan en el tiempo a la Barcelona de la Guerra Civil, donde un inspector de policía persigue a un peligroso asesino, el asesino de las horas. Esa misma noche y en el mismo edificio, el destino querrá que los dos hombres conozcan también la historia de un librero iraquí y de su hija, Zara, que han huido de su país en guerra y de la amenaza que se ceba en su familia, en particular, debido a ciertos delitos que cometió el padre de la joven para sobrevivir y una mala amistad que quiere cobrarle factura. Pero el pasado del librero lo ha seguido hasta Madrid, y un ambicioso asesino lo busca por las calles pidiendo venganza    
       
Con esta novela, Fernando Marías nos hace conscientes del sufrimiento de las víctimas de cualquier guerra y de la soledad de los protagonistas de cualquier exilio, época y país, sea cual sea su ideología. Mediante una narración ágil, te empuja a seguir leyendo para descubrir el pasado que rodea a Max, Zara y su padre. Juega con los saltos temporales alternando el encuentro entre el periodista, Max y Zara y su padre, con las voces de los tres últimos personajes sobre cómo la guerra cambia sus vidas empujándoles a hacer cosas que nunca antes se habían planteado y arrebatándoles de la noche a la mañana todo cuanto tenían, entrelazando las dos tramas mediante los sentimientos y las reacciones que la guerra provoca en los personajes, y con ellas el exilio de Machado.

PREMIO GRAN ANGULAR 2008

martes, 23 de mayo de 2017

PRUEBAS DE IMPRENTA


—Mira esto antes de nada. —El padre se llevó la mano al regazo, sacó varias hojas plegadas y las dejó sobre la mesa—. Tú míralo y ya verás cómo me entiendes.
La mano —cinco hojas plegadas y anidadas— era de un pergamino de calidad media. Parte de un libro escolar, a juzgar por la forma cuadriculada. Peter reconoció al instante la gramática latina de Donato: había copiado miles de veces esas declinaciones. Un trabajo ordinario y mal hecho; alzó la vista horrorizado.
—Tócalo —le urgió el padre, que pasó hasta la última página en blanco.
Le cogió el dedo a Peter y le hizo repasar el espacio vacío. Notó un relieve, una especie de rugosidad sobre el pellejo, como si el pergaminero no hubiera frotado bien la piel. Pasó otro dedo, y luego otro, y de pronto sintió una extraña y notoria simetría. Volvió la página para ver la parte escrita. La sangre le bulló por dentro y se le humedecieron las palmas de las manos. Los caracteres repujados eran achaparrados y feos, pero el flujo de letras tenía una regularidad increíble, a lo largo de toda la línea; a su vez cada línea acababa con una armonía absoluta y escalofriante, a justo la misma distancia del margen. ¿Qué mano podía escribir una línea tan recta y que acabara justamente debajo de la de arriba? ¿Qué mano humana podía lograr semejante rareza? Sintió que se le atenazaba el corazón y que un pavor abrumador le invadía el alma.
—¿Ves ahora por qué he tenido que llamarte? —Fust hablaba en un tono alto.
—¿Quién ha hecho esto? ¿Qué mano lo ha escrito?
—Ninguna. —El padre volvió a cogerle la yema del dedo—. ¿Notas cómo se hunde?, ¿que la tinta no está por encima sino en un hueco de la piel?
Peter cerró los ojos para sentirlo con más claridad. Era tal y como decía Fust: el pergamino parecía ceder, no estaba suave bajo la tinta, como al escribir con su pluma.
—¿Quién ha hecho esto? —repitió.
La gruesa cara de Fust estaba radiante.
—Ese hombre, al que llaman Gutenberg, ha encontrado una manera de hacer letras de metal. Les pone tinta encima y luego las estampa en la página.
Peter se acercó la hoja a los ojos, tanto que logró ver la fina depresión, una inclinación tan ligera que era casi imperceptible: desde la superficie hasta el surco de cada trazo. El espacio en que los ángeles —o seguramente el Diablo— bailaban sobre la cabeza de un alfiler. Se quedó sin palabras, tal era su conmoción.
—Me abordó un hombre que sabía que comerciaba con libros. —El padre se enjugó la frente, como si lo aliviara compartir por fin la experiencia—. Me dijo que Gutenberg estaba buscando un inversor, así que fui a verlo y me enseñó esto (…). Pensé, al igual que tú —dijo apretando la mano de Peter— que no era más que una de tantas gramáticas cutres. Pero el tal Gutenberg me dijo entonces que lo había hecho con una técnica nueva. «Ars impressoria», la llama. Y pensar que ha estado trabajando en esto, en secreto, a un par de calles de aquí… Tú conoces la casa. —Peter apenas oía las palabras en el rumor de su cerebro convulsionado—. El Hof zum Gutenberg, en la calle de los remendones.
—Yo tengo un oficio —dijo pesaroso, y dejó los pliegos en la mesa.
Para entonces Fust, sin embargo, estaba de pie, yendo de un lado a otro, sin dar la menor señal de haberlo escuchado.
—No es solo la uniformidad, ¡eso no es nada! —Hablaba en voz alta y se le habían encendido las mejillas. Tenía la mirada ladina inherente a su cara de comerciante, aunque se le unía una expresión extraña que Peter no creía haberle visto nunca, una especie de embeleso, de exaltación. Fust se volvió y le lanzó una pregunta—: ¿Cuánto tiempo te llevaría: una semana, dos…, copiarlo?
—Cuatro días como mucho. —Peter era rápido, joven y orgulloso.
—En cuatro días el amigo Gutenberg puede, «imprimiendo», como él lo llama, hacer media docena de ejemplares, todos idénticos entre sí. —El mercader rodeó la mesa y le cogió la muñeca a Peter—. Sin necesidad de desollarse los dedos.
El hijo estaba paralizado, inmóvil. Fust parecía cernirse sobre él, tapando las estrellas brillantes del cielo.
—¡Figúrate! Dios mío, tienes que entender lo que esto significa. Podemos multiplicar por diez, por veinte, el número de copias de un libro: en el mismo tiempo y por el mismo coste. —El padre estaba haciendo aspavientos con las manos—. Un libro así…, o uno más grande. No tiene límites. —La mirada alucinada pasó a ser de triunfo. Dejó caer una mano sobre el hombro de Peter y se lo sacudió con fuerza—. En cuanto lo vi, lo tuve claro: es el milagro para el que el Señor lleva preparándonos todo este tiempo.
—Una blasfemia, más bien, o un truco de mal gusto. —Peter se zafó de la mano de su padre y volvió a coger las hojas impresas.
El libreto era realmente rudimentario, sin alma. Las letras eran tan bastas como las de las tallas de madera baratas que pregonaban los holandeses; las líneas estaban emborronadas y los márgenes manchados de tinta.

Alix Christie, El Discípulo de Gutenberg

lunes, 22 de mayo de 2017

MI PADRE Y LOS POLÍTICOS


                Excuso decir que era vegetariano. Una vez más, su ética particular lo impulsaba a razonar, que si tenía derecho a comerse un cerdito inofensivo, que nunca le había hecho daño, no veía por qué no podía comerse a alguno de los políticos que tanto fatigaban el televisor: ellos sí que le producían un deterioro irreparable. Primero, por haber derrumbado una inocencia y una fe tan laboriosamente construidas; más tarde, por las repetidas ofensas a su inteligencia. Y así, detestaba las “pretensiones artísticas” de la política, que según él se había convertido en el arte de engañar de modo más o menos convincente, sonsacar y esquilmar al pueblo, y desde luego no cumplir nunca las promesas electoralmente vociferadas.

Emilio Pascual, Días de Reyes Magos 

domingo, 21 de mayo de 2017

ERA EL MEJOR DE LOS TIEMPOS



era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.

En el trono de Inglaterra había un rey de mandíbula muy desarrollada y una reina de cara corriente; en el trono de Francia había un rey también de gran quijada y una reina de hermoso rostro. En ambos países era más claro que el cristal para los señores del Estado, que las cosas, en general, estaban aseguradas para siempre. Era el año de Nuestro Señor, mil setecientos setenta y cinco. En período tan favorecido como aquél, habían sido concedidas a Inglaterra las revelaciones espirituales. Recientemente la señora Southcott había cumplido el vigésimo quinto aniversario de su aparición sublime en el mundo, que fue anunciada con la antelación debida por un guardia de corps, pronosticando que se hacían preparativos para tragarse a Londres y a Westminster.

Incluso el fantasma de la Callejuela del Gallo había sido definitivamente desterrado, después de rondar por el mundo por espacio de doce años y de revelar sus mensajes a los mortales de la misma forma que los espíritus del año anterior, que acusaron una pobreza extraordinaria de originalidad al revelar los suyos. Los únicos mensajes de orden terrenal que recibieron la corona y el pueblo ingleses, procedían de un congreso de súbditos británicos residentes en América, mensajes que, por raro que parezca, han resultado de mayor importancia para la raza humana que cuantos se recibieran por la mediación de cualquiera de los duendes de la Callejuela del Gallo.

Francia, menos favorecida en asuntos de orden espiritual que su hermana, la del escudo y del tridente, rodaba con extraordinaria suavidad pendiente abajo, fabricando papel moneda y gastándoselo. Bajo la dirección de sus pastores cristianos, se entretenía, además, con distracciones tan humanitarias como sentenciar a un joven a que se le cortaran las manos, se le arrancara la lengua con tenazas y lo quemaran vivo, por el horrendo delito de no haberse arrodillado en el fango un día lluvioso, para rendir el debido acatamiento a una procesión de frailes que pasó ante su vista, aunque a la distancia de cincuenta o sesenta metros. Es muy probable que cuando aquel infeliz fue llevado al suplicio, el leñador Destino hubiera marcado ya, en los bosques de Francia y de Noruega, los añosos árboles que la sierra había de convertir en tablas para construir aquella plataforma movible, provista de su cesta y de su cuchilla, que tan terrible fama había de alcanzar en la Historia. Es también, muy posible que en los rústicos cobertizos de algunos labradores de las tierras inmediatas a París, estuvieran aquel día, resguardadas del mal tiempo, groseras carretas llenas de fango, husmeadas por los cerdos y sirviendo de percha a las aves de corral, que el labriego Muerte había elegido ya para que fueran las carretas de la Revolución. Bien es verdad que si el Leñador y el Labriego trabajaban incesantemente, su labor era silenciosa y ningún oído humano percibía sus quedos pasos, tanto más cuanto que abrigar el temor de que aquellos estuvieran despiertos, habría equivalido a confesarse ateo y traidor.

Charles Dickens, Historia de dos Ciudades

viernes, 19 de mayo de 2017

POR TRECE RAZONES


Enviado por Cari:

No se puede detener el presente, ni tampoco rebobinar el pasado. El único modo de llegar a conocer el secreto… es darle al PLAY.

Clay Jensen es un adolescente como cualquier otro que encuentra, al llegar un día a casa, una misteriosa caja sin remitente dirigida a su nombre. El contenido no es otro que una serie de cintas de grabación, siete en total, que parece haberle enviado Hannah, una compañera de clase que no hace ni dos semanas que se ha suicidado. A pesar del desconcierto que supone volver a oír la voz de Hannah, Clay descubrirá que son trece las razones por las cuales ha decidido quitarse la vida, trece caras de cassete y que, por ello, son trece las personas que deben escucharlas. Él es una de ellas. “Es un juego muy sencillo: primero las escuchas, luego las pasas” dice Hannah en la primera cara.

¿Qué razones son esas y qué tiene que ver él con ellas? A lo largo del día, Clay se irá obsesionando con las grabaciones y hasta recorrerá la ciudad con un mapa que ella misma le ha proporcionado. Pero he aquí un viaje distinto del esperado, un viaje donde el punto de llegada es precisamente el mismo que el de partida y en el que solo hacen falta unos nuevos ojos para verlo todo como por vez primera. Hannah irá desgranando poco a poco su vida en un intento de poner de manifiesto las consecuencias, grandes o pequeñas, de las cosas que hacemos y dejamos de hacer, y que cambian el mundo a veces sin darnos cuenta.

La novela de Jay Asher es un relato duro, estremecedor, que aborda temas como el suicidio, el acoso, los abusos sexuales, la falta de ayuda o empatía, los rumores... pues trece van a ser las razones o los culpables, aunque crean que sus acciones son inofensivas, que han conducido a Hannah al suicidio.

El libro viene narrado a dos voces, y a ello ayuda las dos tipografías distintas: por una parte, Clay, con quien nos situamos en el presente, y que quiere saber por qué está en esa lista de culpables, qué hizo él para empujar al suicidio a una compañera que le atraía, pues le parecía dulce y divertida; por otra, Hannah, es voz de ultratumba que nos habla desde el pasado y comienza con su “yo te acuso”, su lista de acciones, mentiras, rumores que le llevaron a su trágico final. Además están muy trabajadas las dos voces dotando de personalidad a sus personajes: Clay, triste, intentando encontrar una lógica donde no la hay; Hannah, dura, cínica, de vuelta de todo, deprimida…, que nos quiere dar su versión de los hechos, de lo que hay tras esos rumores y mentiras.

Os dejo con el trailer de la serie basada en el libro:

jueves, 18 de mayo de 2017

ANIMACIÓN A LA LECTURA CON DAVID VIROSTA


Este martes, gracias a la editorial Edebé, ha estado en nuestro centro el actor y cuentacuentos David Virosta, para llevar a cabo una jornada de animación lectora.

Hemos podido comprobar como David proviene del teatro, pues en cada dinamización se metía en la piel de un personaje distinto, para, de esa forma, interactuar con los alumnos y darles a ello el protagonismo. Veamos como lo ha hecho.

Con los alumnos de 3º ESO ha asumido el rol de un productor de televisión que quiere rodar Bajo el Fuego de las Balas Pensaré en Ti, la novela de Santiago García-Clairac y Roberto Santiago; les ha preguntado qué rodarían si una película o una serie de televisión; si fuera una película que escenas eliminarían al considerar que no es indispensable para la trama principal; si tuvieran que hacer un tráiler o un cartel para promocionar la película con que elementos los harían; dónde buscarían localizaciones. Y a partir de aquí también hemos pasado a hablar de otros libros.

Con los de 2º ESO, David se ha metido en la piel de un periodista que quiere investigar los sospechosos y las pistas de Erik Vogler en Muerte en el Balneario, la historia de Beatriz Oses, con ese personaje que a veces se nos hace un tanto repelente y nos recuerda a Sheldon Cooper.

Alumnos y profesores hemos disfrutado con su actuación, con sus preguntas, con su forma de indagar, de actuar, como su voz y sus gestos nos iban guiando.

miércoles, 17 de mayo de 2017

MANUAL DE REMEDIOS LITERARIOS


Este libro es un manual de medicina, solo que algo diferente de los demás.

Para empezar, en él no se hace distinción entre dolor físico y dolor emocional; en sus páginas es tan fácil encontrar un remedio para la pérdida del apetito como lo es hallar la cura para la pérdida de la esperanza. También incluye situaciones habituales en las que puede encontrarse el lector, como tener muchas cosas que hacer, estar buscando a tu media naranja o pasar por la crisis de los cuarenta. Los episodios más difíciles de la vida, como perder a un ser querido o criar a tus hijos solo, también aparecen recogidos. Tanto si tienes hipo como si tienes resaca, si sufres de miedo al compromiso o si tienes la sensación de que te falta sentido del humor, para nosotras se trata de una dolencia que merece un remedio.

Pero además hay otra diferencia. Nuestros medicamentos no son cosas que vayas a encontrar en la farmacia, sino en las librerías, las bibliotecas o descargándotelas con tu lector de libros electrónicos. Somos biblioterapeutas y las herramientas de nuestro oficio son los libros. Nuestra botica contiene bálsamos beckettianos, torniquetes tolstoianos, los calmantes de Calvino y las purgas de Proust y Perec. Para crearla, hemos recorrido dos mil años de literatura en busca de las mentes más brillantes y las lecturas más reconstituyentes, desde Apuleyo y El asno de oro, del siglo II, hasta los tónicos contemporáneos de Jonathan Franzen y Haruki Murakami.

La biblioterapia ha gozado de popularidad durante décadas en forma de libros de autoayuda. Pero los amantes de la literatura llevan usando las novelas como bálsamos —consciente o inconscientemente— desde hace siglos. La próxima vez que necesites algo que te estimule, o que requieras ayuda con algún embrollo emocional, recurre a una novela. Nuestra creencia en que las obras de ficción ofrecen la mejor biblioterapia, además de la más pura, está basada en nuestra propia experiencia con nuestros pacientes y reforzada por una enorme cantidad de casos de los que tenemos conocimiento. A veces lo que funciona es el argumento de la novela; otras veces es el ritmo de la prosa lo que tiene un efecto calmante o estimulante sobre el alma. En ocasiones es una idea o una actitud sugerida por un personaje que se encuentra en un dilema o un aprieto parecido. Sea como sea, las novelas tienen la capacidad de transportarte a otra vida y hacerte ver el mundo desde otra perspectiva. Cuando estás enfrascado en una novela, incapaz de despegar la mirada de sus páginas, estás viendo lo que ve un personaje, tocando lo que toca, aprendiendo lo que aprende. Quizá creas que estás sentado en el sofá de tu salón, pero las partes más importantes de tu ser —tus pensamientos, tus sentidos, tu espíritu— se encuentran en un lugar completamente distinto. «Para mí leer a un autor no es solamente entender lo que dice, sino ponerme en marcha con él y viajar en su compañía», dijo André Gide. Nadie regresa de un viaje como ese siendo la misma persona.

Sea cual sea tu dolencia, nuestras recetas son muy sencillas: una novela (o dos) que deberás leer a intervalos regulares. Algunos tratamientos te curarán por completo. Otros simplemente te ofrecerán consuelo, mostrándote que no estás solo. Todos ellos calmarán temporalmente tus síntomas, debido al poder de la literatura para distraernos y transportarnos. A veces es mejor administrar el remedio en forma de audiolibro, o leído en voz alta con un amigo. Como con cualquier medicamento, para obtener los mejores resultados es recomendable seguir el tratamiento hasta el final. Además de los remedios, ofrecemos consejos sobre algunos problemas relacionados con la lectura, como no tener tiempo para leer o qué leer cuando no puedes dormir, así como las diez mejores novelas para leer en cada década de tu vida y los mejores acompañamientos literarios para algunas etapas de transición importantes, como tener un hijo... o encontrarte en tu lecho de muerte.

Te deseamos el máximo placer con nuestras píldoras y pomadas literarias. Con ellas ganarás en salud, en felicidad y en sabiduría.

Ella Berthoud y Susan Elderkin

martes, 16 de mayo de 2017

EL PADRE QUIJOTE


El padre Quijote había ordenado su almuerzo solitario a su ama de llaves y se puso en camino para comprar vino en una cooperativa del lugar, a ocho kilómetros de El Toboso, en la carretera general de Valencia. Era un día en que el calor gravitaba, trémulo, sobre los campos secos, y no había aire acondicionado en el Seat 850 que había comprado, siendo ya de segunda mano, ocho años antes. Mientras conducía, pensaba con tristeza en el día en que tendría que buscar un coche nuevo. Hay que multiplicar por siete la edad de un perro para que equivalga a la de un hombre. Y, según este cálculo, su coche estaría aún entrando en la edad mediana, pero notaba que sus feligreses empezaban ya a considerar casi senil a su Seat 850. “No puede fiarse de él, Don Quijote”, le advertían, y él sólo podría responder: “Hemos pasado juntos muchos malos ratos, y pido a Dios que pueda sobrevivirme.” Tantas plegarias suyas habían quedado sin respuesta, que sustentaba esperanzas de que ésta se hubiese incrustado como cera permanente en el oído Eterno.
Distinguía el trazado de la carretera general gracias a las nubecillas de humo levantadas por los coches en tránsito. Al volante del Seat, le inquietaba la suerte del vehículo al que, en memoria de su antepasado, llamaba “mi Rocinante”. No soportaba la idea de que su cochecito se oxidase sobre un montón de chatarra. Había pensado a veces en comprar una pequeña parcela para dejarla en herencia a uno de sus feligreses, a condición de que éste reservase un rincón abrigado para el descanso de su automóvil, pero no había ninguno a quien pudiese confiar el cumplimiento de este deseo, y, de todos modos, era inevitable una muerte lenta por oxidación, y quizá la trituradora de un cementerio de coches sería un final más misericordioso. Pensando en todo esto por centésima vez, casi embistió contra un Mercedes negro que estaba estacionado, inmóvil en la curva de la carretera general. Supuso que la figura vestida de negro que se hallaba al volante estaba descansando del largo trayecto entre Valencia y Madrid, y siguió su camino, sin hacer un alto, para comprar una garrafa de vino en la cooperativa; hasta la vuelta no reparó en un alzacuello blanco, como un pañuelo que pidiese socorro. ¿Cómo era posible, se preguntó, que uno de sus hermanos sacerdotes pudiese costearse un Mercedes? Pero al parar vio por debajo del cuello un peto morado que delataba la dignidad de monseñor, como mínimo, si no de obispo.
El padre Quijote tenía motivos para temer a los obispos; era muy consciente de la gran antipatía que sentía por él su propio obispo, quien le consideraba poco más que un campesino, pese a su eminente antecesor.
Así pues, fue agitadamente como el padre Quijote se presentó a la encumbrada figura clerical del elegante Mercedes.
—Me llamo padre Quijote, monseñor. ¿Puedo servirle en algo?
—Naturalmente que puede, amigo mío. Soy el obispo de Motopo.
Hablaba con un fuerte acento italiano.
— ¿Obispo de Motopo?
—In partibus infidelium, amigo mío. ¿Hay algún garaje por aquí? Mi coche se niega a seguir viaje, y si hubiese un restaurante... Mi estómago está impaciente, pide ya comida a gritos.
—Hay un garaje en mi pueblo, pero está cerrado por un entierro: la suegra del dueño ha muerto.
—Descanse en paz —dijo el obispo automáticamente, asiendo la cruz pectoral—. Qué condenado fastidio —añadió.
—Volverá dentro de unas horas.
— ¡Unas horas! ¿Hay un restaurante cerca?
—Si quisiera honrarme compartiendo mi humilde almuerzo, monseñor... El restaurante de El Toboso no es recomendable, ni por la comida ni por vino.
—Un vaso de vino es vital en mi situación.
—Puedo ofrecerle un buen vinito del país, y si se conformara con un simple filete... y una ensalada. Mi ama de llaves siempre me prepara más de lo que como.
—Amigo mío, indudablemente usted demuestra ser mi ángel de la guarda disfrazado. Vamos.
La garrafa de vino ocupaba el asiento delantero del Seat, pero el obispo, que era un hombre muy alto, insistió en acurrucarse en el asiento de atrás.
—No podemos molestar al vino —dijo.
—No es un vino extraordinario, monseñor, y usted estará mucho más cómodo...
—No hay vino que no sea extraordinario, amigo mío, desde las bodas de Caná.
El padre Quijote se sintió reprendido, y guardaron silencio hasta llegar a su pequeña vivienda cercana a la iglesia. Sintió un gran alivio cuando el obispo, que tuvo que agacharse al cruzar la puerta que llevaba directamente a la sala, comentó:
—Es un honor para mí ser huésped de la casa de Don Quijote.
—Mi obispo no aprueba el libro.
—La santidad y el buen gusto literario no siempre van de la mano.

Graham Greene, Monseñor Quijote

lunes, 15 de mayo de 2017

VENCERÉIS, PERO NO CONVENCERÉIS


Apenas nos queda una semana de curso en 2º de Bachillerato, y esta mañana, trabajando textos de Unamuno, ha salido lo de Venceréis, pero no convenceréis. Muchos de ellos no sabían en ese momento de que estábamos hablado. Para ellos, la versión que recoge Hugh Thomas en La Guerra Civil Española.

Situaros. 12 de Octubre de 1936, Se va a inaugurar el  curso en la Universidad de Salamanca, de la que Unamuno es rector. El tema principal del acto era la exaltación nacional, el Imperio, la raza y la Cruzada. Las críticas y amenazas proferidas a todos los que no compartían los ideales de la sublevación, suscitaron el rechazo de Miguel de Unamuno.  Las frases de este discurso improvisado difieren según los distintos testigos, cronistas e historiadores, ya que no se dispone de ningún registro grabado o escrito del mismo:

Estáis esperando mis palabras.

Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia.

Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito, “Viva la muerte”. Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor.

Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España.

 He dicho.

Miguel de Unamuno

domingo, 14 de mayo de 2017

EL MENDIGO


Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

El palacio, la cabaña
son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
El torrente asolador.

Y a la hoguera
me hacen lado
los pastores
con amor.
Y sin pena
y descuidado
de su cena
ceno yo,
o en la rica
chimenea,
que recrea
con su olor,
me regalo
codicioso
del banquete
suntüoso
con las sobras
de un señor.

Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión;
que al son que cruje de la seca leña,
libre me duermo sin rencor ni amor.
Mío es el mundo como el aire libre...

Todos son mis bienhechores,
y por todos
a Dios ruego con fervor;
de villanos y señores
yo recibo los favores
sin estima y sin amor.

Ni pregunto
quiénes sean,
ni me obligo
a agradecer;
que mis rezos
si desean,
dar limosna
es un deber.
Y es pecado
la riqueza:
la pobreza
santidad:
Dios a veces
es mendigo,
y al avaro
da castigo,
que le niegue
caridad.


Yo soy pobre y se lastiman
todos al verme plañir,
sin ver son mías sus riquezas todas,
qué mina inagotable es el pedir.
Mío es el mundo: como el aire libre...

Mal revuelto y andrajoso,
entre harapos
del lujo sátira soy,
y con mi aspecto asqueroso
me vengo del poderoso,
y a donde va, tras él voy.

Y a la hermosa
que respira
cien perfumes,
gala, amor,
la persigo
hasta que mira,
y me gozo
cuando aspira
mi punzante
mal olor.
Y las fiestas
y el contento
con mi acento
turbo yo,
y en la bulla
y la alegría
interrumpen
la armonía
mis harapos
y mi voz:

Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
que no hay placer sin lágrimas, ni pena
que no traspire en medio del placer.
Mío es el mundo; como el aire libre...

Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal,
nada me aflige ni afana;
me es igual para mañana
un palacio, un hospital.

Vivo ajeno
de memorias,
de cuidados
libre estoy;
busquen otros
oro y glorias,
yo no pienso
sino en hoy.
Y do quiera
vayan leyes,
quiten reyes,
reyes den;
yo soy pobre,
y al mendigo,
por el miedo
del castigo,
todos hacen
siempre bien.

Y un asilo donde quiera
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga
mi cuerpo miserable al espirar.

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido
una limosna por amor de Dios.


José de Espronceda

sábado, 13 de mayo de 2017

EL MAR EN RUINAS


Después de la guerra de Troya y de su largo viaje de regreso, Odiseo pasa algunos años feliz en Ítaca hasta que un día oye hablar de Ulises, un guerrero desconocido al que los bardos griegos adjudican sus hazañas y que, al parecer, todavía no ha vuelto a casa. Penélope vuelve a coger los hilos mientras el fatigado héroe se echa otra vez a la mar, en busca de un pasado que emerge en los escollos de viejos peligros, los ecos de antiguas amantes —Circe, Calipso— y la sombra de un enemigo inesperado y terrible.

David Torres da voz a  Penélope para que dé su versión de los hechos, tejiendo desde sus telas una sorprendente continuación de la Odisea, llena de escenas inolvidables. Esta novela nos muestra el declive de un hombre que ha de vivir en un mundo real, no en el mundo épico y heroico de Homero,  mientras que Penélope narra la historia a un hijo que todavía no ha nacido y teje con sus hilos un relato en el que compadecemos a su marido, viejo y calvo,  zarandeado por los años y el destino.

                Mediante los tapices, el lenguaje de Penélope, sugerentes y ricos en imágenes, asistimos a la destrucción del mundo heroico griego evocador, donde ya no encontramos héroes sino hombres corrientes, normales.

jueves, 11 de mayo de 2017

ENGANCHADO A LA RED


De: Imi (Hideki@Hideki.Otuma.com)
Para: Kevin Dexter (Dexterkid@hotmail.com)
Enviado: Jueves, 16 de julio de 2009, 00:03:26
Asunto: Gracias

Estimado Kevin:

Sé que apenas hemos tenido trato personal, pero ahora que eres un héroe no me resisto a escribirte para confesarte mi admiración. Dejo Fabuland. Dejo esta vida. Después de ver lo que has hecho y ahora que Imi ha muerto, no encuentro motivos para continuar viviendo de esta manera. Buscaré otro trabajo, saldré de casa y me enfrentaré al mundo, como has hecho tú.

Dicen que la realidad supera la ficción.

Yo me mostré en desacuerdo con esa frase durante todo el tiempo que pasé en Fabuland. Fueron dos años en los que mi alma estuvo viva mientras mi cuerpo engordaba en una silla de madera, frente a un ordenador portátil, con una cama deshecha, una puerta que sólo abría para ir al baño, y la ventana a mis espaldas para que las vistas de Tokio no me distrajeran. Dos años en los que mi mente, mi alma y mi espíritu vivieron en ese mundo mágico y maravilloso donde todos los problemas se reducían a que un orco te cortara la cabeza o un dragón te asara vivo. Problemas sencillos, que podían resolverse con el arma apropiada o con una mezcla de tesón, valor y buena suerte. ¡Qué felicidad! Dentro de Fabuland mi inteligencia superior y mis kilos de más no eran un obstáculo. Los complejos, la enfermedad, el fracaso escolar… todo eso eran asuntos de otro mundo.

Tú lo sabes mejor que nadie. En Fabuland uno no se muestra como es, sino como quiere ser. Y lo más importante, uno jamás se encuentra solo. No sé si estás al tanto, pero según el último censo de población, cuenta con tres millones de usuarios inscritos. En el bloque donde vivo hay cuarenta vecinos y ninguno de ellos tiene nada que ver conmigo. Por el contrario, no tardé en ganarme tu confianza y tu amistad, igual que la de Chema y la de otros muchos. No ignoro que siempre me habéis respetado y ayudado sin pedir nada a cambio. Quiero que sepáis que es mutuo.

Ahora que Imi ha muerto quiero hablarte con mi propia voz y darte las gracias por cambiar mi forma de ver el mundo. Sé que vives a miles de kilómetros de mí, que jamás he oído tu voz y que nunca hemos pisado el mismo suelo; pero te considero mi amigo y el hecho de haber podido contribuir a tu proeza hace que me sienta orgulloso de haberte conocido.

Siempre admiré a Rob McBride, pero ahora prefiero a Kevin Dexter.

Un abrazo de corazón,
HIDEKI

Jorge Magano, Fabuland