Esta mañana en la
biblioteca de nuestro instituto, IES Octavio Cuartero, Eloy
Cebrian ha estado comentando con los alumnos de 3º ESO algunos aspectos
de su novela Operación Beowulf. Apoyándose en las imágenes de un powerpoint
nos ha presentado el escenario, ese Londres bombardeado durante la Segunda
Guerra Mundial y sus protagonistas (genial esa presunta adaptación
cinematográfica con Keira Knightley, James McAvoy, Robert Taylor y J. R.
R. Tolkien). También nos ha presentado a sus fuentes: Julio
Verne, Enyd Blyton, Jorge Luis Borges, Tolkien…
¿De qué va el libro os
preguntaréis alguno de vosotros? Hagamos un pequeño resumen:
La trama se desarrolla en los meses en los que la Lutwaffe
bombardeó Londres de manera intensa y constante buscando la rendición de Gran
Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Laura Philips, una joven arqueóloga inglesa
(cuyo padre es uno de los arqueólogos británicos más importantes y que en esos
momentos está intentando descifrar los códigos Enigma) y su novio David Stein, un
joven austríaco de ascendencia judía, dicen, inician una investigación en los
pasadizos que han aparecido tras el derrumbamiento de un túnel del metro. La
búsqueda les conducirá al descubrimiento de una red de galerías subterráneas
que podrían llevar, tras la traducción de una placa escrita en caracteres rúnicos,
a la tumba del rey Beowulf, personaje de origen germánico que habría reinado en
Inglaterra unos catorce siglos antes. A
todo esto, tenemos que añadir el trabajo de unos saboteadores nazis que tienen
una misión especial: volar la red de metro de Londres cuando medio millón de
londinenses se encontraran allí refugiándose de las bombas aéreas.
Se trata de una novela con sus dosis bien
mezcladas y equilibradas de aventuras, intriga,
historia, mitología, amor y
espias, que entretiene y engancha hasta el final, donde Laura, igual que
cualquier otro héroe clásico que se precie, tiene que terminar su aventura
realizando un sacrificio que le cueste, y para ello empleará la legendaria
espada de Beowulf.
Lástima que, por razones de horario, la charla no
haya podido ser más larga, pues se han quedado cosas en el tintero.
Con las alusiones a Tolkien y a su obra he
recordado la siguiente anécdota: Cuentan que un “manitas”, tras hacer unos
arreglillos en la universidad de Oxford, se quedó boquiabierto tras ver la
estatua de Tolkien. Uno de los catedráticos de más rancio abolengo se da
cuenta del hecho, y le pregunta si quiere saber quién es. Nuestro chapuzas, ni
corto ni perezoso, le replica que
lamenta no haber conocido en vida al escritor y así poder decirle: “¡Maestro, qué cuento tan grande has escrito!”
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